Queridos amigos y hermanos: al celebrarse hoy,
8 de mayo, la Solemnidad de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la República
Argentina, quiero compartirles la oración que san Juan Pablo II pronunció en la
Avenida 9 de Julio, de la ciudad de Buenos Aires (Argentina), el Domingo de
Ramos 12 de abril de 1987, en la clausura de la 2º Jornada Mundial de la
Juventud y ante la imagen original de Nuestra Señora de Luján.
Consagración de la República Argentina a la
Virgen de Luján
1.¡Dios te salve, María, llena de gracia, Madre del Redentor!
Ante tu imagen de la Pura y Limpia Concepción,
Virgen de Luján, Patrona de Argentina,
me postro en este día aquí, en Buenos Aires,
con todos los hijos de esta patria querida,
cuyas miradas y cuyos corazones convergen hacia
Ti;
con todos los jóvenes de Latinoamérica
que agradecen tus desvelos maternales,
prodigados sin cesar en la evangelización del
continente
en su pasado, presente y futuro;
con todos los jóvenes del mundo,
congregados espiritualmente aquí,
por un compromiso de fe y de amor;
para ser testigos de Cristo tu Hijo
en el tercer milenio de la historia cristiana,
iluminados por tu ejemplo, joven Virgen de Nazaret,
que abriste las puertas de la historia al
Redentor del hombre,
con tu fe en la Palabra, con tu cooperación
maternal.
2. ¡Dichosa tú porque has creído!
En el día del triunfo de Jesús,
que hace su entrada en Jerusalén manso y
humilde,
aclamado como Rey por los sencillos,
te aclamamos también a Ti,
que sobresales entre los humildes y pobres del
Señor;
son éstos los que confían contigo en sus
promesas,
y esperan de El la salvación.
Te invocamos como Virgen fiel y Madre amorosa,
Virgen del Calvario y de la Pascua,
modelo de la fe y de la caridad de la Iglesia,
unida siempre, como Tú,
en la cruz y en la gloria, a su Señor.
3. ¡Madre de Cristo y Madre de la Iglesia!
Te acogemos en nuestro corazón,
como herencia preciosa que Jesús nos confió
desde la cruz.
Y en cuanto discípulos de tu Hijo,
nos confiamos sin reservas a tu solicitud
porque eres la Madre del Redentor y Madre de
los redimidos.
Te encomiendo y te consagro, Virgen de Luján,
la patria argentina, pacificada y reconciliada,
las esperanzas y anhelos de este pueblo,
la Iglesia con sus Pastores y sus fieles,
las familias para que crezcan en santidad,
los jóvenes para que encuentren la plenitud de
su vocación,
humana y cristiana,
en una sociedad que cultive sin
desfallecimiento
los valores del espíritu.
Te encomiendo a todos los que sufren,
a los pobres, a los enfermos, a los marginados;
a los que la violencia separó para siempre de
nuestra compañía,
pero permanecen presentes ante el Señor de la
historia
y son hijos tuyos, Virgen de Luján, Madre de la
Vida.
Haz que Argentina entera sea fiel al Evangelio,
y abra de par en par su corazón
a Cristo, el Redentor del hombre,
la Esperanza de la humanidad.
4. ¡Dios te salve, Virgen de la Esperanza!
Te encomiendo a todos los jóvenes del mundo,
esperanza de la Iglesia y de sus Pastores;
evangelizadores del tercer milenio,
testigos de la fe y del amor de Cristo
en nuestra sociedad y entre la juventud.
Haz que, con la ayuda de la gracia,
sean capaces de responder, como Tú,
a las promesas de Cristo,
con una entrega generosa y una colaboración
fiel.
Haz que, como Tú, sepan interpretar los anhelos
de la humanidad;
para que sean presencia saladora en nuestro
mundo
Aquel que, por tu amor de Madre, es para
siempre
el Emmanuel, el Dios con nosotros,
y por la victoria de su cruz y de su
resurrección
está ya para siempre con nosotros,
hasta el final de los tiempos.
Amén.
El texto original de: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/1987/april/documents/hf_jp-ii_spe_19870412_affidamento-vergine-lujan.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario