Mostrando entradas con la etiqueta Escritos periodísticos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Escritos periodísticos. Mostrar todas las entradas

miércoles, 20 de abril de 2022

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: “La necesidad de comprender y acoger la Divina Misericordia”

 


Queridos amigos y hermanos del blog: El Gabinete de Prensa del Obispado de Cádiz y Ceuta, me invitó a escribir en abril de 2013 un artículo sobre el sentido y la importancia de la Fiesta de la Divina Misericordia que se celebra en el II Domingo de Pascua en toda la Iglesia. Fue publicado en la Web del Obispado. Se los trascribo a continuación:

+++

Este IIº Domingo de Pascua, es la Fiesta de la Divina Misericordia que tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario “La Divina Misericordia en mi alma” escrito por Santa Faustina Kowalska, 723). 

En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... “porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” (Diario, 742). Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se establece, por indicación del entonces pontífice reinante, el hoy Beato Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tiene lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico es “segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia”. Ya el mismo Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril de ese mismo año: “En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan a la humanidad en los años venideros”.

El texto evangélico de ese domingo (Jn. 20, 19-31) es elocuente en cuanto a la Misericordia Divina: narra la institución del Sacramento de la Confesión o del Perdón. Es el Sacramento de la Misericordia Divina.

¿En qué consiste, entonces, esta Fiesta de la Divina Misericordia? He aquí lo que dijo Jesús a Santa Faustina: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi Misericordia. Derramo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas” (Diario, 699).

Es decir, quien arrepentido se confiese y comulgue el Domingo de la Divina Misericordia, podrá recibir el perdón de las culpas y de las penas de sus pecados, gracia que recibimos sólo en el Sacramento del Bautismo o con la indulgencia plenaria. O sea que, si su arrepentimiento ha sido sincero y si cumple con las condiciones requeridas, el alma queda como recién bautizada, libre inclusive del reato de las penas del purgatorio que acarrean sus pecados aun perdonados.

Nuestro Señor dijo en una ocasión a Santa Faustina: “Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico”.  Es un hecho que la grandeza, importancia y trascendencia de esta Fiesta, “nacida de las entrañas de la Misericordia Divina”, no podrá ser suficientemente comprendida por nosotros, pero debemos vivirla con toda la capacidad de amor y ansias de salvación de nuestro corazón.

Que la Santísima Virgen María, Madre y Reina de Misericordia nos ayude a entender y a vivir este misterio insondable de Dios: su Divina Misericordia.

Con mi bendición.

Padre José Medina

miércoles, 30 de septiembre de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: El Padre Pío, más cerca de los enfermos en el Hospital de Valdemoro

 

Ante un nutrido grupo de fieles devotos del Padre Pío, que guardaron las distancias y normativas sanitarias propias de las actuales circunstancias, el pasado domingo 27 de septiembre, a las 18.00 horas, en la Capilla del Hospital Universitario Infanta Elena (Valdemoro), se celebró la eucaristía en la que el sacerdote José Antonio Medina, capellán del centro, bendijo y entronizó un cuadro con la imagen de San Pío de Pietrelcina, patrono de los enfermos y sufrientes hospitalarios.

En la homilía Medina recordó que “el Santo Padre Pío, durante su vida terrena mostró un gran amor por los enfermos y afligidos, por eso escucha nuestros ruegos e intercede ante el Padre misericordioso por los que sufren. Capítulo aparte son las curaciones milagrosas por su intercesión que figuran en las investigaciones propias para sus procesos de beatificación y canonización”.

Entre los ejemplos que puso sobre su poder de intercesión por los enfermos recordó que el mismo “San Juan Pablo II contó que, cuando era obispo auxiliar de Cracovia en 1962, le escribió una carta al Padre Pío, pidiéndole rezar por una madre enferma de cáncer. Al recibir la carta, el Padre Pío dijo “aquí no podemos decir que no. Debemos rezar para contentar a este santo sacerdote”. El 28 de noviembre de ese mismo año, Karol Wojtyla envió una carta al Santo de los estigmas, esta vez de agradecimiento: “Venerable padre, la mujer polaca de Cracovia, madre de cuatro hijas, el 21 de noviembre, antes de la operación quirúrgica, ha recuperado de improviso la salud. Demos gracias a Dios. A ti, padre venerable, la gratitud viva del esposo y de toda la familia”".


Por esto, el capellán del centro hospitalario afirmó que: “después de comprobar con tantísimos enfermos la devoción que se le tiene, devoción cada vez más extendida en España, me ha parecido prudente colocar en la Capilla su imagen, con el fin de acercarlo a aquellos que sufren por sus dolencias”. 

También compartió con los presentes las primeras impresiones de quienes ya habían visto el cuadro (colocado dos días antes de su bendición) y cómo fue el encuentro con el fraile capuchino, Paolo Covino, cuando en la Semana Santa de 2009 le regaló la reliquia del Santo Padre Pío que al término de la misa se expuso a la veneración de los fieles”.

Al finalizar la eucaristía el Padre Medina avisó a los fieles que a partir del próximo mes de octubre se celebrará una misa por los enfermos por la intercesión del Padre Pío, el día 23 de cada mes a las 18.00 horas en la Capilla del Hospital de Valdemoro. Además, comenzó a distribuir unas estampas, con la misma imagen y texto oracional del cuadro, para ser principalmente repartidas en las visitas a los enfermos allí ingresados.



Artículo escrito para la Oficina de Prensa del Obispado de Getafe y publicado en la web y redes sociales del mismo obispado el martes 29 de septiembre de 2020, en Getafe, Madrid, España.

Cuadro que se venera en la Capilla
del Hospital Universitario Infanta Elena 
Av. de los Reyes Católicos, 21, (Planta Baja)
28342 - Valdemoro, Madrid.
.

martes, 18 de agosto de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: D. José Ruíz un hombre de Dios que murió como vivió

El padre José Ruíz Orta era el Capellán del Hospital de Cuidados Laguna de Madrid, a sus 82 años, el pasado 31 de marzo, murió con las botas puestas, sirviendo al Señor, hasta tres días antes de entregar su alma al Creador. Falleció por coronavirus por cuidar de un voluntario que había enviudado recientemente y necesitaba compañía, sin saber siquiera que en el voluntario estaba ya el fatídico virus.

Yo le conocí en noviembre pasado gracias a la Capellanía de la Clínica Universidad de Navarra, sede de Madrid, en las sesiones sabatinas del curso “Nociones de medicina para sacerdotes” (Para poder dar un acertado consejo pastoral). En el mismo los excelentes profesionales de la salud nos ayudaron a entender y nos pusieron al día en algunas cuestiones de las que nos encontramos con más frecuencia al ejercer nuestro ministerio como capellanes de hospitales.

En una de las pausas para un café, D. José se acercó cortésmente y con su amplia sonrisa me preguntó cuánto llevaba de capellán de hospital, a lo que respondí “2 meses”; y ahí la sonrisa se convirtió en una pícara risa al decirme: “te gano por 14 años”. De esas breves charlas compartidas aprendí tanto o más que con el curso, porque me vi frente a un sacerdote apasionado por la Gloria de Dios y el servicio a los hermanos. Le escuchaba con la atención de un niño ante un universo aún desconocido que se abría ante mi mirada y la Parábola del Buen Samaritano me parecía que la estaba viendo retratada en el rostro de D. José. Me dio consejos, me sugirió materiales, me tendió su mano amiga para cuanto podría necesitar de él. Yo estaba dando los primeros pasos como capellán de un hospital, y ahora tenía ante mi a un gigante a quien podría seguir sus huellas.

Con el paso de los días, y por cuestiones ministeriales, conocí a algunos profesionales y voluntarios del Hospital de Cuidados Laguna, y pude ver la otra cara de la moneda. ¡Cuánto respeto, cariño y admiración por su Capellán! Días pasados, uno de ellos me escribía: “Era un padre para todos los profesionales, pacientes y familias, y aunque su pérdida nos ha dejado un hueco muy difícil de llenar, sabemos que ha sido ganarle para el cielo, y eso es lo que nos consuela.” Palabras que ponen de manifiesto el tipo de relación humana y sobrenatural que D. José supo entretejer con el personal, con los enfermos y con sus familiares. Inmediatamente forjé un concepto que, días pasados y con mucha sorpresa, leía en la homilía de su funeral: “Como lo quieren y cuanto los quiere.”

Termino este breve testimonio de gratitud y reconocimiento, transcribiendo el tuit que el Hospital de Cuidados Laguna publicó el día de su muerte, creo que no podría encontrar mejores palabras: “D. José Ruíz, Patrono de la Sonrisa y del buen humor, intercesor de la amabilidad y de la palabra siempre a tiempo, de la broma oportuna y de la reflexión profunda. Capellán de LAGUNA. GRACIAS por todo. Siempre le recordaremos.”

D. José Antonio Medina Pellegrini

Capellán del Hospital Universitario Infanta Elena, Valdemoro, Madrid.

10 de julio de 2020.


Artículo escrito para la Revista “Vida Nueva”, Nº 3.189, edición única de agosto de 2020, y publicado como parte del informe “Los que (NO) están” escrito por Miguel Ángel Malavia, Madrid, España.

sábado, 6 de junio de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: Acto de homenaje a los fallecidos por Covid-19 en el Hospital Infanta Elena de Valdemoro, Madrid


Al cumplirse el pasado lunes 1 de junio, tres meses del inicio de la epidemia por coronavirus en el Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, las autoridades médicas del mismo y el responsable de pastoral – el capellán Antonio Medina- han realizado un emotivo acto de homenaje, recuerdo y despedida a todos fallecidos, a los que fueron sus pacientes y muy especialmente a los familiares del personal del centro.

La directora médico del hospital, Dra. Marta Sánchez Menan, fue quien coordinó y presentó el acto. Al introducirlo expresó: “En estos meses, nuestra sociedad, nuestro país, ha sufrido grandes cambios. Hemos tenido que adaptarnos a una enfermedad que exigía de todos: colaboración, entrega y altruismo… Al ser una crisis causada por una enfermedad al sector sanitario nos ha tocado muy de cerca”.

“Además, como todos sabéis Valdemoro ha sido uno de los epicentros, uno de los municipios donde se manifestó en inicio la enfermedad y donde antes tuvimos que tomar medidas extraordinarias y hacernos cargo de la situación. Cada miembro del hospital ha respondido con una profesionalidad y entrega increíbles; me siento muy orgullosa de todos y os lo agradezco” subrayó Sánchez.

Recuerdo a familiares fallecidos del personal

Especialmente cercana es la pérdida que han sufrido varios de los miembros del personal, entre ellos la Dra. Marta Tejedor y el Dr. Carlos Aranda, siendo sus padres, también víctimas de esta pandemia. Sánchez Menan invitó a ambos a compartir su testimonio con estas palabras: “Pero la muerte, inevitable, forma parte de nuestra vida y de nuestro trabajo. Esta enfermedad se ha llevado a pacientes, amigos, padres, abuelos... todos hemos perdido compañeros en este viaje de la vida. Ambos han accedido hoy a hablar en este homenaje en nombre de todos sus compañeros”.

La doctora Marta Tejedor, jefa de la sección de Hepatología del hospital, fue la encargada de dedicar unas palabras “a todas las víctimas del coronavirus: pacientes, compañeros, amigos y familiares. Honremos la memoria de los que ya no están haciendo lo que mejor sabemos hacer: que la medicina es amar para que otros puedan vivir. Logremos transformar nuestro dolor en un sentimiento más grande y hermoso, el amor de los unos por los otros, por nuestros pacientes y por nuestra profesión. Estoy orgullosa de tener unos compañeros como vosotros”, leyó la médico con sensible emoción en la voz y lágrimas en sus ojos.

Reflexión sobre la muerte en perspectiva de fe

“La muerte no lo arrebata todo -continuó diciendo la Dra. Marta-. No puede arrebatar el recuerdo, ni la entrega, ni la memoria de todos los que se ha llevado. Han sido nuestros pacientes, nuestros seres queridos, nuestros amigos... y ahora son el motivo por el que estamos todos aquí. No están ya con nosotros, pero nuestro pensamiento y nuestra oración sí está con ellos. A continuación, el capellán del hospital, José Antonio Medina hará una pequeña oración en memoria de los fallecidos.”

Responso del capellán del Hospital

José Antonio Medina, responsable de la Capellanía en dicho hospital, realizó una oración, en primer lugar, por los familiares de los fallecidos: “… Mira a tus hijos que lloran afligidos la muerte de sus seres queridos. Ayúdanos a encaminar nuestra vida hacia Cristo, tu Hijo y Señor nuestro, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró nuestra vida, de modo que, cuando concluyamos nuestra vida mortal, nos encontremos con nuestros hermanos, allí donde serán secadas las lágrimas de nuestros ojos…”.

Y pidiendo por los difuntos víctimas del Covid-19 en el hospital, expresó: “Dios nuestro, que has dado a nuestros hermanos la gracia de servirte en el dolor y la enfermedad concédeles que, así como imitaron la paciencia de tu Hijo, obtengan también el premio de su misma gloria.”

Tuvo palabras de especial agradecimiento para varios de los sacerdotes, también presentes en el acto, del Arciprestazgo de Valdemoro que estuvieron sirviendo a la Capellanía “con una entrega heroica, con alma grande y generosidad” en los momentos más cruciales de la pandemia.

Minuto de silencio y entrega floral

Para terminar el acto, Sánchez Menan pidió un minuto de silencio dedicado a los fallecidos y al final simbolizaron con unas flores blancas, que fueron depositadas bajo uno de los olivos de la explanada de ingreso, “nuestro personal adiós a todos los fallecidos por la pandemia. Ellas se marchitarán, pero no lo hará nuestro recuerdo”, concluyó.


Artículo escrito para la Oficina de Prensa del Obispado de Getafe y publicado en la web y redes sociales del mismo obispado el viernes 5 de junio de 2020, en Getafe, Madrid, España.

jueves, 16 de abril de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: El personal del Hospital Universitario Infanta Elena agradece el gesto de las Clarisas de Valdemoro



El pasado miércoles 8 de abril, Miércoles Santo, las Hermanas Clarisas del Monasterio de la Encarnación de Valdemoro donaron 70 kilos de repostería casera elaborada por la propia orden religiosa a los médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y personal de limpieza y seguridad que atiende a personas contagiadas por coronavirus en el Hospital Universitario Infanta Elena de la misma ciudad de Valdemoro.

D. José Antonio Medina Pellegrini, Capellán de las Clarisas, fue quien, en representación de la Madre Abadesa María Mercedes y de toda la comunidad de Clarisas, hizo entrega de dicho donativo. En nombre de la Directora Médico del Hospital Infanta Elena, Dra. Marta Sánchez Menan, lo recibieron, Dña. Gema Sánchez Gómez, Directora de Admisión y Dña. Luz María González Morales, Trabajadora Social. Ambas en nombre de todo el personal del Hospital hicieron llegar ese mismo día, por medio del Padre Medina, a la Madre Abadesa María Mercedes y a toda la comunidad de Clarisas la gratitud por tan noble gesto, que es un signo más, y en este caso entrañable, del cariño y de la valoración que el pueblo de Valdemoro tiene para con todo el personal de su Hospital en tan los difíciles momentos que estamos viviendo.

En el día de ayer, Gema Sánchez Gómez, Responsable del Servicio de Admisión y del Servicio de Atención al Paciente e Información, hizo llegar a la Madre Abadesa María Mercedes, una carta de agradecimiento en la cual expresaba “espero ser capaz de transmitirle la ilusión y gratitud que nos ha generado los exquisitos dulces recibidos, que sabemos que con tanto cariño han elaborado desde el Monasterio”.

Y cuenta cómo fue la entrega de los mismos al personal: “Cuando los recibimos a través de nuestro Capellán, D. José Antonio, decidimos hacer paquetes para hacérselos llegar a todo el personal que trabaja en el hospital, médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, microbiólogos, administrativos, trabajadores sociales, farmacia, cocina, limpieza, mantenimiento… intentando no olvidar ningún área, ya que todos sumamos con nuestro trabajo.”

El texto de la misiva, no sólo expresa la gratitud a las Hermanas Clarisas, sino que es a la vez un sincero reconocimiento a la loable labor del personal del Infanta Elena: “Todos los profesionales están dando lo mejor de si mismos en un objetivo común, ayudar a todos los pacientes y familiares en esta difícil situación que estamos viviendo, tanto a nivel físico como espiritual o anímico. Estamos viviendo una situación excepcional que sin duda nos está haciendo crecer como personas y como profesionales…”.

Pero la gratitud a las Clarisas, no es sólo por la repostería recibida, sino que: “las muestras de agradecimiento, como las que han tenido con nosotros al hacernos llegar los dulces, nos dan el aliento necesario para ir superando los baches que nos vamos encontrando en el camino y las duras situaciones que estamos experimentando. Saber que personas como ustedes, rezan todos los días por nosotros y por nuestros pacientes, nos reconforta y nos hace estar seguros que son nuestra retaguardia en esta lucha.”

Dña. Gema termina su carta, escrita en nombre de todo el personal del hospital, pidiéndole a la Madre Abadesa: “Por favor transmita nuestro más sincero agradecimiento al resto de Hermanas, asegurándoles nos han ayudado a tener una Pascua dulce y entrañable gracias a su gesto. Con la confianza en saber que no dejarán de rezar por nosotros, le saluda atentamente.”

Cabe destacar que, después de 400 años de existencia, este Monasterio de Clarisas fundado con tanta gloria está afianzado en la pobreza y humildad franciscanas. Actualmente está integrado por quince hermanas que han consagrado su vida a Dios en el silencio y en el ocultamiento de la clausura. Pero como expresaban en la carta que acompañaba su donativo al Hospital de Valdemoro: “…aunque encerradas en el Monasterio no somos ajenas a la impagable labor de los médicos, enfermeras y de todos los que trabajan en el Hospital Infanta Elena. Esta circunstancia nos ha movido a este pequeño gesto que, esperamos sirva de aliento y ánimo en estos momentos tan difíciles.”

Artículo escrito para la Oficina de Prensa del Obispado de Getafe y publicado en la web y redes sociales del mismo obispado el  15 de abril de 2020, en Getafe, Madrid, España.

jueves, 9 de abril de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: Las Clarisas de Valdemoro donan 70 kilos de su repostería artesanal al personal del Hospital Universitario Infanta Elena

Dña. Gema, Dña. Luz María
y el Padre Medina.

Las Hermanas Clarisas del Monasterio de la Encarnación de Valdemoro han donado 70 kilos de repostería casera elaborada por la propia orden religiosa a los médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y personal de limpieza y seguridad que atiende a personas contagiadas por coronavirus en el Hospital Universitario Infanta Elena de la misma ciudad de Valdemoro.

Entre los productos donados al personal de este centro hospitalario se encuentran: corazones de yema, feos, florecillas, castellanas, palitos de san Antonio, almendras de la abuela y trufas, todas estas pastas caseras elaboradas por las Hermanas Clarisas en su convento de la ciudad de Valdemoro; como así también almendraditas, nevaditos e isabeles, elaborados por las Clarisas de Soria. Así lo ha informado este miércoles D. José Antonio Medina Pellegrini, Capellán de las Clarisas, quien ha sido el que, en nombre de la Madre Abadesa María Mercedes y de toda la comunidad de Clarisas, ha hecho entrega esta mañana de dicho donativo.

Cabe destacar que, después de 400 años de existencia, este Monasterio de Clarisas fundado con tanta gloria está afianzado en la pobreza y humildad franciscanas. Actualmente está integrado por quince hermanas que han consagrado su vida a Dios en el silencio y en el ocultamiento de la clausura. Ellas mantienen abierta continuamente, de día y de noche, la Iglesia conventual, convertida en capilla de Adoración Perpetua desde el año 2010.

Monasterio de la Encarnación de las Hermanas
Pobres Clarisas, Valdemoro, Madrid.
Las Hermanas Clarisas en una emotiva carta que acompaña la donación manifiestan el motivo de la misma: “…aunque encerradas en el Monasterio no somos ajenas a la impagable labor de los médicos, enfermeras y de todos los que trabajan en el Hospital Infanta Elena. Esta circunstancia nos ha movido a este pequeño gesto que, esperamos sirva de aliento y ánimo en estos momentos tan difíciles.

Podrán ver que también les enviamos unas cajas de Pastas de las Clarisas de Soria; nuestro Monasterio mantiene un vínculo muy estrecho con esa comunidad de Hermanas. Era el producto que íbamos a vender en la Fiesta de un Colegio Católico de Madrid y los fondos recaudados estaban destinados al convento que hace unos años fundamos en Mozambique. El nuevo coronavirus ha cambiado nuestros planes, y también las Hermanas de Soria, con gran alegría, les hacen participar de sus dulces.”

“Orat et labora”

Una de las monjas Clarisas de Valdemoro
empaquetando sus tradicionales trufas artesanales.
“A la vez que les hacemos llegar las pastas, nos gustaría entregarles también el fruto de nuestra oración y nuestra vida consagrada a Dios. El trabajo que realizamos en el obrador es el modo de sustento del que nos servimos para el mantenimiento diario del convento. (…) Es bueno que la Iglesia ayude en estos días, más que nunca, a los que pasan necesidad, o que dé consuelo y una palabra de esperanza a los que se sienten atribulados; pero no menos importante es el testimonio de oración y de entrega a Dios de un modo silencioso desde tantos monasterios. Ya dentro de la Semana Santa, seguimos pidiendo a Dios por el fin de la epidemia, por la salud de todo el personal sanitario, por las familias que soportan las consecuencias de la pandemia, por los que se ven solos y desamparados, por los moribundos y tantas necesidades más, sabiendo que a todos Dios puede hacer llegar su presencia y su consuelo.”

En nombre de la Directora Médico del Hospital Infanta Elena, Dra. Marta Sánchez Menan, han recibido el donativo, Dña. Gema Sánchez Gómez, Directora de Admisión y Dña. Luz María González Morales, Trabajadora Social. Ambas en nombre de todo el personal del Hospital han hecho llegar, por medio del Padre Medina, a la Madre Abadesa María Mercedes y a toda la comunidad de Clarisas la gratitud por tan noble gesto, que es un signo más, y en este caso entrañable, del cariño y de la valoración que el pueblo de Valdemoro tiene para con todo el personal de su Hospital en tan los difíciles momentos que estamos viviendo.

Artículo escrito por el Padre José Medina para la Oficina de Prensa del Obispado de Getafe y publicado en la web y redes sociales del mismo obispado el  8 de abril de 2020, en Getafe, Madrid, España.

martes, 24 de marzo de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS - José Medina: Jon García Escobar está luchando valientemente por salir adelante

Jon García Escobar

"En estos días con 52 años de vida y con 23 años de sacerdote, está ingresado en el Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, al haberse infectado del Covid-19"

"Parte del misterio de la cruz que está viviendo ha sido la partida a la Casa del Padre de Eva, su madre, quien estaba ingresada junto a él y por la misma enfermedad"

"Desde su cama de hospital, que es su Altar y su Misa, nos escribe y va mejorando"

20.03.2020 | José Medina Pellegrini, capellán del Hospital de Valdemoro

Jon García Escobar, nació en Mondragón, Guipúzcoa, el 1 de agosto de 1968 y fue ordenado sacerdote en la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo el 21 de diciembre de 1997. Actualmente es el Cura Párroco de la Parroquia Santiago Apóstol de la ciudad de Valdemoro en Madrid. En estos días con 52 años de vida y con 23 años de sacerdote, está ingresado en el Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, luchando valientemente por salir adelante al haberse infectado del Covid-19, el Coronavirus.

La fortaleza admirable de una fe robusta y de un corazón eminentemente sacerdotal nos está edificando a todos los que le conocemos y está llegando a muchísimos lados por este mundo sin fronteras de las redes y medios digitales. Parte del misterio de la cruz que está viviendo ha sido la partida a la Casa del Padre de Eva, su madre, quien estaba ingresada junto a él y por la misma enfermedad.

Yo quiero aprovechar la oportunidad que el Sr. Jesús Bastante me ha ofrecido y escribirles, con mi corazón sacerdotal en la mano, una semblanza sobre Jon, a partir de algunas vivencias compartidas, que presentarán distintos e incompletos rasgos de este querido “otro Cristo” al cual, con cariño y emoción, quiero referirme.

Si mal no recuerdo en el 2012 le conocí. Jon era el párroco de Nuestra Señora de la Concepción, de Ontígola; y yo de Nuestra Señora de las Angustias, de Aranjuez. En esos años muchos jóvenes matrimonios de Aranjuez habían comprado su primera vivienda en Ontígola, pero volvían a su ciudad de origen para bautizar a sus hijos. Por tal circunstancia nos conocimos, hablamos por teléfono, nos encontramos un par de veces, y fue la primera grata impresión de conocer a un pastor preocupado por sus ovejas, para que recibieran la adecuada catequesis, para que luego del bautismo de sus hijos siguieran un proceso de crecimiento y formación en la fe.

Pasaron los años y vuelvo a oír hablar de él en su labor, ardua y delicada, de acompañar a los jóvenes, que habiendo caído en distintas adicciones, ingresaban o ya estaban en la Comunidad del Cenáculo, lugar donde gracias a la oración, la vida en comunidad, el clima de fraternidad y el apoyo mutuo, reconstruyen sus vidas. Y en tal arduo apostolado el corazón de Jon se enciende en el cuidado de esos jóvenes y en el acompañamiento, nada fácil, de sus familias en el antes, durante y después del ingreso de sus hijos a esa Comunidad.

Sin dejar este apostolado desde junio de 2017 asume el pastoreo de la Parroquia Santiago Apóstol de Valdemoro y es ahí, donde la vida nos vuelve a juntar hasta el día de hoy, donde le acompaño como confesor de su parroquia y celebrándole algunas misas cuando otras tareas le requieren fuera de la misma. Y es aquí donde yo comienzo a descubrir los profundos rasgos de su ser sacerdotal, al ver el cuidado hasta en el detalle del culto divino, su estilo celebrativo, sus homilías profundas y enjundiosas, su sed de almas, en fin, todo lo que desde el silencio sonoro de un confesionario un sacerdote puede percibir del buen hacer del cura del lugar, en este caso, de Jon.

Belén 2019 en la Parroquia de Santiago de Valdemoro
Pocos meses compartidos pero muy intensos, algunos momentos muy felices, como cuando llegué un día y había convertido todo el presbiterio de la parroquia en un gran Belén para la Navidad (lo pueden ver en una de las fotos que acompaña este artículo). Yo le pregunté si Steven Spielberg había pasado por la parroquia para hacer tal superproducción navideña, y de ahí, por un par de semanas, le decía Padre Spielberg, ante su cara sorprendida y la risa de los monaguillos.

En las pocas veces que le he suplido por un par de días en estos meses, habitualmente en sus escapadas para acompañar a jóvenes que luchan por recuperarse de sus adicciones, al celebrar la última misa de esas oportunidades, luego de la bendición final, les decía a los de las primeras filas, señalándoles con un dedo, y guiñándoles un ojo: “A portarse bien, que mañana vuelve vuestro Cura Párroco”, y recuerdo, la amplia sonrisa, llena de santo orgullo, del padre de Jon, entre los feligreses allí presentes.

Pero el pasado domingo 8 de marzo, todo cambio… fui a confesar en las misas de 11:00 y de 12:30 hs como habitualmente, y le vi desmejorado, con el aspecto de una fuerte gripe invernal. Cuando nos despedimos me dijo: “Cuídate, estoy muy preocupado por ti”, claro yo venía de días particularmente complejos y dolorosos como Capellán del Hospital de Valdemoro. Vinieron muchos días de cama y con altísima fiebre, y con gran preocupación especialmente por la delicada salud de su madre. Y en medio de todo esto, el jueves 12 me escribe un wasap: “Que me tienes preocupado… mis oraciones y mi ofreciento x ti!!!”

Al final fue ingresado junto a su madre al hospital, en estado muy grave ambos. Su madre muere. Les decía poco después a sus feligreses: “Como muchos sabéis ya, este mediodía falleció mamá. Con paz, rodeada de estos ángeles con bata verde (uno de ellos de nuestra parroquia) que están dando la vida con inmensa profesionalidad y heroicas dedicación y afabilidad. Seguro que su otro Ángel, el de su guarda, la acompañaba.”

Parroquia de Santiago, Valdemoro
Ahora Jon en medio de su gravedad, está estable y mejorando muy despacio. Y desde su cama de hospital, que es su Altar y su Misa, nos escribe cosas cómo éstas:

“Perdonadme una confianza, porque estoy pensando mucho en todos vosotros, en todos los sacerdotes. Y quería animaros a no abandonar las parroquias, a no abandonar nuestros altares. Celebrad la misa, los que tenéis la suerte de hacerlo, en el altar de la parroquia. Ahora sí que podemos decir: por el pueblo, por nuestro pueblo. (…) Es una hora muy importante para nosotros, porque todo esto nos enseña que somos unos imbéciles, que nos encanta hacer, no sé, grandes eventos evangelizadores, tener muchas cosas en nuestras parroquias, sobre todo si va a llegar el obispo a visitarlas. Pero lo más grande que tenemos en nuestras parroquias es nuestro sacerdocio, ser sacerdotes. No hacer cosas, sino ser sacerdotes. Y ahora todos tenemos la oportunidad de hacerlo, incluso yo que estoy en la cama. Pero eso nadie me lo puede robar: el ofrecer la vida, y el ofrecer la vida sacerdotalmente, por nuestro pueblo.”

Quiero terminar esta semblanza, pobre e incompleta, de un alma sacerdotal enorme, que desde su Calvario de la cama del hospital está “completando en su cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo en su iglesia” (Col 1, 24). Gracias Jon, por todo y por tanto… Yo sólo espero, que no muy lejos en el tiempo, pueda volver a celebrar la Santa Misa en tu parroquia y luego de la bendición final, pueda decirles a los de las primeras filas, señalándoles con un dedo, y guiñándoles un ojo: “A portarse bien, que mañana vuelve vuestro Cura Párroco”.

Jon, en la Comunidad del Cenáculo en Italia

Artículo escrito para el Portal Católico “Religión Digital”, publicado el 20 de marzo de 2020, Madrid, España.

miércoles, 11 de marzo de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: Ejercicios Espirituales Ignacianos


Del 13 al 15 de marzo, en pleno clima cuaresmal, me encontraré en la ciudad de Albacete, invitado por la Acción Católica General de esa Diócesis. ¿Qué haré allí?, predicar unos Ejercicios Espirituales Ignacianos para seglares.

“Los Ejercicios son todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos”, así los describe el mismo San Ignacio de Loyola.

Estos Ejercicios Espirituales son una secuencia ordenada de meditaciones y contemplaciones -ejercicios- que surgen de la profunda experiencia espiritual que Ignacio vive a partir de su conversión, con el fin de ayudar al que se ejercita en ellos a descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida.

El objetivo de los Ejercicios Espirituales Ignacianos es ayudar al que los realiza, a discernir y conocer lo que Dios quiere de él, y a desear y elegir esto. De modo particular, los Ejercicios Espirituales, son muy útiles para organizar la vida diaria de acuerdo a la Voluntad divina, e incluso a descubrir a qué Vocación Dios me esta llamando, para aquellos que todavía no han decidido.

¿Qué piensa la Iglesia de los Ejercicios Espirituales Ignacianos? En nuestro tiempo entre las muchas citas de San Juan Pablo II que hacen referencia a ellos les comparto la siguiente: “Los ejercicios son un conjunto de meditaciones y oraciones en atmósfera de recogimiento y de silencio, y sobre todo un particular impulso interior ―suscitado por el Espíritu Santo― para abrir amplios espacios en el alma a la acción de la gracia. El cristiano con el fuerte dinamismo de los ejercicios es ayudado a entrar en el ámbito de los pensamientos de Dios, de sus designios para confiarse a Él, Verdad y Amor así como para tomar decisiones comprometidas en el seguimiento de Cristo, midiendo claramente sus dones y las responsabilidades propias.”

Ojalá que sean días de gracia y bendición para los hermanos albaceteños que participen, y que los frutos esperados se logren y perduren hasta la vida eterna.

José Antonio Medina,
sacerdote católico.

Escrito del Padre José Medina para “La Tribuna de Albacete”, periódico regional español radicado en Albacete, edición del sábado 7 de marzo de 2020.

martes, 28 de enero de 2020

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: ¿Vale la pena ser sacerdote hoy?

Hoy es más que un lugar común afirmar que vivimos un tiempo de crisis, quizás una de las más radicales de la historia. La humanidad, como un gigantesco hijo pródigo, pidió a Dios la parte de su herencia, para aventurarse a vivir libremente y con total autonomía. Las distintas sociedades jaqueadas por una subversión de todos los valores que habían fundado la grandeza de la sociedad cristiana, han quedado libradas a sí mismas, girando desquiciadamente sobre sí.

Y dentro de estos tiempos de contratiempos nos encontramos nosotros: los sacerdotes de Jesucristo. ¿Qué sentido tiene ser sacerdote hoy en un mundo que ha llegado a su ‘meta-tentación’?: “La tentación del rechazo de Dios en nombre de su propia humanidad” (Juan Pablo II, Discurso a los obispos de Francia, 1º de junio de 1980). La Iglesia nos llama a los sacerdotes y seminaristas a no dejarnos llevar por el desaliento que puede invadir nuestra alma, principalmente al advertir cómo en el mundo secularizado de hoy nuestra identidad sacerdotal no es ni comprendida ni debidamente valorada. El sacerdote se encuentra como si de golpe la sociedad le hubiera negado sentido a su existencia. La sociedad cree poder vivir sin nosotros, y en ocasiones no teme decírnoslo con total franqueza.

Por esto el sacerdote debe volver siempre a la pregunta sobre su identidad y misión, pero para preguntarle a quién sólo nos puede dar la respuesta verdadera: el Divino Maestro, preguntémosle quiénes somos, cómo quiere Él que seamos, cuál es, ante Él, nuestra identidad. Y Él nos dirá: “Sois sacerdotes! ¡Sois necesarios, más aún, imprescindibles”.

Juan Pablo II en su alocución al clero español en 1982 resumía nuestra identidad en tres palabras: “llamados, consagrados, enviados”. Esta triple dimensión explica y determina la identidad del ya sacerdote y perfila la del seminarista camino a las sagradas órdenes. Sí, somos –y debemos decirlo con humildad pero con santo orgullo- depositarios de la salvación para los hombres, testigos de un Reino que se inicia en este mundo, pero que llegará a su perfección en el más allá.

No debemos olvidar nunca que lo que se pide al sacerdote en estos tiempos tan difíciles por los que atraviesa el mundo y la Iglesia es que dé a Jesucristo, con sus palabras y sobre todo con el ejemplo de su fe. “Sacerdos, Alter Christus” (El Sacerdote, otro Cristo).

¿Qué significa ser sacerdote hoy? Hoy, como siempre, ser sacerdote es aceptar el compromiso de vivir completamente al servicio de Dios, extendiendo su Reino en el mundo. Pueden cambiar las circunstancias, lo que no cambia es la elección que Cristo ha hecho de nosotros desde la eternidad. Somos los mensajeros de un anuncio que el mundo necesita. Trabajemos sin descanso y descubriremos la alegría de ser un obrero de la viña del Señor. Nuestro trabajo es ante todo de orden espiritual y seremos tanto más eficaces cuanto más estemos unidos a la Vid verdadera, que es Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

Al concluir estas palabras convierto en afirmación la pregunta inicial: ¡Sí, vale la pena ser sacerdote hoy! - Porque nuestro sacerdocio, según el apremiante llamado del Papa Benedicto XVI a la Nueva Evangelización, debe ser presentado al hombre de hoy a través de “nuevos métodos, nuevo ardor y nueva expresión”, pero en exquisita fidelidad al sacerdocio de siempre, porque es una participación en el sacerdocio eterno de Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre.

Renovemos los sacerdotes el deseo de una vida santa para Gloria de Dios y bien de las almas; que renueven los seminaristas el deseo de seguir caminando, firme y decididamente, en pos del sacerdocio; que nuestros jóvenes se animen a mirar a los ojos a Jesucristo, quien mirándolos con amor los llamará vivir la más apasionante de todas las aventuras: la de dejarlo todo para seguirlo a Él.

Escrito del Padre José Medina para la Revista “Padre de Todos” de la Diócesis de Getafe, Madrid, edición del mes de marzo de 2011, Nº 178.

jueves, 28 de noviembre de 2019

ESCRITOS PERIODÍSTICOS: Testimonio personal como Capellán del HUIE

El paciente de un hospital tiene varias dimensiones reconocidas por la OMS (Organización Mundial de la Salud): la dimensión física, a la que se dedican básicamente los médicos y enfermeras; la dimensión psicológica, que el hospital también garantiza con atención psicológica; la dimensión social, de la que se ocupan los trabajadores sociales y tiene una dimensión espiritual o religiosa, que se garantiza también a través de la atención espiritual. En ésta última se encuentra la función del Capellán, que es parte del proceso de la humanización del hospital y de la atención integral al paciente.

Como Capellán del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro me centro en la dimensión espiritual, facilitando el acceso de los Sacramentos a quienes lo deseen y ofreciendo nuestra oración, y muchas veces compartiéndola en familia junto con el paciente; aunque también, en determinadas ocasiones, podamos hacer trámites a nivel social, a través de Cáritas, en beneficio de quien más lo necesite.

Como Capellán de Hospital descubro cada día las maravillas de la gracia de Dios ante el dolor, aprendiendo a descubrir a Cristo en el dolor unido a la Cruz de tantos enfermos. Lo que sí vivo, y es mi deber de gratitud decirlo en estas breves líneas, desde el primer día es que no estoy sólo. Cuento con la ayuda de tantos buenos profesionales, y de muchas personas generosas, como los voluntarios, que vienen a visitar a los enfermos que no tienen familiares o los tienen muy lejos y se encuentran más necesitados de compañía y afecto.

En la entrada del hospital “San Giacomo” de Roma, está esculpida la siguiente frase: “Ven para ser sanado, si no sanado al menos curado, si no curado al menos consolado”. Los tres verbos: “sanar”, “curar”, “consolar”, proponen varios horizontes de salud y de esperanza. Y en esta triple disposición yo me veo, llevando en mi ministerio a Cristo, Buen Pastor, “que pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a todos” (Hechos 10,38).

Escrito del Padre José Medina para la Revista “Padre de Todos” de la Diócesis de Getafe, Madrid, edición del mes de noviembre de 2019, Nº 275.