sábado, 16 de marzo de 2024

DOCTRINA CATÓLICA: Palabras de los Papas sobre el diablo, un enemigo astuto que existe realmente


Vatican News -
3 de marzo de 2024

Amadeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano

En este período cuaresmal, presentamos algunas palabras de los Papas sobre la realidad del diablo, "el tentador por excelencia" que "ha invadido la tierra con el odio". Un enemigo, con el que no se puede dialogar, al que hay que combatir con las "armas espirituales" de la fe. Un pérfido "encantador" que "no puede obstaculizar la construcción del reino de Dios".

La Cuaresma es tiempo de conversión, de penitencia, de reconciliación. Un tiempo para acoger la nueva vida que brota de la Pascua. Un tiempo propicio para emprender caminos de fe, incluso atravesando desiertos cargados de vacío e incertidumbre, rechazando las tentaciones y los engaños del maligno. Los Pontífices han hablado repetidamente de la realidad del demonio, "pecador desde el principio" y "padre de la mentira".

Benedicto XVI: Jesús se deja tentar y sigue siendo el Hijo de Dios

En el Evangelio de Marcos leemos que "el Espíritu llevó a Jesús al desierto y en el desierto permaneció cuarenta días, tentado por Satanás". El Papa Benedicto XVI recuerda esta página en el Ángelus del 1 de marzo de 2009. "Incluso en la situación de extrema pobreza y humildad, cuando es tentado por Satanás", Jesús "sigue siendo el Hijo de Dios, el Mesías, el Señor".

En Tierra Santa, al oeste del río Jordán y del oasis de Jericó, se extiende el desierto de Judá, que a través de valles pedregosos, salvando un desnivel de unos mil metros, se eleva hasta Jerusalén. Después de recibir el bautismo de manos de Juan, Jesús se adentró en aquella soledad guiado por el mismo Espíritu Santo, que había venido sobre Él, consagrándole y revelándole como Hijo de Dios. En el desierto, lugar de la prueba, como muestra la experiencia del pueblo de Israel, aparece con vivo dramatismo la realidad de la kénosis, del vaciamiento de Cristo, que se despojó de la forma de Dios (cf. Flp 2,6-7). Él, que no ha pecado ni puede pecar, se somete a la prueba y, por tanto, puede compadecerse de nuestra flaqueza (cf. Hb 4,15). Se deja tentar por Satanás, el adversario, que desde el principio se opone al designio salvífico de Dios sobre los hombres.

Pío XII: El maligno ha invadido la tierra

Las acciones de Satanás corrompen al hombre, siembran el odio y la guerra. El Papa Pío XII, en un período histórico todavía lacerado por las heridas de la Segunda Guerra Mundial, pronunció estas palabras en su radiomensaje de 1953 dirigido a la Acción Católica italiana e indicó el amor auténtico como el verdadero antídoto contra el "enemigo de Dios".

El diablo ha invadido la tierra con el odio: reaviva, prepotente, el amor. Muchos siguen siendo malos, porque hasta ahora no han sido suficientemente amados. Vivifica todo lo que caerá bajo la influencia de tus rayos. Sé, es decir, como María y con María, instrumentos de vida en las almas, que hoy mueren de frío y de hambre, pero que podrían volver a la casa del Padre, si se conmovieran con tus palabras, llevadas por tu ejemplo.

Pablo VI: el diablo es un pérfido encantador

El diablo es "el enemigo número uno, es el tentador por excelencia". En la audiencia general del 15 de noviembre de 1972, el Papa Pablo VI recordó que una de las mayores necesidades de la Iglesia "es la defensa contra ese mal que llamamos diablo". A través de múltiples grietas, incluidas las "seducciones ideológicas", este perturbador, astuto y oculto encantador "puede penetrar fácilmente y alterar la mentalidad humana".

Sabemos, pues, que este ser oscuro e inquietante existe realmente, y que con prodigiosa astucia sigue actuando; es el enemigo oculto que siembra errores y desgracias en la historia de la humanidad. (...) Este sería un capítulo muy importante de la doctrina católica sobre el demonio y la influencia que puede ejercer sobre los individuos, las comunidades, las sociedades enteras o los acontecimientos, que debería volver a estudiarse, mientras que hoy no tiene tanta importancia.

Juan XXIII: al diablo se le combate con la fe

En la lucha contra el demonio hay que utilizar "armas espirituales". Es lo que subrayó el Papa Juan XXIII, en una coyuntura histórica minada por la guerra fría, en su radiomensaje de 1961 dirigido al mundo entero "para la concordia de los pueblos y la tranquilidad de la familia humana".

“Siguiendo a San Pablo en sus amonestaciones -que se refieren a la actitud contra esos espíritus malignos esparcidos por el aire-, es interesante la descripción que nos deja de todo buen combatiente, puesto a punto contra su adversario. "In omnibus perfecti stare: ciñe tus lomos con la verdad; lleva sobre tu pecho la coraza de la justicia; calza tus pies para que sean veloces a las conquistas del Evangelio de la paz, Evangelium pacis. Empuñad el escudo de la fe, con el que apagaréis los dardos de fuego del maligno; tomad el yelmo de la fortaleza y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios". Toda una figuración de armas espirituales, a través de las cuales, amados hermanos nuestros e hijos, discernír las indicaciones de lo que puede ser, de lo que debe ser el asidero del buen cristiano en todo tiempo y circunstancia, y ante cualquier acontecimiento. Guerra espiritual que proviene del Maligno y de inclinaciones naturales indisciplinadas; pero siempre guerra: y siempre llama nefasta que todo lo puede penetrar y arrollar.

FrancIsco: el maligno siembra división

Durante su pontificado, el Papa Francisco recuerda en repetidas ocasiones que con el diablo "nunca se dialoga". "Jesús -subrayó el Pontífice en la audiencia general del 27 de diciembre de 2023- nunca dialogó con el diablo, lo expulsó. Cuando fue tentado en el desierto, no respondió con el diálogo; respondió simplemente con las palabras de la Sagrada Escritura, con la Palabra de Dios. La única respuesta posible es la Palabra de Dios. En la homilía de la misa presidida el 11 de octubre de 2022 con ocasión del 60 aniversario del inicio del Concilio Ecuménico Vaticano II, Francisco subrayó que "el Buen Pastor ve y quiere a su rebaño unido".

El Concilio nos recuerda que la Iglesia, a imagen de la Trinidad, es comunión. El diablo, en cambio, quiere sembrar la cizaña de la división. No sucumbamos a sus halagos, no cedamos a la tentación de la polarización. ¡Cuántas veces, después del Concilio, los cristianos se han desvivido por elegir un bando en la Iglesia, sin darse cuenta de que están desgarrando el corazón de su Madre! Cuántas veces han preferido ser "partidarios de los suyos" antes que servidores de todos, progresistas y conservadores antes que hermanos, "de derechas" o "de izquierdas" antes que de Jesús; erigiéndose en "guardianes de la verdad" o en "solistas de la novedad", antes que reconocerse hijos humildes y agradecidos de la Santa Madre Iglesia. El Señor no nos quiere así. Todos somos hijos de Dios, todos somos hermanos en la Iglesia, todos somos Iglesia, todos. Somos sus ovejas, su rebaño, y sólo juntos, unidos.

Juan Pablo II: el diablo no puede obstaculizar el reino de Dios

Aunque poderoso y astuto, el demonio es sólo una criatura "subordinada a la voluntad y al dominio de Dios". Juan Pablo II, en la audiencia general del 20 de agosto de 1986, subrayó que "la historia de la humanidad puede considerarse en función de la salvación total, en la que se inscribe la victoria de Cristo".

Si Satanás obra en el mundo por su odio contra Dios y su reino, esto es permitido por la Providencia divina que con poder y bondad ("fortiter et suaviter") dirige la historia del hombre y del mundo. Si bien es cierto que la acción de Satanás causa mucho daño -de naturaleza espiritual e indirectamente también de naturaleza física- a los individuos y a la sociedad, no es capaz, sin embargo, de anular la meta definitiva a la que tienden el hombre y toda la creación, el Bien.

En la victoria de Cristo sobre el demonio, concluye el Papa Wojtyla, "participa la Iglesia. Y aunque la historia terrena siga desfigurada por los engaños del demonio, todo creyente está llamado a "luchar por el triunfo definitivo del Bien".

 

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