Mons. José Luis Retana junto a Pablo María de la Cruz |
(Servicio Diocesano de
Comunicación de la Diócesis de Salamanca) El pastor de la
Diócesis de Salamanca, Mons. José Luis Retana, comparte en este artículo el
momento de gracia compartido junto al joven Pablo María de la Cruz, previo a su
profesión religiosa en la Orden del Carmen y de la que posteriormente fue
testigo el 25 de junio. Fray Pablo murió siendo carmelita, a los casi 22 años (los habría cumplido el 26 de julio) , el sábado 15 de julio, en la vigilia de Nuestra Señora del Carmen.
MONS. JOSÉ LUIS RETANA
GONZALO. OBISPO DE SALAMANCA
El viernes, 23 de junio,
estando en Ciudad Rodrigo, antes de las seis de la mañana, recibí un mensaje
del prior de los Carmelitas Calzados, vecinos y amigos en Salamanca, que decía
lo siguiente:
Buenos días, don José Luis.
Soy su amigo y vecino, Desi.
Disculpe el asalto mañanero. Le comunico que un novicio de Salamanca, Pablo,
que tiene 21 años, este domingo, día 25, a las 20:00 horas en nuestra iglesia
de El Carmen de Abajo va a hacer la profesión religiosa in articulo mortis. La
muerte de Pablo está cercana, pues se ha acelerado el cáncer, y hemos recibido
las dispensas necesarias desde Roma para admitirlo ya definitivamente a la
Orden del Carmen. Estamos apurando al máximo, para que pueda profesar en la
iglesia, pues lo ha pedido con insistencia. El Prior Provincial vendrá el
domingo para la vestición del hábito y para recibir sus votos.
Queremos informarle, y también
invitarle, si Vd. puede presidir solemnemente la Eucaristía. El Prior
Provincial se encargaría de pronunciar la homilía y de presidir el rito de la
profesión. Nosotros nos encargaríamos de organizar toda la liturgia. Siento la
precipitación, pero todo se ha acelerado y me siento en la obligación de
invitarle, porque sé que la vida de Pablo María de la Cruz va a dar mucho fruto
y su muerte será una palabra de Dios para nuestra Diócesis de Salamanca. Su
vida es ejemplar y su testimonio no deja indiferente a nadie, circula ya su
fama de vida virtuosa… Ya veremos a ver qué pasa. Él está sereno, en paz,
alegre, radiante… Dios mediante, y si es voluntad de Dios, desea morir con el
hábito de la Virgen, aquí, en el convento.
Un fortísimo abrazo, D. José
Luis. Ya me dirá algo. Perdón nuevamente por el atraco. Dios le bendiga. Desi.
Ante la imposibilidad de
presidir la celebración de la toma de hábito carmelita de Pablo por los
compromisos adquiridos. El sábado, 24, ya en Salamanca, a las doce de mediodía,
fui a visitar a Pablo en su casa, me acompañó Desiderio y nos presentamos en
casa. Estuvimos hora y media con sus padres y con él. El mensaje del día
anterior era completamente verdadero y fue un momento de gracia para mí.
Pablo, con su cabeza rapada,
sus 21 años, nos recibió con una alegría y una paz difíciles de describir en un
joven de esa edad, acrisolado por la enfermedad de varios años. Sus padres con
un dolor mitigado por la fe. Él enamorado de Cristo hasta las trancas y con un
afecto tan grande por la Iglesia, con una amistad tan extraordinaria con los
jóvenes que le visitan, a los que tiene que levantar el ánimo y los evangeliza
con su modo sencillo y extraordinario de afrontar la enfermedad, protegiendo el
dolor de sus padres hablando él mismo con los médicos después de las consultas,
el amor a la Eucaristía, la paz e incluso la alegría ante la muerte porque
entiende que en ella se cumple el designio grande para el que estamos hechos.
Pablo María entrega su vida en
obsequio de Jesucristo e insiste en ofrecer su vida por dos
intenciones: por la conversión de los jóvenes, para que conozcan el amor
de Dios manifestado en Jesús Eucaristía; y por la unidad de la Iglesia,
para que todos los movimientos, grupos eclesiales, itinerarios, Congregaciones
y Órdenes religiosas…, sean uno, de forma que brille en medio de nuestro mundo
y en la misma Iglesia la belleza del Cuerpo de Cristo.
Salí de aquella casa
completamente conmovido, viendo la grandeza de la obra que Cristo puede hacer
en la vida de un muchacho que se entrega a su amistad sin filtro ninguno. Una
gracia más con la que el Señor remueve mi tibieza en la entrega. La vida y el
modo de afrontar la muerte de Pablo se convierte en una denuncia profética a
nuestra tibieza en nuestra opción por Cristo. Salí de allí con un abrazo grande
a los tres, lleno de afecto y gratitud. Les bendije, sabiendo que yo era el
bendecido, por este Fiat tan grande de este joven muchacho que el domingo 25 se
consagró del todo al Señor in artículo mortis (al final pude presidir la
Eucaristía). Una muerte que ofrece por la conversión de los jóvenes. Su vida ya
está dando los frutos propios de una persona aferrada por Cristo.
Qué grande es Dios y qué bella
es la Iglesia y el Espíritu que trabaja en ella y a cada uno de nosotros. La
vida débil de Pablo dará frutos insospechados para los que estamos siendo
testigos de su entrega.
+ José
Luis Retana, obispo de Salamanca
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