UNA ORACIÓN DESDE EL CORAZÓN
DE LA GRAN TRADICIÓN MARIANA
El Director Editorial del
Dicasterio de la Comunicación explica los motivos de la elección de «un texto
entretejido con citas de la gran tradición mariana». Muchas de ellas son
conocidos, hacen referencia a oraciones comunes, a Doctores de la Iglesia, el indio
Juan Diego, Monfort; otros como «tierra del Cielo» menos.
Tornielli ha publicado en
distintos los medios de la Santa Sede una explicación de las jaculatorias
marianas que se encuentran en la plegaria del Santo Padre el 25 de marzo, con
la que desea «realizar un solemne Acto de consagración de la humanidad,
particularmente de Rusia y de Ucrania, al Corazón inmaculado de María»:
Una oración pública y coral,
que une a toda la Iglesia, para implorar la paz y consagrar al Corazón
Inmaculado de María a la humanidad entera y en especial a Rusia y Ucrania,
mientras desgraciadamente aun arrecian los combates y los bombardeos que se cobran
víctimas entre la población civil ucraniana. Un gesto simple, humilde de quien
cree y confía en el poder de la oración y no en el de las armas. Se ha hecho
público el texto del acto de consagración y encomienda que el Papa Francisco
realizará hacia las 18.30 horas del viernes 25 de marzo, fiesta de la
Anunciación, al término de la celebración de la penitencia en la Basílica
Vaticana. Es un texto entretejido con citas de la gran tradición mariana, que
será pronunciado en todo el mundo por el pueblo de Dios guiado por los obispos
y los sacerdotes. He aquí algunas referencias.
Madre de Dios, es el título
con el que se venera a la Virgen en Oriente y en Occidente, proclamado como
dogma por el Concilio de Éfeso. Madre de misericordia es una expresión que
también se repite en la oración «Salve Regina».
Es Él quien te ha entregado a
nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para
la humanidad. Estas palabras evocan la revelación de Fátima: «Dios ha decidido
establecer la devoción a mi Corazón Inmaculado...» y «mi Corazón Inmaculado
será tu refugio». Aunque el dogma de la Inmaculada Concepción de María,
proclamado por el Beato Pío IX en 1854, pertenece a la Iglesia católica, las
Iglesias de la ortodoxia comparten la misma fe. El teólogo ortodoxo ruso Sergei
Bulgakov, por ejemplo, sostiene que «en la ortodoxia, la fe en la ausencia de
pecado personal de la Madre de Dios es como el incienso, como una nube de
oración que la veneración y la piedad de la Iglesia concentran y hacen elevar».
Además, la mención del «refugio» se hace eco de la antigua oración mariana «Sub
tuum praesidium».
Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. Podemos ver aquí una referencia a las apariciones marianas.
Repite a cada uno de nosotros:
«¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Esta es la frase que María reveló
al indio Juan Diego en la aparición de Guadalupe.
Tú sabes cómo desatar los
enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Se puede leer aquí
una referencia a «la Virgen que desata los nudos», una imagen mariana a la que
el Papa Francisco es notoriamente devoto.
Tú, «tierra del Cielo», vuelve
a traer la armonía de Dios al mundo. La expresión «tierra del cielo» está
tomada de un himno monástico bizantino-eslavo, y significa poéticamente la
unión del cielo y la tierra que podemos contemplar en María asunta al cielo con
su cuerpo.
Que las lágrimas que has
derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado.
Aquí se puede leer otra alusión a la oración «Salve Regina», donde se habla del
«valle de lágrimas».
El «sí» que brotó de tu
Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que,
por medio de tu Corazón, la paz llegará. Encontramos en estas palabras una
velada alusión al comienzo del «Tratado de la verdadera devoción» del santo de
Montfort, según el cual Dios, así como entró en el mundo por medio de María,
por medio de ella quiere seguir reinando en el mundo.
Tú que eres «fuente viva de
esperanza», disipa la sequedad de nuestros corazones. Se trata de una cita de
la oración de San Bernardo, «Virgen Madre, Hija de tu Hijo», que se encuentra
en el último canto (XXXIII) de la Divina Comedia de Dante Alighieri.
Tú que has tejido la humanidad
de Jesús. Se trata de una expresión inspirada en algunos padres orientales (por
ejemplo, san Efrén el sirio). La imagen de María como «tejedora» está presente
en la iconografía cristiana desde el mosaico del arco de triunfo de Santa María
La Mayor y durante todo el primer milenio.
La encomienda a María tiene
una referencia evangélica. En el Evangelio de Juan leemos que Jesús, desde la
cruz, confía a su Madre el único apóstol presente en el Calvario: «¡Mujer, he
ahí a tu hijo!». E inmediatamente después, añade, dirigiéndose a Juan: «¡He ahí
tu madre!». Encontramos huellas del acto de consagración o encomienda a María
al menos desde el siglo VIII, con Juan Damasceno, teólogo árabe de fe cristiana
y doctor de la Iglesia, originario de Damasco. Fue él quien formuló la primera
oración de consagración a la Virgen: «También nosotros permanecemos hoy cerca
de ti, oh Soberana. Sí, repito, oh Soberana, Madre de Dios y Virgen. Atamos
nuestras almas a tu esperanza como un ancla firme e inquebrantable,
consagrándote mente, alma, cuerpo y todo nuestro ser y honrándote, en la medida
de nuestras posibilidades, 'con salmos, himnos y cánticos espirituales' (Ef
5,19)».
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