lunes, 24 de marzo de 2025
sábado, 22 de marzo de 2025
CINE, FE Y VALORES: “El Guardián. Bajo la protección de San José”
Sipnosis:
Una prometedora violinista y
su marido, un ambicioso periodista de radio local, atraviesan una crisis
matrimonial que parece llevarles a una ruptura definitiva. Todo cambia cuando
él descubre por una investigación cómo las intervenciones de San José han impactado
a otros y reflexiona sobre su propio papel como esposo y padre. En el momento
crucial, ¿actuará como el guardián de su familia?
¿Por qué una película sobre el
matrimonio y San José?
“San José será el santo
patrón del tercer milenio.” (Martha Robin, estigmatizada
francesa).
“En un mundo lleno de
divorcios, relaciones inestables y familias fragmentadas, necesitamos
desesperadamente a José.” (Cardenal George Pell, Diario
de la prisión. Liberando a los inocentes).
“San José es el terror
de los demonios y un aliado indispensable en la defensa del matrimonio y la
familia.” (P. Donald Calloway, MIC).
Sobre la película
El Guardián es una producción
de la Asociación Rafael, financiada por crowdfunding. Más de 5.000 personas de
Polonia y del extranjero apoyaron financieramente la producción para que la
historia de la intercesión de San José llegara más allá de las fronteras de
Polonia.
La película está basada en
historias reales y cuenta con elementos documentales. A través de Robert y Dominika
conocemos una historia más profunda sobre la figura evangélica del guardián
terrenal de Jesús y el papel que juega en la vida de muchas personas
contemporáneas.
Una prometedora violinista
filarmónica y su marido, un ambicioso periodista de radio local, atraviesan una
crisis matrimonial. Debido a los crecientes problemas y a la constante falta de
dinero, Dominika (Karolina Chapko) se interesa por un rico hombre de negocios
(Radosław Pazura), y Robert (Rafał Zawierucha) no puede hacer frente a la
ruptura de su familia. Todo cambia cuando él comienza a descubrir cómo las
intervenciones de San José han impactado a otros y a reflexionar sobre su
propio papel como esposo y padre. En el momento crucial, ¿actuará como el
guardián de su familia?
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Imagen de la Sagrada Familia de Kalisz, Polonia |
FICHA TÉCNICA·
Título oficial: El
Guardián. Bajo la protección de San José.
Título original: Opiekun
Estreno: 14 de marzo
de 2025
Género: Drama-Ficción
Año: 2023
Duración: 90 minutos
Formato: 1.85:1 - 2K -
Dolby 5.1
País: Polonia
Director: Dariusz Regucki
Montaje: Marcin
Dulemba
Música: Dariusz
Regucki
Fotografía: Michał
Bożek
Guion: Dariusz
Regucki, Aleksandra Polewska y Bartosz Geisler
Reparto: Karolina
Chapko, Rafał Zawierucha, Radosław Pazura, Maja Barełkowska, Oliwier
Kaftanowicz, Maciej Grzybowski, Lech Wierzbowski
Calificación: No
recomendada para menores de siete años
Productora: Media
Nobis y Rafael Film
Distribuidor: Goya
Producciones y European Dreams Factory
Consulta
los detalles y compra tus entradas en la página oficial:
https://www.elguardianlapelicula.com/
jueves, 20 de marzo de 2025
APOLOGÉTICA HOY (audios): Catequesis sobre el Glorioso Patriarca San José
Programa radiofónico: "APOLOGÉTICA HOY, Colaboradores de la Verdad".
Director: Padre José Antonio Medina.
Episodio Nº 32.
Tema: Catequesis
sobre el Glorioso Patriarca San José
Contenido:
-
San José (Apologética Cristiana):
1 – Estudio teológico sobre la persona y misión de San
José.
2 – San José, Esposo de María (Sagrada Escritura,
Tradición y Magisterio de la Iglesia).
3 – Padre Legal y Virginal de San José (Sagrada
Escritura, Tradición y Magisterio de la Iglesia).
4 – Dignidad y eximia santidad de San José.
5 – Culto y Devoción a San José.
Fecha de emisión original en Radio María España el miércoles 19 de marzo
de 2025.
miércoles, 19 de marzo de 2025
INTIMIDAD DIVINA – Santoral: San José
«Este es el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su servidumbre» (Entrada).
La Liturgia de hoy en honor de San José pone de relieve las características de este hombre humilde y silencioso que ocupó un puesto de primer plano en la inserción del Hijo de Dios en la historia. Descendiente de David -«hijo de David», como dice el Evangelio (Mt 1, 20)- emparenta a Cristo con la estirpe de la que Israel esperaba al Mesías. Por medio del humilde carpintero de Nazaret se realiza así la profecía hecha a David: «Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre» (2 Sm 7, 16; 1.a lectura) José no es el padre natural de Jesús porque no le ha dado la vida, pero es el padre virginal que por mandato divino cumple, para con él, una misión legal: le da un nombre, lo inserta en su linaje, lo tutela y provee a su sustento. Esta relación tan íntima con Jesús le viene de su desposorio con María.
José es el, hombre «justo» (Mt 1, 19) al que ha sido confiada la misión de esposo virgen de la más excelsa entre las criaturas y de padre virginal del Hijo del Altísimo. Es «justo» en el sentido pleno del vocablo, que indica virtud perfecta y santidad. Una justicia, pues, que penetra todo su ser mediante una total pureza de corazón y de vida y una total adhesión a Dios y a su voluntad. Todo esto en un cuadro de vida humilde y escondida como ninguna, pero resplandeciente de fe y amor. «El justo vivirá de la fe» (Rm 1, 17); y José, el «justo» por excelencia, vivió en grado máximo de esta virtud. Muy oportunamente la segunda lectura (Rm 4, 13.1618. 22) habla de la fe de Abrahán presentándola como tipo y figura de la de José.
Abrahán «creyó contra toda esperanza» (ib 18) que llegaría a ser padre de una gran descendencia y continuó creyéndolo aun cuando, por obedecer a una orden divina, estaba para sacrificar a su hijo único. José frente al misterio desconcertante de la maternidad de María creyó en la palabra del ángel: «la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo» (Mt 1, 20), y cortando toda vacilación obedeció a su mandato: «no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer» (ib). Con más fe que Abrahán, hubo de creer en lo que es humanamente inimaginable: la maternidad de una virgen y la encarnación del Hijo de Dios. Por su fe y obediencia mereció que estos misterios se cumpliesen bajo su techo.
Toda la vida de José fue un acto continuado de fe y de obediencia en las circunstancias más oscuras y humanamente difíciles. Poco después del nacimiento de Jesús se le dice: «Levántate, toma al Niño y a su madre y huye a Egipto» (Mt 2, 13); más tarde el ángel del Señor le ordena: «Ve a la tierra de Israel» (ib 20). Inmediatamente -de noche- José obedece. No demora, no pide explicaciones ni opone dificultades. Es a la letra «el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia» (Lc 12, 42), totalmente disponible a la voluntad de Dios, atento al menor gesto suyo y presto a su servicio. Una entrega semejante es prueba de un amor perfecto; José ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas.
Su posición de jefe de la sagrada familia le hace entrar en una intimidad singular con Dios cuyas veces hace, cuyas órdenes ejecuta y cuya voluntad interpreta; con María, cuyo esposo es; con el Hijo de Dios hecho hombre, a quien ve crecer bajo sus ojos y sustenta con su trabajo. Desde el momento en que el ángel le revela el secreto de la maternidad de María, José vive en la órbita del misterio de la encarnación; es su espectador, custodio, adorador y servidor. Su existencia se consume en estas relaciones, en un clima de comunión con Jesús y María y de oración silenciosa y adoradora. Nada tiene y nada busca para sí: Jesús le llama padre, pero José sabe en que no es su hijo, y Jesús mismo lo confirmará: «¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?» (Lc 2, 49).
María es su esposa, pero José sabe que ella pertenece exclusivamente a Dios y la guarda para él, facilitándole la misión de madre del Hijo de Dios. Y luego, cuando su obra ya no es necesaria, desaparece silenciosamente. Sin embargo, José ocupa todavía en la Iglesia un lugar importante, pues continúa para con la entera familia de los creyentes su obra de custodio silencioso y providente, comenzada con la pequeña familia de Nazaret. Así la Iglesia lo venera e invoca como su protector y así lo contemplan los creyentes mientras se esfuerza en imitar sus virtudes. En los momentos oscuros de la vida, el ejemplo de San José es para todos un estímulo a la fe inquebrantable, a la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios y al Servicio generoso.
Anuncia, oh José..., los prodigios divinos que tus ojos han contemplado: tú has visto al Infante reposar en el seno de la Virgen; lo has adorado con los Magos; has cantado gloria a Dios con los pastores según la palabra del Ángel: ruega a Cristo Dios para que nuestras almas sean salvas...
Tu alma fue obediente al divino mandato; colmado de pureza sin par, oh dichoso José, mereciste recibir por esposa a la que es pura e inmaculada entre todas las mujeres; tú fuiste el custodio de esa Virgen, cuando mereció convertirse en tabernáculo del Creador...
Tú llevaste, de la ciudad de David a Egipto, a la Virgen pura, como a nube misteriosa que lleva escondido en su seno el Sol de justicia... Oh José, ministro del incomprensible misterio.
Tú asististe con acierto, oh José, al Dios hecho niño en la carne; le serviste como uno de sus ángeles; él te iluminó al punto, y tú acogiste sus rayos espirituales. ¡Oh dichoso! Te mostraste esplendente de tu luz en tu corazón y en tu alma. El que con una palabra formó el cielo, la tierra y el mar, se llamó hijo del carpintero, hijo tuyo, oh admirable José. Fuiste hecho padre del que no tiene principio y que te honró como a ministro de un misterio que excede toda inteligencia.
¡Qué preciosa fue tu muerte a los ojos del Señor, oh dichoso! Consagrado al Señor desde la infancia, fuiste el guardián sagrado de la Virgen bendita; y cantaste con ella el cántico: «Toda criatura bendiga al Señor y lo ensalce por los siglos. Amén». (Himno de la Iglesia griega, de Les plus beaux textes sur S. Joseph, p. 121-2).
Oh José, varón prudente, esplendente de bondad..., teniendo en tus brazos a Cristo, fuiste santificado. Santifica a los que ahora celebran tu memoria, oh justo, oh José santísimo, esposo de la Madre de Dios la toda santa... ¡Oh tú, feliz, pide sin cesar al Verbo libre de tentaciones a los que te veneran. Tú guardaste a la Inmaculada que conservó intacta su virginidad y en la cual el Verbo se hizo carne. Tú la guardaste después de la Natividad misteriosa. Junto con ella, oh José, portador de Dios, acuérdate de nosotros. (José el Himnógrafo, de Les plus beaux textes sur S. Joseph, p. 29-31).
Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,
del P. Gabriel de Santa María
Magdalena, OCD.
martes, 19 de marzo de 2024
SANTORAL: San José, Esposo virginal de María y Padre putativo de Jesús
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Icono de San José* |
Queridos amigos y hermanos del
blog: San José es modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de
los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte. A
San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser
esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo
que más cerca esta de Jesús y de la Santísima Virgen María.
Nuestro Señor fue llamado
"hijo de José" (Juan 1,45; 6,42; Lucas 4,22) el carpintero (Mateo
12,55). No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre
virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios),
pero José lo adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre.
¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta
unión existió en su ejemplar matrimonio con María!
San José es llamado el
"Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan
solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre
responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José
fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido"
de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del
Señor.
Vida
de San José
Las principales fuentes de
información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio
de Mateo y de Lucas. San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según
San Lucas (3,23), su padre era Helí.
Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era
descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de
la Anunciación), San José vivía en Nazaret.
Según San Mateo 13,55 y Marcos
6,3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que
era carpintero. San Justino lo confirma y la tradición ha aceptado esta
interpretación.
Si el matrimonio de San José
con María Santísima ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido
por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás,
opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a
José. Santo Tomás observa que esta
interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.
Los hombres por lo general se
casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se
desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero... ejemplo
para todos nosotros.
Amor
virginal
Ambos recibieron
extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. San José y
María Santísima permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en
relación a Jesús. La virginidad, como
donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar
el amor divino en la forma más pura y sublime. Dios habitaba siempre en
aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que
recibían de Dios.
El matrimonio fue auténtico,
pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la
intención de permanecer en el estado virginal. Pronto la fe de San José fue
probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la
Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a
lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en
sueño:
"Su marido José, como era
justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo
tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo
engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como
el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mt. 1,19-20,
24).
Unos meses mas tarde, llegó el
momento para San José y María de partir hacia Belén para empadronarse según el
decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba
en cinta. (cf. Lucas 2,1-7).
En Belén tuvo que sufrir con la
Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo.
Allí nació su Hijo. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual
sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas
tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, san
Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía
de él" (Lucas 2,33).
Después de la visita de los
magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su
poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por
un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y
estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para
matarle» (Mateo 2,13). San José obedeció
y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.
San José tuvo que vivir unos
años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto. Esto representaba dificultades muy grandes:
la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo
de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para
encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor
sin exigir nada.
Una vez mas por medio del
ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: "«Levántate, toma contigo
al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han
muerto los que buscaban la vida del niño.» Él se levantó, tomó consigo al niño
y a su madre, y entró en tierra de Israel.
Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre
Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de
Galilea" (Mateo 2,22).
Fue así que la Sagrada Familia
regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con
San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación
a Jerusalén (cf. Lucas 2,42-51). San
José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el
Templo. Dios quiso que este santo varón
nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su
taller de carpintería.
Lo más probable es que San
José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no
estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla más de él. De estar vivo, San
José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace
Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba
muerto.
Devoción
a San José
La devoción a San José se
fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser
el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la
tierra. Durante los primeros siglos de la
Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se
veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero,
así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre
otros), ya nos hablan de San José. Según
San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo
IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena
había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.
San Pedro Crisólogo:
"José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes" El
nombre de José en hebreo significa "el que va en aumento". Y así se
desarrollaba el carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta
llegar a una excelsa santidad.
En el Occidente, referencias a
(Nutritor Domini) San José aparecen en
el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera
iglesia a él dedicada. Algunos santos
del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se
destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida
de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17),
"La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo
fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica
de ofrecerle pleno culto a San José".
San José se introdujo en el
calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido
creciendo en popularidad. En 1621
Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José
en la letanía de los santos en 1726.
San Bernardino de Siena:
"... siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los
hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su
esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada?"
Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién
cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién
convivió durante treinta años.
Los franciscanos fueron los
primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Esta
fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San
José se arraigó entre los obreros durante el siglo XIX. El crecimiento de popularidad movió a Pío IX,
el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del
Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de
la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José.
Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.
San Alfonso María de Ligorio
nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la
santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que
vivieron juntos?" José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero
de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de
Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia,
y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres
y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José
vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que
aventajó a todos los santos.
*Icono san José, Parroquia Ntra. Sra. de Madrid, Técnica: Temple al huevo sobre tabla. Oro de 24 kilates, Hecho por mano de Juan José de Julián, Donado a la parroquia por Dña. Dolores.
viernes, 9 de febrero de 2024
SAN JOSÉ: Los santos que más han difundido su devoción en la historia de la Iglesia
“San José, terror de demonios”. San José es invocado como “terror de los demonios”, por estar unido siempre a la Virgen María, quien pisa la cabeza de la serpiente. En la imagen San José aparece pisando el dragón, el antiguo demonio o Satanás, rodeado por los 26 santos, beatos y venerables que más han contribuido a extender su devoción a lo largo de la historia.
Esta es un obra de la artista americana Bernadette Carstensen
por encargo del P. Donald Calloway, asistente del rector del Santuario Nacional
de la Divina Misericordia en Stockbridge, Massachusetts.
Las imágenes y la idea original de esta publicación es de la Congregación Madres de Desamparados y San José de la Montaña, Valencia, España.
viernes, 2 de febrero de 2024
SAN JOSÉ: Oración a San José, Terror de los demonios
Oración a San José, Terror de los demonios
San
José, Terror de los demonios, lanza tu solemne mirada sobre el demonio y todos
sus secuaces, y protégenos con tu poderosa vara.
Huiste
de noche para evitar los malvados planes del maligno; ahora, con el poder de
Dios, ¡aniquila a los demonios que huyen de ti!
Te
suplicamos que protejas especialmente a los sacerdotes y consagrados, a los niños,
a las madres y padres, a las familias, a los ancianos, y a los enfermos y moribundos.
Por la
gracia de Dios, ningún demonio se atreve a acercarse cuando tú estás cerca, y
por eso te pedimos que ¡siempre estés junto a nosotros!
¡San
José, Terror de los demonios, ruega por nosotros!
Amén.
viernes, 26 de enero de 2024
SAN JOSÉ: Exorcista explica por qué San José es “el terror de los demonios”
(Escrito por Walter Sánchez
Silva para AciPrensa) El P. Francisco
Torres Ruiz, exorcista y experto en liturgia de la Diócesis de Plasencia
(España), explica por qué San José es invocado como el "el terror de los
demonios".
En entrevista con EWTN
Noticias, el sacerdote indicó que una de las partes del exorcismo es el rezo de
las letanías de los santos y, al mencionar sus nombres, el diablo puede o no
reaccionar.
"A veces, cuando al
demonio ya se le tiene doblegado y se consigue arrancarle alguna verdad, porque
Dios le obliga a hacerlo, significa que esos santos a los que él ha reaccionado
con más violencia están presentes en el exorcismo" de manera espiritual,
precisó el P. Torres.
Durante el exorcismo,
prosiguió el sacerdote, los santos "protegen al fiel, rezan con nosotros,
rezan con el exorcista y con las personas que están en ese momento en la sala o
en la capilla rezando, imploran a Dios, interceden por nosotros".
"Hay veces que los mismos
santos han incluso exhortado y ordenado al demonio que deje en paz a la
persona", destacó.
El papel de San José en los
exorcismos
"Con San José he tenido
una experiencia preciosa, porque San José, en la lucha contra el mal, está
íntimamente unidos a la batalla que pelea también la Santísima Virgen
María", relató el sacerdote.
"Hay que tener en cuenta
que San José es un hombre justo, así lo define la Biblia, que San José es un
hombre casto, y por tanto él nunca tuvo tentación ninguna de aprovecharse de la
Virgen o convivir maritalmente con el acto conyugal con la Virgen María",
continuó.
El P. Torres resaltó que San
José quiso repudiar a la Virgen María en secreto cuando supo que estaba
embarazada, porque "era más el amor que tenía a la Virgen Santísima que su
justicia como hombre".
Por todo ello, subrayó el
exorcista, "el diablo a San José le tiene un odio especial".
El sacerdote hizo notar que,
en la lucha contra el mal, "San José es invocado como 'terror de los
demonios', unido siempre a la Virgen María, que pisó la cabeza de la
serpiente".
"Y como dice a veces un
poco el imaginario popular, San José, como buen carpintero, con el hacha que
usaba para cortar la madera le corta la cola a la serpiente".
domingo, 31 de diciembre de 2023
NAVIDAD: San José y la Navidad, una homilía inédita de Benedicto XVI
(Vatican News) El
dominical alemán Welt am Sonntag, vinculado al diario alemán Die Welt, ha
publicado recientemente la versión alemana de una de las homilías pronunciadas
por el Papa emérito durante las celebraciones dominicales privadas en la
capilla del monasterio Mater Ecclesiae tras su renuncia.
El padre Federico Lombardi,
presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger - Benedicto XVI, explicó
que existe una colección de homilías "privadas" de Benedicto XVI,
grabadas y transcritas por las "Memores Domini", las consagradas que
vivieron con él. La colección contiene más de treinta homilías, en italiano, de
los años de su pontificado y más de cien de los primeros años después de su
renuncia. El padre Lombardi la publicará próximamente como volumen en la
Libreria Editrice Vaticana.
La homilía que sigue fue
pronunciada para el cuarto domingo de Adviento, 22 de diciembre de 2013, y está
dedicada principalmente a la figura de san José, presentada por el texto
evangélico del día. A continuación reproducimos el texto íntegro.
Queridos amigos:
Junto a María, Madre del
Señor, y a san Juan Bautista, hoy la liturgia nos presenta una tercera figura,
que casi incorpora el Adviento: san José. Meditando el texto evangélico podemos
ver, me parece, tres elementos constitutivos de esta visión.
El primero y decisivo es que
San José es llamado "hombre justo". Esta es para el Antiguo
Testamento la caracterización máxima de quien vive verdaderamente según la
palabra de Dios, de quien vive la alianza con Dios.
Para entenderlo bien, debemos
pensar en la diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
El acto fundamental del
cristiano es el encuentro con Jesús, en Jesús con la Palabra de Dios, que es
Persona. Al encontrarnos con Jesús nos encontramos con la verdad, con el amor
de Dios, y así la relación de amistad se convierte en amor, crece nuestra comunión
con Dios, somos verdaderamente creyentes y nos convertimos en santos.
El acto fundamental en el
Antiguo Testamento es diferente, porque Cristo era todavía algo futuro y, por
tanto, en el mejor de los casos se iba al encuentro de Cristo, pero no era
todavía un verdadero encuentro como tal. La palabra de Dios en el Antiguo Testamento
tiene básicamente la forma de la ley - "Torá". Dios guía, ese es el
significado, Dios nos muestra el camino. Es un camino de educación que forma al
hombre según Dios y le capacita para el encuentro con Cristo. En este sentido,
esta rectitud, este vivir según la ley es un camino hacia Cristo, una
prolongación hacia Él; pero el acto fundamental es la observancia de la Torá,
de la ley, y ser así "un hombre justo".
San José es de nuevo un justo
ejemplar del Antiguo Testamento.
Pero aquí hay un peligro y al
mismo tiempo una promesa, una puerta abierta.
El peligro aparece en las
discusiones de Jesús con los fariseos y, sobre todo, en las cartas de San
Pablo. El peligro consiste en que si la palabra de Dios es fundamentalmente
ley, debe ser vista como una suma de prescripciones y prohibiciones, un paquete
de normas, y la actitud debe ser, por tanto, observar las normas y por tanto
ser correcto. Pero si la religión es así, no es más que eso, no nace una
relación personal con Dios, y el hombre permanece en sí mismo, busca
perfeccionarse, ser perfecto. Pero esto da lugar a la amargura, como vemos en
el segundo hijo de la parábola del hijo pródigo, que, habiéndolo observado
todo, al final se amarga e incluso tiene un poco de envidia de su hermano que,
como él piensa, ha tenido vida en abundancia. Este es el peligro: la mera
observancia de la ley se vuelve impersonal, solo un hacer, el hombre se vuelve
duro e incluso amargado. Al final no puede amar a este Dios, que se presenta
solamente con reglas y a veces incluso con amenazas. Este es el peligro.
La promesa, en cambio, es:
podemos ver también estas prescripciones, no solo como un código, un paquete de
reglas, sino como una expresión de la voluntad de Dios, en la que Dios me
habla, yo hablo con Él. Entrando en esta ley entro en diálogo con Dios, conozco
el rostro de Dios, empiezo a ver a Dios, y así estoy en camino hacia la palabra
de Dios en persona, hacia Cristo. Y un verdadero justo como san José es así:
para él la ley no es simplemente la observancia de unas normas, sino que se
presenta como una palabra de amor, una invitación al diálogo, y la vida según
la palabra es entrar en este diálogo y encontrar detrás de las normas y en las
normas el amor de Dios, comprender que todas estas normas no sirven por sí
mismas, sino que son normas de amor, sirven para que crezca en mí el amor. Así
se comprende que, finalmente, toda ley es solo amor a Dios y al prójimo. Una
vez que se ha encontrado esto, se ha observado toda la ley. Si uno vive en este
diálogo con Dios, un diálogo de amor en el que busca el rostro de Dios, en el
que busca el amor y hace comprender que todo lo dicta el amor está en camino
hacia Cristo, es un verdadero justo. San José es un verdadero justo, por eso en
él el Antiguo Testamento se convierte en Nuevo, porque en las palabras busca a
Dios, a la persona, busca su amor, y toda observancia es vida en el amor.
Lo vemos en el ejemplo que nos
ofrece este Evangelio. San José, comprometido con María, descubre que espera un
hijo. Podemos imaginarnos su decepción: conocía a esta muchacha y la
profundidad de su relación con Dios, su belleza interior, la extraordinaria
pureza de su corazón; veía brillar en ella el amor de Dios y el amor a su
palabra, a su verdad, y ahora se encuentra gravemente decepcionado. ¿Qué hacer?
He aquí que la ley ofrece dos posibilidades, en las que aparecen dos caminos,
el peligroso, el fatal, y el de la promesa. Puede demandar ante el tribunal y
así exponer a María a la vergüenza, destruirla como persona. Puede hacerlo en
privado con una carta de separación. Y san José, un hombre verdaderamente
justo, aunque sufrió mucho, llega a la decisión de tomar este camino, que es un
camino de amor en la justicia, de justicia en el amor, y san Mateo nos dice que
luchó consigo mismo, en sí mismo con la palabra. En esta lucha, en este camino
para comprender la verdadera voluntad de Dios, ha encontrado la unidad entre el
amor y la regla, entre la justicia y el amor, y así, en su camino hacia Jesús,
está abierto a la aparición del ángel, abierto a que Dios le dé a conocer que
se trata de una obra del Espíritu Santo.
San Hilario de Poitiers, en el
siglo IV, una vez, tratando del temor de Dios, dijo al final: "Todo
nuestro temor está puesto en el amor", es solo un aspecto, un matiz del
amor. Así que podemos decir aquí para nosotros: toda la ley está puesta en el
amor, es una expresión del amor y debe cumplirse entrando en la lógica del
amor. Y aquí hay que tener en cuenta que, incluso para nosotros los cristianos,
existe la misma tentación, el mismo peligro que existía en el Antiguo
Testamento: incluso un cristiano puede llegar a una actitud en la que la
religión cristiana sea vista como un paquete de reglas, prohibiciones y normas
positivas, de prescripciones. Se puede llegar a la idea de que solo se trata de
cumplir prescripciones impersonales y así perfeccionarse, pero de este modo se
vacía el fondo personal de la palabra de Dios y se llega a una cierta amargura
y dureza del corazón. En la historia de la Iglesia vemos esto en el jansenismo.
También nosotros conocemos este peligro, también nosotros sabemos personalmente
que debemos superar siempre de nuevo este peligro y encontrar a la Persona y,
en el amor a la Persona, el camino de la vida y la alegría de la fe. Ser justos
es encontrar este camino, y por eso también nosotros estamos siempre de nuevo
en camino del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento en la búsqueda de la
Persona, del rostro de Dios en Cristo. Esto es precisamente el Adviento: salir
de la pura norma hacia el encuentro del amor, salir del Antiguo Testamento, que
se convierte en Nuevo.
Este es, pues, el primer y
fundamental elemento de la figura de San José, tal como aparece en el Evangelio
de hoy. Ahora, dos comentarios muy breves sobre el segundo y el tercer
elemento.
El segundo: ve al ángel en
sueños y escucha su mensaje. Esto supone una sensibilidad interior hacia Dios,
una capacidad de percibir la voz de Dios, un don de discernimiento, que le hace
capaz de discernir entre los sueños que son sueños y un verdadero encuentro con
Dios. Solo porque san José estaba ya en camino hacia la Persona del Verbo,
hacia el Señor, hacia el Salvador, pudo discernir; Dios pudo hablarle y él
comprendió: esto no es un sueño, es la verdad, es la aparición de su ángel. Y
así pudo discernir y decidir.
También es importante para
nosotros esta sensibilidad a Dios, esta capacidad de percibir que Dios me
habla, y esta capacidad de discernir. Por supuesto, Dios no nos habla
normalmente como habló a través del ángel a José, pero también tiene sus modos
de hablarnos. Son gestos de la ternura de Dios, que debemos percibir para
encontrar alegría y consuelo, son palabras de invitación, de amor, incluso de
petición en el encuentro con personas que sufren, que necesitan mi palabra o mi
gesto concreto, una acción. Aquí hay que ser sensible, conocer la voz de Dios,
comprender que ahora Dios me habla y responder.
Y así llegamos al tercer
punto: la respuesta de San José a la palabra del ángel es la fe y luego la
obediencia, que se cumple. Fe: comprendió que era realmente la voz de Dios, que
no era un sueño. La fe se convierte en un fundamento sobre el que actuar, sobre
el que vivir, es reconocer que es la voz de Dios, el imperativo del amor, que
me guía por el camino de la vida, y luego hacer la voluntad de Dios. San José
no era un soñador, aunque el sueño fue la puerta por la que Dios entró en su
vida. Era un hombre práctico y sobrio, un hombre de decisión, capaz de
organizarse. No fue fácil -creo- encontrar en Belén, porque no había sitio en
las casas, el establo como lugar discreto y protegido y, a pesar de la pobreza,
digno para el nacimiento del Salvador. Organizar la huida a Egipto, encontrar
un lugar donde dormir cada día, vivir durante mucho tiempo: todo ello exigía un
hombre práctico, con sentido de la acción, con capacidad para responder a los
desafíos, para encontrar formas de sobrevivir. Y luego, a su regreso, la
decisión de volver a Nazaret, de fundar aquí la patria del Hijo de Dios,
muestra también que era un hombre práctico, que como carpintero vivía y hacía
posible la vida cotidiana.
Así, san José nos invita, por
una parte, a este camino interior en la Palabra de Dios, a estar cada vez más
cerca de la persona del Señor, pero al mismo tiempo nos invita a una vida
sobria, al trabajo, al servicio cotidiano para cumplir con nuestro deber en el
gran mosaico de la historia.
Demos gracias a Dios por la
hermosa figura de San José. Oremos: "Señor ayúdanos a abrirnos a Ti, a
encontrar cada vez más tu rostro, a Amarte, a encontrar el amor en la norma, a
enraizarnos, a realizarnos en el amor. Ábrenos al don del discernimiento, a la
capacidad de escucharte y a la sobriedad de vivir según tu voluntad y en
nuestra vocación". Amén.
BENEDICTO XVI
miércoles, 28 de junio de 2023
LA LUZ DE FRANCISCO (audios): La devoción a San José
Tema del episodio Nº 32 del ciclo:
La devoción a San José
“La luz de Francisco”, es un micro programa de evangelización, realizado por el sacerdote argentino José Antonio Medina Pellegrini, que se emitió todos los viernes a las 13:30 hs por Cadena Cope Cádiz, España, desde octubre de 2013 a junio de 2014.
El programa cuenta con una particularidad muy importante: la sintonía del mismo ha sido escrita e interpretada por Palito Ortega en homenaje al Papa Francisco y regalada al Padre José Medina para que le acompañe en este programa de evangelización, que adopta su nombre de esta misma canción.
lunes, 1 de mayo de 2023
viernes, 26 de agosto de 2022
LITURGIA: El Papa Francisco añadió una mención fija a San José en el canon de todas las misas
Queridos amigos y hermanos del
blog: el Papa Francisco ha añadido una mención justo después de la referencia a
«María, la Virgen Madre de Dios», a «su esposo San José» en el canon de
todas las misas.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el pasado 19 de junio de 2014 un decreto, fechado el 1 de mayo y firmado por el prefecto de ese dicasterio, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, por el cual dispone que también en las Plegarias eucarísticas II, III y IV del Misal Romano, después de la Bienaventurada Virgen María, se mencione el nombre de su esposo San José.
“En la Iglesia Católica -dice el decreto- los fieles han manifestado siempre una devoción ininterrumpida a San José y han honrado solemne y constantemente la memoria del esposo castísimo de la Madre de Dios y Patrón celeste de toda la Iglesia, hasta el punto de que ya el beato Juan XXIII durante el Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II decretó que se añadiera su nombre en el antiquísimo Canon Romano. El Sumo Pontífice Benedicto XVI acogió con benevolencia y aprobó los devotos deseos que llegaron por escrito procedentes de múltiples lugares, y que ahora ha confirmado el Sumo Pontífice Francisco, confirmando la plenitud de la comunión de los Santos que, en un tiempo peregrinos junto a nosotros en el mundo, nos conducen a Cristo y nos unen a Él”.
El cambio en el texto de la parte fija de la misa puede ser incorporado desde el pasado 19 de junio por los sacerdotes que la celebren, sin esperar a que se publiquen las nuevas ediciones del misal.
Siguiendo el ejemplo de Juan XXIII, que añadió durante el Concilio Vaticano II una mención a San José en el Canon Romano (el número I), el Papa Francisco ha aprobado extender ese cambio a los cánones II, III y IV, haciéndolo universal.
Los nuevos textos de la Plegaria eucarística en español son:
- Plegaria Eucarística II: “con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y”…
- Plegaria Eucarística III: “con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires”…
- Plegaria Eucarística IV: “con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos”…
“Por lo que respecta a los textos en lengua latina -especifica el texto- se utilizarán las fórmulas que desde ahora se declaran típicas. La misma Congregación se ocupará de las traducciones en las lenguas occidentales de mayor difusión; las que se redacten en otras lenguas tendrá que elaborarse, según las normas del derecho, por las respectivas Conferencias episcopales y confirmadas por la Sede Apostólica a través de este dicasterio”.
El Papa Francisco tiene una gran devoción a San José y por eso celebró la misa de Inauguración de Pontificado el 19 de marzo, dedicando a las virtudes de José y a su tarea de custodio de Jesús, una parte entrañable de su homilía: “Hemos escuchado en el Evangelio que ‘José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer’ (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: ‘Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo’ (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).”
Además en su Escudo Papal en la parte inferior se contempla la estrella y la flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, simboliza a la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia; la flor de nardo indica a san José, patrono de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, en efecto, san José se representa con un ramo de nardo en la mano. Al incluir en su escudo estas imágenes el Papa desea expresar su especial devoción hacia la Virgen Santísima y san José.
sábado, 30 de abril de 2022
SAN JOSÉ: “Jesús aprende de san José el oficio de carpintero”
Queridos amigos y hermanos:
ante más de 70 mil fieles, en la Plaza de San Pedro, el Obispo de Roma, el 1 de
mayo de 2013, pidió una opción decidida contra la trata de personas y el
trabajo que esclaviza. Y haciendo hincapié en la dignidad humana de los
trabajadores e invitando a la solidaridad, se dirigió también en particular a
los responsables de la cosa pública. En su catequesis central en italiano,
Francisco se detuvo sobre san José obrero y la Virgen María «dos figuras tan
importantes en la vida de Jesús, de la Iglesia y en nuestra vida». Más adelante
en su catequesis, Francisco destacó que en el silencio del quehacer cotidiano,
san José, junto con María, tienen un sólo centro común de atención: Jesús.
Ellos acompañan y custodian con empeño y ternura, el crecimiento del Hijo de
Dios hecho hombre por nosotros, reflexionando sobre todo lo que sucedía
Texto completo de la
catequesis central del Papa en italiano, traducido al español:
Queridos hermanos y hermanas,
buenos días
Hoy primero de mayo,
celebramos a san José obrero y comenzamos el mes dedicado tradicionalmente a la
Virgen. En este encuentro, quisiera detenerme entonces sobre estas dos figuras
tan importantes en la vida de Jesús, de la Iglesia y en nuestra vida, con dos
breves pensamientos: el primero sobre el trabajo y el segundo sobre la
contemplación de Jesús.
1. En el Evangelio de san
Mateo, en uno de los momentos en que Jesús vuelve a su país, a Nazaret, y habla
en la sinagoga, se subraya el asombro de sus paisanos por su sabiduría y la
pregunta que se plantean: ¿No es este el hijo del carpintero? (13,55). Jesús
entra en nuestra historia, viene en medio de nosotros, naciendo de María por
obra de Dios, pero con la presencia de san José, el padre legal que lo custodia
y le enseña también su trabajo. Jesús nace y vive en una familia, en la Santa
Familia, aprendiendo de san José el oficio de carpintero, en el taller de
Nazaret, compartiendo con él el empeño, la fatiga, la satisfacción y también
las dificultades de cada día.
Ello nos recuerda la dignidad
y la importancia del trabajo. El Libro del génesis narra que Dios creó el
hombre y la mujer confiándoles la tarea de llenar la tierra y de dominarla, que
no significa explotarla, sino cultivarla y custodiarla, cuidarla con la propia
obra (cfr. Gen 1,28 – 2,15). El trabajo forma parte del plan de amor de Dios
¡nosotros estamos llamados a cultivar y custodiar todos los bienes de la
creación y de este modo participamos en la obra de creación! El trabajo es un
elemento fundamental para la dignidad de una persona. El trabajo – para usar
una imagen, nos ‘unge’ de dignidad, nos llena de dignidad; nos hace semejantes
a Dios, que ha trabajado y trabaja, actúa siempre (cfr. Jn 5,17); da la
capacidad de mantenerse a sí mismos, a la propia familia, de contribuir al
crecimiento de la propia nación.
Y aquí pienso en las
dificultades que, en varios países, encuentra hoy el mundo del trabajo y de la
empresa; pienso en cuantos, y no sólo jóvenes, están desempleados, muchas veces
debido a una concepción economicista de la sociedad, que busca el provecho
egoísta, más allá de los parámetros de la justicia social.
Deseo dirigir a todos la
invitación a la solidaridad y a los responsables de la cosa pública la
exhortación a que realicen todo esfuerzo para dar nuevo impulso a la ocupación;
ello significa preocuparse por la dignidad de la persona; pero sobre todo
quisiera decir que no hay que perder la esperanza; también san José también
tuvo momentos difíciles, pero nunca perdió la confianza y supo superarlos, en
la certeza de que Dios no nos abandona
Y luego quisiera dirigirme en
particular a ustedes chicos y chicas, y jóvenes: empéñense en su deber
cotidiano, en el estudio, en el trabajo, en las relaciones de amistad, en la
ayuda a los demás; el porvenir de ustedes depende también de cómo saben vivir
estos años preciosos de la vida. No tengan miedo del compromiso, del sacrificio
y no miren con miedo al futuro, mantenga viva la esperanza: siempre una luz en
el horizonte.
Añado una palabra sobre otra
situación de trabajo que me preocupa: me refiero a lo que podríamos definir
como el ‘trabajo esclavo’, el trabajo que esclaviza. Cuántas personas, en todo
el mundo, son víctimas de este tipo de esclavitud, en la que es la persona la
que sirve al trabajo, mientras debe ser el trabajo el que brinde un servicio a
las personas para que tengan dignidad. Pido a los hermanos y hermanas en la fe
y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad una opción decidida contra la
trata de personas, dentro de la cual figura el ‘trabajo esclavo’.
2. Aludo al segundo
pensamiento: en el silencio del quehacer cotidiano, san José, junto con María,
tienen un sólo centro común de atención: Jesús. Ellos acompañan y custodian con
empeño y ternura, el crecimiento del Hijo de Dios hecho hombre por nosotros,
reflexionando sobre todo lo que sucedía. En los Evangelios, san Lucas subraya
dos veces la actitud de María, que es también la de san José: ‘conservaba estas
cosas y las meditaba en su corazón’ (2,19.51)
Para escuchar al Señor, es
necesario aprender a contemplarlo, a percibir su presencia constante en nuestra
vida; es necesario detenerse a dialogar con Él, darle espacio con la oración.
Cada uno de nosotros, también ustedes chicos, chicas y jóvenes, tan numerosos
esta mañana, deberían preguntarse: ¿qué espacio doy al Señor? Me detengo a
dialogar con Él? Desde cuando éramos pequeños, nuestros padres nos han acostumbrado
a iniciar y a concluir el día con una oración, para educarnos a sentir que la
amistad y el amor de Dios nos acompañan. ¡Acordémonos más del Señor en nuestras
jornadas!
En este mes de mayo, quisiera
recordar la importancia y la belleza de la oración del santo Rosario. Rezando
el Ave María, somos conducidos a contemplar los misterios de Jesús, es decir a
reflexionar sobre los momentos centrales de su vida, para que, como para María
y para san José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras
atenciones y de nuestras acciones. ¡Sería hermoso si, sobre todo en este mes de
mayo, se rezase juntos en familia, con los amigos, en Parroquia, el santo
Rosario o alguna oración a Jesús y a la Virgen María! La oración en conjunto es
un momento precioso para hacer aún más sólida la vida familiar, la amistad!
¡Aprendamos a rezar cada vez más en familia y como familia!
Queridos hermanos y hermanas,
pidamos a san José y a la Virgen María que nos enseñen a ser fieles a nuestros
compromisos cotidianos, a vivir nuestra fe en las acciones de cada día y a dar
más espacio al Señor en nuestra vida, a detenernos para contemplar su rostro.
Papa Francisco
jueves, 17 de febrero de 2022
SAN JOSÉ: Catequesis del Papa Francisco - 12. San José, Patrono de la Iglesia universal
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Concluimos hoy el ciclo de catequesis sobre la figura de San José.
Estas catequesis son complementarias a la Carta apostólica Patris corde,
escrita con ocasión de los 150 años de la proclamación de San José como Patrón
de la Iglesia Católica, por parte del beato Pío IX. ¿Pero qué significa este
título? ¿Qué quiere decir que San José es “patrón de la Iglesia”? Sobre esto
quisiera reflexionar hoy con vosotros.
También en este caso son los Evangelios los que nos dan la clave
de lectura más correcta. De hecho, al final de cada historia que ve a José como
protagonista, el Evangelio anota que él toma consigo al Niño y a su madre y
hace lo que Dios le ha ordenado (cfr. Mt
1,24; 2,14.21). Resalta así el hecho de que José tiene la tarea de proteger a
Jesús y a María. Él es su principal custodio: «De hecho, Jesús y María, su
madre, son el tesoro más preciado de nuestra fe» [1] (Cart. ap. Patris corde,
5), y este tesoro es custodiado por san José.
En el plan de la salvación no se puede separar el Hijo de la
Madre, de aquella que avanzó «en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente
su unión con el Hijo hasta la cruz» (Lumen gentium, 58), como nos recuerda el
Concilio Vaticano II.
Jesús, María y José son en un cierto sentido el núcleo primordial
de la Iglesia. Jesús es Hombre y Dios, María, la primera discípula, es la
Madre; y José, el custodio. Y también nosotros «debemos preguntarnos siempre si
estamos protegiendo con todas nuestras fuerzas a Jesús y María, que están
misteriosamente confiados a nuestra responsabilidad, a nuestro cuidado, a
nuestra custodia» (Patris corde, 5). Y aquí hay una huella muy hermosa de la
vocación cristiana: custodiar. Custodiar la vida, custodiar el desarrollo
humano, custodiar la mente humana, custodiar el corazón humano, custodiar el
trabajo humano. El cristiano es —podemos decir— como san José: debe custodiar.
Ser cristiano no es solo recibir la fe, confesar la fe, sino custodiar la vida,
la propia vida, la vida de los otros, la vida de la Iglesia. El Hijo del
Altísimo vino al mundo en una condición de gran debilidad: Jesús nació así,
débil, débil. Quiso tener necesidad de ser defendido, protegido, cuidado. Dios
se ha fiado de José, como hizo María, que en él ha encontrado el esposo que la
ha amado y respetado y siempre ha cuidado de ella y del Niño. En este sentido,
«san José no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia, porque la Iglesia es
la extensión del Cuerpo de Cristo en la historia, y al mismo tiempo en la
maternidad de la Iglesia se manifiesta la maternidad de María. José, a la vez
que continúa protegiendo a la Iglesia, sigue amparando al Niño y a su madre, y
nosotros también, amando a la Iglesia, continuamos amando al Niño y a su madre»
(ibid.).
Queridos hermanos y hermanas, os animo a pedir la intercesión de
san José precisamente en los momentos más difíciles de vuestras vidas y de
vuestras comunidades. Allí donde nuestros errores se convierten en escándalo,
pidamos a san José la valentía de enfrentar la verdad, de pedir perdón y
empezar de nuevo humildemente. Allí donde la persecución impide que el
Evangelio sea anunciado, pidamos a san José la fuerza y la paciencia de saber
soportar abusos y sufrimientos por amor al Evangelio. Allí donde los medios
materiales y humanos escasean y nos hacen experimentar la pobreza, sobre todo
cuando estamos llamados a servir a los últimos, los indefensos, los huérfanos,
los enfermos, los descartados de la sociedad, recemos a san José para que haya
para nosotros Providencia. ¡Cuántos santos se han dirigido a él! ¡Cuántas
personas en la historia de la Iglesia han encontrado en él un patrón, un
custodio, un padre!
Imitemos su ejemplo y por esto, todos juntos, rezamos hoy; rezamos
a san José con la oración que puse en la conclusión de la Carta Patris corde,
encomendándole nuestras intenciones y, de forma especial, la Iglesia que sufre
y que está en la prueba. Y ahora, vosotros tenéis en mano en diferentes
idiomas, creo que cuatro, la oración, y creo que estará también en la pantalla,
así juntos, cada uno en su idioma, puede rezar a san José.
Salve,
custodio del Redentor
y
esposo de la Virgen María.
A
ti Dios confió a su Hijo,
en
ti María depositó su confianza,
contigo
Cristo se forjó como hombre.
Oh,
bienaventurado José,
muéstrate
padre también a nosotros
y
guíanos en el camino de la vida.
Concédenos
gracia, misericordia y valentía,
y
defiéndenos de todo mal. Amén.
PAPA FRANCISCO
Audiencia
General, Aula
Pablo VI,
Miércoles, 16 de febrero de 2022.
[1]S. Rituum Congreg., Quemadmodum Deus (8 diciembre
1870): ASS 6 (1870-71), 193; B. Pío IX, Carta
ap. Inclytum Patriarcham (7 julio 1871): l.c.,
324-327.