viernes, 23 de septiembre de 2022

SANTORAL: Santo Padre Pío, en tu día y siempre, ora por nosotros



El padre Francesco Forgione nació en Pietrelcina, provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Sus padres fueron Horacio Forgione y María Giuseppa. Creció dentro de una familia humilde, pero como un día él mismo dijo, nunca careció de nada. Fue un niño muy sensible y espiritual. En la Iglesia Santa María de los Ángeles, la cual se podría decir fue como su hogar, fue bautizado, hizo la Primera Comunión y la Confirmación. También en esta misma Iglesia fue donde a los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante empieza a tener apariciones de la Virgen María que durarían por el resto de su vida.

Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone en enero de 1903. El día anterior de entrar al Seminario, Francisco tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión Jesús puso su mano en el hombro de Francisco, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente penetrando en lo más profundo de su alma. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Benevento, y en febrero de ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte, el 23 de septiembre de 1968.

Poco después de su ordenación, le volvieron las fiebres y los males que siempre le aquejaron durante sus estudios, y es enviado a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera de salud. Luego de 8 años de sacerdocio, el 20 de setiembre de 1918, recibe los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo en sus manos, pies y costado izquierdo, convirtiéndose en el primer sacerdote estigmatizado. En una carta que escribe a su director espiritual los describe así: "En medio de las manos apareció una mancha roja, del tamaño de un centavo, acompañada de un intenso dolor. También debajo de los pies siento dolor".

El 20 de septiembre de 1968 el Padre Pío cumplió 50 años de haber recibido por primera vez los estigmas del Señor Jesús. El Padre Pío celebró la Misa a la hora acostumbrada. Alrededor del altar hubo 50 grandes macetas con rosas rojas para sus 50 años de sangre... A los dos días murmurando por largas horas "Jesús, María!", muere el Padre Pío, el 22 de septiembre de 1968. Los que estaban presentes quedaron largo tiempo en silencio y en oración. Después estalló un largo e irrefrenable llanto.

El funeral del Padre Pío fue impresionante ya que se tuvo que esperar cuatro días para que la multitud de personas pasaran a despedirse. Se calcula que más de cien mil personas participaron del entierro. Pocas horas antes de morir desaparecieron los estigmas con el cual el Señor ha confirmado su origen místico y sobrenatural. Muchas han sido las conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede.

San Juan Pablo II y el Santo Padre Pío

El 16 de junio de 2002 el Papa Juan Pablo II canonizó al padre Pío, algo tan esperado por muchos, elevando así al culto público y oficial de la Iglesia al sacerdote que confesó y convirtió a un gran número de fieles de distintos países, que lo frecuentaban buscando el perdón de los pecados y la orientación de sus vidas. Juan Pablo II lo propuso al mundo como “testimonio de oración y caridad”, en la canonización más multitudinaria de la historia vivida en el Vaticano.

“El nuevo santo nos invita a poner a Dios por encima de todo, a considerarlo como nuestro sumo y único bien”, dijo el pontífice en la homilía de canonización. Cuando el Santo Padre quiso resumir en la homilía el legado del seguidor de san Francisco, lo hizo con pocas palabras: “Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos. ¡Qué actual es la espiritualidad de la Cruz vivida por el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza”.

En particular, propuso su ejemplo como modelo para todo sacerdote. “¡La misa del Padre Pío!”, recordó el Papa, quien le visitó en 1947 y se confesó con él en San Giovanni Rotondo, cuando no era más que un joven sacerdote polaco. “La santa misa era el corazón y la fuente de toda su espiritualidad”, recordó. “San Pío de Pietrelcina se presenta ante todos como un testigo creíble de Cristo y de su Evangelio. Su ejemplo e intercesión alientan a cada uno a vivir un amor cada vez mayor a Dios y a la concreta solidaridad con el prójimo, en especial con el más necesitado”.

¡Santo Padre Pío, en tu día y siempre, ruega por nosotros!

¡Bendícenos!

Padre José Medina

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