lunes, 11 de noviembre de 2024
lunes, 4 de noviembre de 2024
lunes, 14 de octubre de 2024
lunes, 16 de septiembre de 2024
lunes, 9 de septiembre de 2024
lunes, 26 de agosto de 2024
lunes, 5 de agosto de 2024
lunes, 29 de julio de 2024
jueves, 25 de julio de 2024
SANTORAL: Santiago Apóstol rogad por España para que sea siempre fiel al Evangelio de Jesucristo
Queridos amigos y hermanos del
blog: el apóstol Santiago, primer apóstol mártir, viajó desde Jerusalén hasta
Cádiz (España). Como sus predicaciones no fueron bien recibidas, se trasladó
posteriormente a Zaragoza. Ahí se convirtieron muchos habitantes de la zona.
Estuvo predicando también en Granada, ciudad en la que fue hecho prisionero
junto con todos sus discípulos y convertidos. Santiago llamó en su ayuda a la
Virgen María, que entonces vivía aún en Jerusalén, rogándole lo ayudase. La
Virgen le concedió el favor de liberarlo y le pidió que se trasladara a Galicia
a predicar la fe, y que luego volviese a Zaragoza.
Santiago cumplió su misión en
Galicia y regresó a Zaragoza, donde corrió muchos peligros. Una noche, el
apóstol estuvo rezando intensamente con algunos discípulos junto al río Ebro,
cerca de los muros de la ciudad, pidiendo luz para saber si debía quedarse o
huir. Él pensaba en María Santísima y le pedía que rogara con él para pedir
consejo y ayuda a su divino Hijo Jesús, que nada podía entonces negarle. De
pronto, se vio venir un resplandor del cielo sobre el apóstol y aparecieron
sobre él los ángeles que entonaban un canto muy armonioso mientras traían una
columna de luz, cuyo pie, en medio de un rayo luminoso, señalaba un lugar, a
pocos pasos del apóstol, como indicando un sitio determinado.
Sobre la columna, se le apareció
la Virgen María. Santiago se levantó del lugar donde estaba rezando de
rodillas, y recibió internamente el aviso de María de que debía erigir de
inmediato una iglesia allí; que la intercesión de María debía crecer como una
raíz y expandirse. María le indicó que, una vez terminada la iglesia, debía
volver a Jerusalén. Santiago se levantó, llamó a los discípulos que lo
acompañaban, que habían oído la música y visto el resplandor; les narró lo
demás, y presenciaron luego todos cómo se iba desvaneciendo el resplandor de la
aparición. En el lugar de la aparición, se levantó lo que hoy es la Basílica de
Nuestra Señora del Pilar, un lugar de peregrinación famoso en el mundo entero
que no fue destruido en la guerra civil española (1936-1939), puesto que las
bombas que se lanzaron no explotaron, pudiéndose hoy en día verse expuestas en
el interior de la Basílica.
Santiago partió de España, para
trasladarse a Jerusalén, como María le había ordenado. En este viaje visitó a
María en Éfeso. María le predijo la proximidad de su muerte en Jerusalén, y lo
consoló y lo confortó en gran manera. Santiago se despidió de María y de su
hermano Juan, y se dirigió a Jerusalén, donde al poco tiempo fue hecho
prisionero.
Fue llevado al monte Calvario,
fuera de la ciudad. Durante el recorrido, estuvo predicando y aún fue capaz de
convertir a algunas personas. Cuando le ataron las manos, dijo: "Vosotros
podéis atar mis manos, pero no mi bendición y mi lengua". Un tullido que
se encontraba a la vera del camino, clamó al apóstol que le diera la mano y lo
sanase. El apóstol le contestó: "Ven tú hacia mí y dame tu mano". El
tullido fue hacia Santiago, tocó las manos atadas del apóstol e inmediatamente
sanó.
Josías, la persona que había
entregado a Santiago, fue corriendo hacia él para implorar su perdón. Este
hombre se convirtió a Cristo. Santiago le preguntó si deseaba ser bautizado. Él
dijo que sí, por lo que el apóstol lo abrazó y le dijo: "Tú serás
bautizado en tu propia sangre". Y así se cumplió más adelante, siendo
Josías asesinado posteriormente por su fe. En otro tramo del recorrido, una
mujer se acercó a Santiago con su hijo ciego para alcanzar de él la curación
para su hijo, obteniéndola de inmediato.
Una vez llegado al Monte
Calvario, el mismo lugar donde años antes fue crucificado nuestro Señor,
Santiago fue atado a unas piedras. Le vendaron los ojos y le decapitaron. El
cuerpo de Santiago estuvo un tiempo en las cercanías de Jerusalén. Cuando se desencadenó
una nueva persecución, lo llevaron a Galicia (España) algunos discípulos.
En siglos posteriores y hasta el
momento actual, numerosos fieles, principalmente de Europa, recorren total o parcialmente
el "Camino de Santiago" que les conduce a la tumba del Santo, con el
fin de pedir perdón por sus pecados y la gracia de renovar y profundizar su
conversión a Dios.
- Santiago de Compostela (España)
- Santiago de Chile
- Caracas, Venezuela.
- Santiago de Guayaquil (Ecuador)
- Santiago de Cuba
- Santiago de Querétaro (México)
- Santiago de Cali, (Colombia)
- Santiago de Guatemala
- Santiago de Veraguas (Panamá)
- Santiago de Chiuitos (Bolivia)
- Santiago de los Caballeros (Rep. Dominicana)
- Provincia de Santiago de México
- Saltillo Coahuila (México)
- Santiago de Sesimbra (Portugal)
- Alanje (Panamá)
- Santiago del Estero (Argentina)
- Baradero (Argentina)
- Provincia de Mendoza (Argentina)
ORACIÓN AL GRAN APÓSTOL SAN SANTIAGO
¡Gran Apóstol
Santiago, familiar cercano de nuestro Señor y aún más cercano a Él por lazos
espirituales! Al ser llamado por Jesús entre los primeros discípulos y ser
favorecido con Su especial intimidad, tú respondiste con gran generosidad,
dejándolo todo para seguirle a la primera llamada. También tuviste el
privilegio de ser el primero de los Apóstoles en morir por Él, sellando tu
predicación con tu sangre.
“Atronador” en el
entusiasmo en la tierra desde el cielo, te has mostrado defensor de su Iglesia
una y otra vez, apareciendo en el campo de batalla de los cristianos para
derrotar y dispersar a los enemigos de la Cruz, y llevar a los descorazonados creyentes
a la victoria. Fuerza de los cristianos, refugio seguro de aquellos que te
suplican con confianza, oh, protégenos ahora en los peligros que nos rodean.
Que por tu
intercesión, nuestro Señor nos conceda su santo amor, filial temor, justicia,
paz y la victoria sobre nuestros adversarios, tanto visibles como invisibles, y
sobre todo, que un día nos conceda la felicidad de verlo y tenerlo con nosotros
en el cielo, en tu compañía y la de los ángeles y santos para siempre. Amén.
martes, 19 de marzo de 2024
SANTORAL: San José, Esposo virginal de María y Padre putativo de Jesús
Icono de San José* |
Queridos amigos y hermanos del
blog: San José es modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de
los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte. A
San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser
esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo
que más cerca esta de Jesús y de la Santísima Virgen María.
Nuestro Señor fue llamado
"hijo de José" (Juan 1,45; 6,42; Lucas 4,22) el carpintero (Mateo
12,55). No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre
virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios),
pero José lo adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre.
¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta
unión existió en su ejemplar matrimonio con María!
San José es llamado el
"Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan
solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre
responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José
fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido"
de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del
Señor.
Vida
de San José
Las principales fuentes de
información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio
de Mateo y de Lucas. San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según
San Lucas (3,23), su padre era Helí.
Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era
descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de
la Anunciación), San José vivía en Nazaret.
Según San Mateo 13,55 y Marcos
6,3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que
era carpintero. San Justino lo confirma y la tradición ha aceptado esta
interpretación.
Si el matrimonio de San José
con María Santísima ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido
por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás,
opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a
José. Santo Tomás observa que esta
interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.
Los hombres por lo general se
casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se
desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero... ejemplo
para todos nosotros.
Amor
virginal
Ambos recibieron
extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. San José y
María Santísima permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en
relación a Jesús. La virginidad, como
donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar
el amor divino en la forma más pura y sublime. Dios habitaba siempre en
aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que
recibían de Dios.
El matrimonio fue auténtico,
pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la
intención de permanecer en el estado virginal. Pronto la fe de San José fue
probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la
Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a
lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en
sueño:
"Su marido José, como era
justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo
tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo
engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como
el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mt. 1,19-20,
24).
Unos meses mas tarde, llegó el
momento para San José y María de partir hacia Belén para empadronarse según el
decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba
en cinta. (cf. Lucas 2,1-7).
En Belén tuvo que sufrir con la
Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo.
Allí nació su Hijo. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual
sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas
tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, san
Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía
de él" (Lucas 2,33).
Después de la visita de los
magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su
poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por
un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y
estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para
matarle» (Mateo 2,13). San José obedeció
y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.
San José tuvo que vivir unos
años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto. Esto representaba dificultades muy grandes:
la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo
de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para
encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor
sin exigir nada.
Una vez mas por medio del
ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: "«Levántate, toma contigo
al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han
muerto los que buscaban la vida del niño.» Él se levantó, tomó consigo al niño
y a su madre, y entró en tierra de Israel.
Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre
Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de
Galilea" (Mateo 2,22).
Fue así que la Sagrada Familia
regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con
San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación
a Jerusalén (cf. Lucas 2,42-51). San
José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el
Templo. Dios quiso que este santo varón
nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su
taller de carpintería.
Lo más probable es que San
José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no
estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla más de él. De estar vivo, San
José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace
Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba
muerto.
Devoción
a San José
La devoción a San José se
fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser
el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la
tierra. Durante los primeros siglos de la
Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se
veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero,
así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre
otros), ya nos hablan de San José. Según
San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo
IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena
había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.
San Pedro Crisólogo:
"José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes" El
nombre de José en hebreo significa "el que va en aumento". Y así se
desarrollaba el carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta
llegar a una excelsa santidad.
En el Occidente, referencias a
(Nutritor Domini) San José aparecen en
el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera
iglesia a él dedicada. Algunos santos
del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se
destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida
de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17),
"La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo
fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica
de ofrecerle pleno culto a San José".
San José se introdujo en el
calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido
creciendo en popularidad. En 1621
Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José
en la letanía de los santos en 1726.
San Bernardino de Siena:
"... siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los
hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su
esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada?"
Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién
cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién
convivió durante treinta años.
Los franciscanos fueron los
primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Esta
fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San
José se arraigó entre los obreros durante el siglo XIX. El crecimiento de popularidad movió a Pío IX,
el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del
Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de
la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José.
Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.
San Alfonso María de Ligorio
nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la
santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que
vivieron juntos?" José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero
de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de
Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia,
y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres
y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José
vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que
aventajó a todos los santos.
*Icono san José, Parroquia Ntra. Sra. de Madrid, Técnica: Temple al huevo sobre tabla. Oro de 24 kilates, Hecho por mano de Juan José de Julián, Donado a la parroquia por Dña. Dolores.
lunes, 29 de enero de 2024
lunes, 22 de enero de 2024
lunes, 4 de diciembre de 2023
lunes, 20 de noviembre de 2023
lunes, 6 de noviembre de 2023
lunes, 25 de septiembre de 2023
viernes, 8 de septiembre de 2023
VIRGEN MARÍA: 5 datos que debes saber de la Natividad de la Virgen María
Cada 8 de septiembre la
Iglesia celebra el nacimiento de la Virgen María, la cual es conocida desde el
siglo VI. Es verdad que el Evangelio no menciona donde nació María, algunos
dicen que nació en Nazaret y otros que en Jerusalén.
5 datos
que debes saber de la Natividad de la Virgen María:
1) Esta
fiesta se comenzó a celebrar oficialmente con el Papa San Sergio (687-701 d.C.)
al establecer que se celebraran en Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra
Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.
2) El
nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin
pecado original y fue elegida para ser Madre de Dios. Era pura, santa, y tenía
la gracia santificante, desde su concepción. Con este hecho, se cumplieron las
Escrituras y todo lo dicho por los profetas
3) En la
plenitud de los tiempos, María se convirtió en el vehículo de la eterna
fidelidad de Dios. Hoy celebramos el aniversario de su nacimiento como una
nueva manifestación de esa fidelidad de Dios con los hombres.
4) Después
del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra
mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la
Virgen María comenzó a cumplirse la promesa.
5) La
vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le
otorgó y las bendiciones que derramó por Ella sobre el mundo.
Celebremos con alegría el
nacimiento de María, pues de ella nació Cristo Nuestro Señor, encomendemos
nuestras necesidades a Ella y regala flores a la Virgen en alguna capilla, en
señal del amor.
«Por tu nacimiento,
Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a todo el mundo: de ti nació el Sol
de justicia, Cristo, Dios nuestro» (Liturgia de las Horas,
Laudes, propio de la Fiesta).
¡Feliz cumpleaños, Madre querida!
viernes, 11 de agosto de 2023
SANTORAL: Santa Clara de Asís, Virgen, fundadora de las Clarisas
Pobre por elección, siguiendo
los pasos de Francisco
Domingo de Ramos 1211. El silencio en la noche de la campiña en Asís
se rompe con los pasos de Clara. Sabe que está a punto de contradecir a su
amada y rica familia, pero Dios ha puesto en ella el deseo de la verdadera
libertad: quiere ser pobre. Esa fuga a la seguridad que le daba su familia, es
el epílogo de un recorrido iniciado siete años antes cuando es testigo de un
hecho emocionante: un joven rico se desnuda, se quita sus vestidos y los
devuelve al padre y abraza la Virgen Pobreza. Es Francisco. Cuando escapa de su
casa, Francisco espera a Clara en la Porciúncula: le corta sus cabellos, le
pone una túnica de lana cruda y le encuentro un lugar donde quedarse en el
monasterio benedictino de San Pablo en Bastia Umbra. Su padre tratará de
convencerla inútilmente para que regrese a casa.
“Damas pobres”
La luz especial de Clara
conquista a otras mujeres, entre ellas, su madre y las hermanas: muy pronto
serán unas cincuenta. Francisco las llama “damas pobres” o “reclusas pobres” y
dispone para ellas el pequeño monasterio de San Damián, que recién había
restaurado y donde el joven recibió la invitación “Ve y repara mi casa “. Entre el pobrecito y Clara hay una comunión
plena, ella se define “su planta de semillero” y acompaña en misión a los
frailes por el mundo con la oración continua junto con las hermanas.
Primera mujer que escribe una
Regla
Fuerte y determinada, es la
primera mujer que escribe una Regla y que obtiene la aprobación del Papa
Gregorio IX, sellada luego por la bula de Inocencio IV en 1253, la Regla habla
del “privilegio de la pobreza” y del ardiente deseo de “observar el evangelio”.
Incansable adoradora de la
Eucaristía
La enfermedad marca sus
últimos 30 años, pero no abandona jamás el contacto gozoso con el Señor de la
oración: “No hay nada tan grande – escribe – como el corazón del hombre, allí
en su intimidad, vive Dios”. Incansable adoradora de la Eucaristía, provoca la
fuga de los sarracenos de Asís con la píxide en sus manos.
Proclamada santa dos años
después de su muerte
Una noche de Navidad, absorta
en sus oraciones, contempla desde las paredes de su celda los ritos que se
celebran en esos momentos en la Porciúncula, corazón de la comunidad de los
frailes. Por este motivo fue declarada por Pío
XII protectora de la televisión.
Muere el 11 de agosto del 1253
sobre el frío pavimento de San Damián. Sus últimas palabras fueron una acción
de gracias: “Señor, Tú que me has creado, bendito seas”. En los funerales
participa una muchedumbre jamás vista y sólo dos años más tarde fue proclamada
santa por Alejandro IV.
domingo, 6 de agosto de 2023
SANTORAL: La Transfiguración del Señor
Queridos amigos y
hermanos del blog: hoy 6 de agosto celebra la Iglesia la Fiesta de
El Evangelista San Mateo en el capítulo 17, versículos 1 al 9, relata este hecho de la siguiente manera: “Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, su rostro brilló como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con El. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: ‘Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, haré aquí tres carpas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías’. Aún estaba hablando él, cuando los cubrió una nube resplandeciente, y salió de la nube una voz que decía: ‘Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mi complacencia, escuchadle’.
Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor. Jesús se acercó, y tocándolos dijo: ‘Levantaos, no temáis’. Alzando ellos los ojos no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. Al bajar del monte les mandó Jesús: ‘No deis a conocer esta visión a nadie hasta que resucite de entre los muertos’.”
Este milagro de Cristo que acabamos de leer es la síntesis del misterio de la muerte y resurrección del Señor y la expresión característica de la vocación del cristiano. Fue para los apóstoles un fortalecimiento para que no se abatieran ante los sufrimientos que Jesús había de padecer. Era necesario que comprendieran que la pasión del Señor en lugar de ser aniquilamiento de la gloria del Hijo de Dios era el paso obligado que lo condujo a esa misma gloria.
Pero esta visión beatificante de Cristo no era más que un anticipo de la gloria de la resurrección y un viático para seguir con más fuerzas a Jesús en el camino del Calvario. Es esto lo que dijo claramente la voz que vino del cielo: ‘Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mi complacencia, escuchadle’. El Padre se complace en el Hijo porque aceptó ocultar sus resplandores bajo el velo de la carne humana y hasta bajo la ignominia de la cruz.
El Señor, momentáneamente, dejó entrever su divinidad, y los discípulos quedaron fuera de sí, llenos de una inmensa dicha, que llevarían en su alma toda la vida. “La transfiguración les revela a un Cristo que no se descubría en la vida de cada día. Está ante ellos como Alguien en quien se cumple la Alianza Antigua, y, sobre todo, como el Hijo elegido del Eterno Padre al que es preciso prestar fe absoluta y obediencia total” (Juan Pablo II, Homilía 27-II-1983), al que debemos buscar todos los días de nuestra existencia aquí en la tierra
Nosotros que somos sus discípulos actuales tenemos que escucharle siempre, y aún más atentamente cuando habla de la cruz e indica el camino. Nuestra vocación de cristianos es conformarnos a Cristo Crucificado para poder ser un día conformados y revestidos de su gloria.
Pidamos a Nuestra Señora que sepamos ofrecer con paz el dolor y la fatiga que cada día trae consigo, con el pensamiento puesto en Jesús, que nos acompaña en esta vida y que nos espera, glorioso al final del camino. “Y cuando llegue aquella hora en que se cierren mis ojos humanos, abridme otros, Señor, otros más grandes para contemplar vuestra faz inmensa. ¡Sea la muerte un mayor nacimiento!” (J. Margall, Canto espiritual), el comienzo de una vida sin fin.
viernes, 4 de agosto de 2023
SACERDOCIO: San Juan Bautista María Vianney
San
Juan Bautista María Vianney, “el Cura de Ars”, nació en Dardilly, en las
cercanías de Lyon (Francia), el 8 de mayo de 1786. Tras una infancia normal, a
los diecisiete años Juan María concibe el gran deseo de llegar a ser sacerdote.
Su padre, aunque buen cristiano, pone algunos obstáculos, que por fin son
vencidos. El joven inicia sus estudios en el seminario, dejando las tareas del
campo a las que hasta entonces se había dedicado.
Terminados sus estudios, el arzobispado de Lyón le encarga la pastoral de un minúsculo pueblecillo, a treinta y cinco kilómetros al norte de la capital, llamado Ars, donde llega el 9 de febrero de 1818, del que prácticamente no volverá a salir jamás.
Al principio le vemos visitando a sus fieles casa por casa; atendiendo paternalmente a los niños y a los enfermos; empleando gran cantidad de dinero en la ampliación y embellecimiento de la iglesia; ayudando fraternalmente a sus compañeros de los pueblos vecinos. Y todo esto va acompañado de una vida de asombrosas penitencias, de intensísima oración, de caridad, en algunas ocasiones llevada hasta el extremo para con los pobres.
Era lógico que aquellos buenos campesinos recurrieran luego a él, al presentarse dificultades, o simplemente para confesarse y volver a recibir los buenos consejos que de sus labios habían escuchado. Éste fue el comienzo de la célebre peregrinación de feligreses a Ars. Lo que al principio sólo era un fenómeno local, circunscrito casi a las diócesis de Lyon y Belley, luego fue tomando un vuelo cada vez mayor, de tal manera que llegó a hacerse célebre el cura de Ars en toda Francia y aún en Europa entera. De todas partes empezaron a afluir peregrinos, se editaron libros para servir de guía, y es conocido el hecho de que en la estación de Lyón se llegó a establecer una taquilla especial para despachar billetes de ida y vuelta a Ars.
Aquel pobre sacerdote, que trabajosamente había hecho sus estudios, y a quien la autoridad diocesana había relegado en uno de los pueblos más pequeños y menos devotos de la diócesis, iba a convertirse en consejero buscadísimo por millares y millares de almas. Y entre ellas se contarían gentes de toda condición, desde prelados insignes e intelectuales famosos, hasta humildísimos enfermos y pobres gentes atribuladas que irían a buscar en él algún consuelo.
Aquella afluencia de gentes iba a alterar por completo su vida. Día llegará en que el Santo Cura desconocerá su propio pueblo, encerrado como se pasará el día entre las míseras tablas de su confesonario. Entonces se producirá el milagro más impresionante de toda su vida: el simple hecho de que pudiera subsistir con aquel género de vida. Por si fuera poco, sus penitencias eran extraordinarias, y así podían verlo con admiración y en ocasiones con espanto quienes le cuidaban. Los años y las enfermedades le impedían dormir con suficiente tranquilidad.
Dios bendecía manifiestamente su actividad. El que a duras penas había hecho sus estudios, se desenvolvía con maravillosa firmeza en el púlpito, sin tiempo para prepararse, y resolvía delicadísimos problemas de conciencia en el confesionario. Es más: después de su muerte, hubo testimonios, abundantes hasta lo increíble, de su don de discernimiento de conciencias. A una persona le recordó un pecado olvidado, a otra le manifestó claramente su vocación, a otra le abrió los ojos sobre los peligros en que se encontraba, a otras personas que traían entre manos obras de mucha importancia para la Iglesia de Dios les descorrió el velo del porvenir... Con sencillez, casi como si se tratara de corazonadas o de ocurrencias, el Santo mostraba estar en íntimo contacto con Dios Nuestro Señor y ser iluminado con frecuencia por Él.
El viernes 29 de julio de 1859 se sintió indispuesto. Pero bajó, como siempre, a la iglesia a la una de la madrugada. Sin embargo, no pudo resistir toda la mañana en el confesonario y hubo de salir a tomar un poquito de aire. Luego subió al púlpito. No se le entendía, pero era igual. Sus ojos bañados de lágrimas, volviéndose hacia el sagrario, lo decían todo. Continuó confesando, pero ya a la noche se vio que estaba herido de muerte. Descansó mal y pidió ayuda. «El médico nada podrá hacer. Llamad al señor cura de Jassans».
Ahora ya se dejaba cuidar como un niño. No rechistó cuando pusieron un colchón a su dura cama. Obedeció al médico. El mismo obispo de la Diócesis vino a compartir su dolor. Tras una emocionante despedida de su buen padre y pastor, el Santo Cura ya no pensó más que en morir. Y en efecto, con paz celestial, el jueves 4 de agosto, a las dos de la madrugada, mientras su joven coadjutor rezaba las hermosas palabras «que los santos ángeles de Dios te salgan al encuentro y te introduzcan en la celestial Jerusalén», suavemente, sin agonía, «como obrero que ha terminado bien su jornada», el Cura de Ars entregó su alma a Dios.
Así se ha realizado lo que él decía en una memorable catequesis matinal: «¡Dios mío, cómo me pesa el tiempo con los pecadores! ¿Cuándo estaré con los santos? Entonces diremos al buen Dios: Dios mío, te veo y te tengo, ya no te escaparás de mí jamás, jamás».
Lo
canonizó el papa Pío XI el 31 de mayo de 1925, quien tres años más tarde, en
1928, lo nombró Patrono de los Párrocos. Su cuerpo se conserva incorrupto en la
Basílica de Ars. Su fiesta se celebra el 4 de agosto.
Por causa de una intensa niebla en la campiña Juan María Vianney no encontraba el pueblito de Ars donde el obispo le había asignado como párroco. Entonces el santo encuentra un niño llamado Antoine Givre a quien le dice: “Muéstrame el camino a Ars y yo te mostraré el camino al cielo”.