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sábado, 14 de junio de 2025

COLUMNISTA INVITADO: El Papa León XIV y la familia, por Monseñor Héctor Rubén Aguer

 

El Papa León XIV confirmó la doctrina católica sobre la realidad natural del matrimonio. Según la Tradición de la Iglesia, la base de la afirmación se encuentra en la Sagrada Escritura. En el libro del Génesis, en el ámbito de la creación y en su cúspide, se dice «no es bueno que el hombre esté solo: le haré un complemento (la mayor parte de las versiones, reza: le haré una ayuda adecuada)». El matrimonio expresa ese complemento; el Sumo Pontífice recordó, simplemente, que el matrimonio es la unión entre el hombre y la mujer. En muchos países, la legislación autoriza parejas del mismo sexo, a lo cual se llama equívocamente «matrimonio». Se puede mostrar admiración ante este fenómeno contrario a la naturaleza. La razón del equívoco está en la negación de la naturaleza y del orden natural. Sobre este orden natural se apoya la gracia sacramental del matrimonio cristiano.

León XIV destacó los ejemplos de vida para que los jóvenes de hoy comprendan la realidad sobrenatural del matrimonio cristiano. Sus palabras, en el mensaje que envió a los participantes del seminario «Evangelizar con las familias de hoy y de mañana. Desafíos eclesiales y pastorales», fueron: «Quizás muchos jóvenes, que hoy en día optan por la convivencia, en lugar del matrimonio cristiano, necesitan en realidad a alguien que les muestre de forma concreta y comprensible, especialmente con el ejemplo de vida, qué es el don de la gracia sacramental y qué fuerza proviene de él; que les ayude a comprender la belleza y la grandeza de la vocación al amor y al servicio de la vida que Dios concede a los esposos». La costumbre que se impone universalmente suprime la tradicional etapa del noviazgo; hoy en día los novios conviven, es decir, tienen relaciones sexuales y «se cuidan» para evitar un embarazo, lo que de cualquier manera se resuelve con el aborto.

También mencionó el Pontífice a «los matrimonios santos entre hombre y mujer (que) permiten superar las fuerzas que destruyen relaciones y sociedades». Mencionó a quienes han sido canonizados, como los padres de Santa Teresita, Luis y Celia Martin, y los Ulma, asesinados por haber protegido judíos de la Segunda Guerra Mundial. Puntualizó que «al proponerlos como testigos ejemplares, la Iglesia nos dice que el mundo de hoy necesita la alianza conyugal para conocer y acoger el amor de Dios».

Esta última afirmación muestra el valor evangelizador del matrimonio cristiano, es decir, difundir el amor de Dios, en un mundo donde Dios es olvidado. Los cristianos hacen presente el Misterio divino: proclaman que Dios es el Creador, el Redentor, y Quien recibe a los hombres en su eternidad. El mundo actual necesita el amor de Dios, que disiparía los odios y egoísmos, incrustados en los corazones de los hombres y que, convertidos en cultura, son la causa de enfrentamientos y guerras que enturbian la paz ¡Muy oportuna la mención que hace León XIV del matrimonio cristiano y la familia! Es en este ámbito íntimo donde se incuba el modelo de una sociedad en la que reine el amor de Cristo, fuente de paz y felicidad.

Que en este Pentecostés, el Espíritu Santo, renueve nuestro ardor misionero; para anunciar, con creciente lucidez y coraje, el Evangelio de la Vida y de la Familia. El mundo necesita, más que nunca, de una Iglesia unida, con coraje y coherencia, que proclame, sin descuentos, el Amor de Dios; por el camino de los Mandamientos y las Bienaventuranzas.

 

+ Héctor Rubén Aguer*, Arzobispo Emérito de La Plata, Argentina.

Buenos Aires, 8 de junio de 2025. Domingo de Pentecostés.

 

*Nació en Buenos Aires, el 24 de mayo de 1943; ordenado sacerdote el 25 de noviembre de 1972, en Buenos Aires, por monseñor Juan Carlos Aramburu, arzobispo coadjutor de Buenos Aires; elegido obispo titular de Lamdia y auxiliar de Buenos Aires, el 26 de febrero de 1992, por Juan Pablo II; ordenado obispo el 4 de abril de 1992, en la catedral de Buenos Aires por el cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires; promovido a arzobispo coadjutor de La Plata el 26 de junio de 1998, tomó posesión del cargo el 8 de septiembre de 1998; inició su ministerio pastoral, por sucesión, como séptimo arzobispo de La Plata (noveno diocesano) el 12 de junio de 2000. El papa Francisco le aceptó la renuncia por edad el 2 de junio de 2018. Académico Honorario de la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino. Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas y Académico Correspondiente de la Academia Provincial de Ciencias y Artes de San Isidro. Gran Prior para la Argentina de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén y Capellán Conventual «ad honorem» de la Soberana Orden Militar de Malta. Es licenciado en Teología por la Universidad Católica Argentina (Buenos Aires, 1977). Lema episcopal: «Silenti opere».

jueves, 9 de enero de 2020

COLUMNISTA INVITADO: In memoriam del P. Ramón Terrones Casado, de la Virgen del Carmen, ocd.

Fr. Francisco Víctor López Fernández, ocd
Escribe: Fr. Francisco Víctor López Fernández, ocd.*

P. Ramón Terrones Casado,
de la Virgen del Carmen, ocd.
(Porcuna, 1935-Burgos, 2017)

Imaginarse al Padre Ramón sin los niños no era fácil. Clases, estudios, ensayos, piano, armonio, coro, excursiones, deportes, juegos, piscina…siempre estaba allí; y así durante muchos años. Desde 1964 se le veía en ese ambiente. De este modo lo conocí cuando llegué como teresiano al Seminario Carmelitano Teresiano de Córdoba, en el año indicado. Era un día especial en mi vida: el 2 de octubre. Tres cursos después nos acompañó en Baeza. Incluso, en su servicio pastoral en Argentina, desplegó una amplia  labor con los postulantes, novicios y estudiantes en Tandil, Córdoba, Alta Gracia y La Plata. Su carácter se amoldaba a los jóvenes y estaba dispuesto para servir con los superiores. Era trabajador y amante del fútbol, del que se jugaba y del que se veía por televisión, sin hostigar a los que preferían otras cosas. Su gusto lo sabíamos todos.

Fr. Ramón Terrones, ocd - Fototeca de Carmen Cobo García.
Había nacido en Porcuna (Jaén) el 6 de marzo de 1935. Era carmelita descalzo profeso desde el 25 de septiembre de 1955 en Úbeda. Málaga lo vio de sacerdote desde el 22 de diciembre de 1962. En el hospital de Burgos le salió al encuentro la muerte en el mes de agosto que gustaba celebrar con su familia. Desde el día 7 ya nos lleva delantera en la vida eterna.

Sus compañeros, que también formaban parte de mis formadores, decían que cuando ingresó en el Seminario Carmelitano Teresiano de Córdoba era el mayor de su curso;  con el tiempo se ordenó el primero de ellos, en diciembre de 1962. Y tras el tiempo de pastoral en Málaga fue destinado con el equipo de formación a Córdoba. De aquí, siguió por Baeza, Málaga, Argentina (Buenos Aires, Tandil, Córdoba, Alta Gracia, La Plata y Buenos Aires), Cádiz, Sevilla y Burgos.

Dar clase en nuestros colegios como al servicio de la formación de los candidatos a la vida religiosa fue una de las facetas principales del P. Ramón. Casi era un clásico en este campo. Como profesor de griego lo recordaremos, siempre, por su vocabulario como por las etimologías de las palabras castellanas derivadas de aquella lengua.

Gozaba de buena salud como buen deportista, aunque comenzó a complicarse siendo superior y formador en La Plata (199). Aquí se le cambió ritmo. Ya no estaba tranquilo  y esa continua preocupación le acompañó hasta el final.

La dimensión pastoral de párroco y vicario parroquial (además de decano o arcipreste) le ocupó buena parte de su sacerdocio, con lo que lleva consigo en la tarea de reuniones, grupos, encuentros, organizaciones, confesiones, predicaciones... Su carácter le hacía cercano a los feligreses si bien su prudencia y timidez le hacían poner distancia.

Fr. Ramón Terrones, ocd - Fototeca de Carmen Cobo García.
Siempre acogedor y dialogante cuando te encontrabas con él en la comunidad. Sabías que tenías un hermano delante. Conectabas con facilidad si hablabas de deportes,  música, de los frailes o comunidades, con su preguntita familiar: “¿Cómo andáis por allí?”.

Me parece que en el asunto de la disciplina nos pasábamos un poco los chiquillos; pero es cierto que lo queríamos mucho. Tanto sus celebraciones como predicaciones, sencillas y cercanas, se mezclaban con los ensayos del coro en que lo sacábamos de quicio, con los desafinamientos; entre sostenidos y bemoles, no entendíamos fuesen tan importantes para las celebraciones. Pero, se superaba con facilidad, y comenzaba de nuevo.

Siempre lo veíamos padre, sencillo, respetuoso, piadoso y bondadoso. Nosotros lo considerábamos el padre bueno. Y en sus oficios como superior, formador, rector o de dimensión pastoral se le veía sin ánimo de cargos ni de superioridad. Así, pues, buen recuerdo nos deja este hermano de hábito que amaba la Iglesia y la Orden  con el silencio y la soledad.

Quiero recordar una anécdota que me contó más de una vez en la que se refleja su docilidad: recién ordenado sacerdote, en la comunidad de Úbeda le pusieron la celebración de la misa en Baeza, para ayudar a los padres de aquella casa. Se despistó un poco con los horarios; el tiempo se le echó encima, y con su hábito y sandalias fue corriendo hasta llegar a la iglesia de la Concepción. La vuelta, tras la misa, la hizo en autobús. Más tarde, cuando se sacó el carnet de conducir, se prestó a hacer muchos favores llevando a los hermanos a la estación, a tal ciudad, efectuando encargos y con agilidad; uno de esos favorecidos lo hizo conmigo llevándome desde Córdoba a Tucumán (560 km). Y con el mundo del volante, los aparatos mecánicos y eléctricos le encantaban al igual que las herramientas de trabajo. Quería que todo estuviese funcionando y para el servicio de la comunidad. Era creativo. Ahora le llegó el momento de de parar, y de desearte con todo corazón que descanse en paz.
  
* Fr. Francisco Víctor López Fernández, ocd. (Fr. Francisco de la Virgen, Carmelita Descalzo), es licenciado en Ciencias Eclesiásticas por la Facultad de Teología de Granada y licenciado en Teología Espiritual (Teresianum – Roma) Al escribir este artículo era conventual del Convento de Carmelitas de Ubeda-Baeza, España.

viernes, 6 de diciembre de 2019

COLUMNISTA INVITADO: La fe de un Chalchalero

Juan Carlos Saravia,
cantante, autor, compositor,
fundador de “Los Chalchaleros”
Queridos amigos y hermanos del blog: hoy comenzamos con una nueva sección, el “columnista invitado”. Periódicamente, distintas personas, de distintos ámbitos profesionales y culturales harán su aporte. Siempre desde una perspectiva de fe, e integradora con la vida. Los invito a reflexionar con ellos y a participar con sus comentarios. Muchas gracias.

El primero de todos es Juan Carlos Saravia, fundador y líder durante más de 50 años del conjunto folclórico “Los Chalchaleros”. Éstos han sido y seguirán siendo, -aunque el conjunto se disolvió a principios del nuevo milenio- la gran referencia del folclore argentino. Son uno de los grandes exponentes de la cultura popular de mi país. Los Chalchaleros, toda “una leyenda”, “marcaron un antes y un después, y el rumbo a muchos”, como canta de ellos su hijo Facundo. Hace muchos años que con Juan Carlos compartimos una hermosa amistad nacida en torno a la devoción común hacia el Santo Padre Pío en las misas de los primeros sábados de mes en el Patrocinio de San José, en Buenos Aires. Y muchas veces a acompañado con su voz y su aporte distintos momentos de mis actividades pastorales en los medios de comunicación.

Por estas razones del corazón hoy es para mí un orgullo que inaugure este espacio del Blog con un artículo que escribió por mi pedido y que publiqué originalmente en el periódico “Carmelo en acción” que dirigí en esos años en Buenos Aires. ¡Gracias querido Juan Carlos por la cálida amistad que me has brindado y me brindas! ¡Gracias por tu aporte invalorable a la cultura popular de mi país! ¡Dios te bendiga junto a los tuyos siempre!

“La fe de un Chalchalero”
escribe Juan Carlos Saravia*

Mi fe está íntimamente unida a nuestro Patrono en Salta que es el “Cristo del Milagro”, y por ancestros, ya que el Cristo obró el milagro de que Salta fuera calma en sus terremotos, le concedemos la paternidad total.  Estoy muy ligado a este misterio que es la religión y tenemos en Salta una fiesta central, que es en septiembre, que junto a la festividad de la Virgen de Luján y la del Valle, forman una trilogía de fiestas muy importante para el hombre de nuestra tierra. Desde mis abuelos, mis padres y antes que ellos por muchas generaciones, nos han inculcado la costumbre de que al salir o al entrar a Salta debemos pasar a saludar al Cristo en su Catedral.  Y esto es porque es el miembro superior de la familia, entonces, yo desde muy chico, y hasta que murió mi madre, la primera pregunta luego de los saludos correspondientes era: ¿Cuándo iba a ir a saludar al Señor del Milagro?.

Y tiene otras cosas lindas la religión en Salta, lo siguiente figura en el libro de los Gobernadores del Sr. Zini, allí se que afirma que el “Cristo del Milagro” fue gobernador interino de Salta, según cuentan las crónicas, porque el gobernador titular fue a reprimir una invasión de tucumanos que venía del sur.  Y este gobernador dejó el bastón de mando a los pies del Cristo, y este fue el período en que menos delitos hubo en la provincia.

Con Juan Carlos Saravia en el 2000
en el Teatro Coliseo de Bs. As.
Yo soy un gran agradecido a Dios, y aunque he tenido varios percances en mi vida, por ejemplo, los dos primeros hijos que tuve se me murieron, y fue una sacudida muy fuerte donde uno se enfrenta de repente a cosas de esta naturaleza y tiene que aceptar que es el designio de Dios, y con mi mujer comprendimos que alguna razón tenía que existir y no nos aferramos a una especie de rabia o de rencor, sino que lo tomamos con calma, y realmente nos sirvió al cabo del tiempo, para comprender que nos habían unido mucho más estos dos niños que habían partido al cielo, que todas las otras cosas terrenales que pudiéramos tener. Y después murió mi mujer en un accidente, y realmente considero que son golpes que nos da Dios, no para castigarnos, sino para que fuéramos comprendiendo toda la inmensidad de su mundo.  Y yo soy un gran agradecido a Dios porque me ha dado a disfrutar muchas cosas y me dio inclusive el recuerdo de mis hijos, el recuerdo de mi mujer, que me acompañan continuamente -pese a que me he casado de nuevo-, pero son cosas que uno las tiene como un tesoro y van prendidas a la religión.

En el canto, Los Chalchaleros, tenemos muchas canciones en las cuales Dios está presente, y yo en casi todas mis canciones lo involucro a Dios, soy autor de varias canciones y siempre lo tengo presente al Tata Dios.  No creo que deliberadamente yo hubiese querido hacer un apostolado de esto, sino que es el cariño que Dios me ha inculcado a mí y que yo se lo paso a la gente.  Pienso que en un escenario se pueden hacer muchas cosas buenas, también muchas malas, pero son las menos; creo que el público rechaza a las expresiones malas a través del silencio o del retiro que haga de su presencia de algún espectáculo.

Pese a todos los percances que uno tiene le doy gracias a Dios mil veces por haberme permitido vivir esta vida, por haber permitido conservar recuerdos, recuerdos muy lindos. Soy devoto de María Santísima,  todos los días pelo mi Rosario, le pego una rezada, una rosariada.  En realidad, estoy muy cerca de Dios, no se si en la medida en que Dios querría que esté, pero donde estoy trato que las cosas sean de otra manera y se quiera más a la gente. Doy gracias y muchas veces a Dios por haberme permitido vivir esta vida.

Para terminar quiero darle a todos los lectores del Blog un gran abrazo, y muchas gracias a usted, Padre Medina, quiera Dios que tenga la voluntad y la firmeza que le de Nuestro Señor Jesucristo, para que siga con su apostolado y siga ayudando a la gente en toda su dimensión y sentido.  Gracias y hasta pronto.

* Cantante, autor, compositor, fundador de “Los Chalchaleros”.