Cada 14 de septiembre la Iglesia celebra la Fiesta de la Exaltación de la Cruz. Esta festividad nos recuerda el hallazgo de la Santa Cruz en el año 320, por parte de Santa Elena, madre de Constantino.
¿Qué fue lo que pasó con la cruz donde murió Cristo, el Señor? Hay una antigua tradición que nos narra que el Emperador Constantino se hallaba en peligro de ser derrotado ante los Bárbaros. En un momento determinado se le apareció una cruz brillante en el cielo, con esta inscripción: “Con este signo, vencerás”. Y así sucedió, ganó la batalla y fue bautizado por el Papa Eusebio en Roma.
Movido por el agradecimiento, envía a su madre Santa Elena a Jerusalén para buscar las reliquias de la cruz donde Cristo murió. Después de penosas excavaciones, descubrieron tres cruces, pero el dilema era éste: ¿Cuál era la del Señor Jesús? Se la identificó porque ante su paso resucitó un muerto, signo por demás manifiesto que era la cruz de Cristo. Más tarde Cosroas, rey de Persia se llevó la cruz a su país y luego Heraclio la devolvió a Jerusalén. La historia sigue, pero quedémonos con solo esto, y tratemos de sacar una enseñanza del hecho que hemos recordado.
¿Conocemos profundamente el sentido de la cruz en nuestra vida? En una ocasión Jesús dijo la siguiente frase: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32). Cristo conquista a los hombres desde la cruz, que se convierte en centro de atracción, de salvación para toda la humanidad. Quien no se rinda ante Cristo Crucificado y crea en él, no puede obtener la salvación.
Pero
la fe en Cristo crucificado tiene que dar un paso adelante. Redimidos por
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