Queridos amigos y hermanos del
blog: el Adviento es el período de preparación para celebrar la Navidad, que comienza
cuatro domingos antes de esta fiesta. Además se encuentra en el comienzo del
Año Litúrgico católico. Ahora que vamos ya casi promediándolo, les comparto
este “Decálogo para vivir el Adviento”, escrito por Don Ángel Rubio Castro,
Obispo emérito de Segovia:
1) Si eres pobre: ¡Alégrate de corazón! Ha nacido un Niño pobre en un
portal, frágil y débil, envuelto en pobres pañales, recostado sobre pajas en un
pesebre. Prepara tus caminos y también la Navidad, con el alma limpia y con
ganas de paz.
2) Si eres joven: ¡Corre a su encuentro! Ha venido para salvarnos. No
podemos quedarnos pasivos y de brazos cruzados. El está siempre muy cerca. Ha
salido agua en el desierto y todo está verde como una pradera. Entra en tu
interior y cambia tu vida vacilante y rutinaria por una entrega gozosa y
alegre. No te canses y saca fuerzas para caminar al encuentro del Señor.
3) Si eres adulto: ¡Lucha por altos ideales! Estamos en el punto
central de la esperanza cristiana que nos da el sentido de la Historia
inaugurada por el nacimiento de Cristo. No debe cogernos de sorpresa como
ocurrió a los judíos hace 20 siglos. Si viene Cristo, el reino que Él predicaba
aparecerá ante nosotros con fuerza y empezará a hacerse realidad creciendo cada
día hasta llenarlo todo para llegar a la plenitud.
4) Si eres anciano: ¡Recoge el consejo de los años! Nuestra vida
actual con Cristo es una marcha en la noche de la cual vamos haciendo la meta
final que se abre con una aurora de eternidad. Jesús ha prometido a sus
discípulos volver para instaurar el reino triunfal y definitivo de su Padre. El
Adviento es una anticipación de ese último día. Siempre puede ser Navidad.
5) Si eres religioso o religiosa: ¡Él es el Esposo! Lo decimos, lo
cantamos, lo rezamos, lo gritamos. Queremos y amamos tu presencia salvadora. El
que todo lo puede llenar de dicha, de plenitud, es Jesús. Él es, consciente o
inconscientemente, objeto de todos los grandes deseos humanos. De día y de
noche, esperamos al Esposo que llega, como Santa María del Adviento, esperó con
inefable amor de Madre.
6) Si eres sacerdote: ¡Admira y contempla! Nuestro Señor que nació en
Belén nace cada día en el Altar hasta que vuelva. Entre el pasado y el futuro
se sitúa la presencia de Cristo en su cuerpo total que es la Iglesia. Por la
Iglesia, Cristo interviene en la historia de los hombres y por ella penetra
progresivamente en el mundo. Cristo viene a las almas por medio de la gracia en
los Sacramentos, especialmente por la celebración Eucarística.
7) Si eres misionero: ¡Anuncia al Salvador! El Señor con su nacimiento
ilumina a los que andan en tinieblas y en sombras de muerte. Abaja los montes y
las colinas de nuestro orgullo y levanta los valles de nuestros desánimos y
cobardías. Destruye los muros del odio que divide a las naciones y allana los
caminos de la concordia entre los hombres. Ábrase la tierra y brote la
salvación y con ella germine la justicia.
8) Si estás enfermo: ¡Él puede curarte! Por muy hundidos que estemos
tenemos la secreta esperanza que de un modo o de otro encontraremos la
salvación, porque Dios piensa en nosotros y nos ama hasta el punto de darnos
una y otra vez a su Hijo Unigénito. Con Él no hay heridas, ni soledades, ni
llanto, ni tristeza, ni ansiedades, es Padre de los pobres y consuelo de los
afligidos.
9) Si eres padre o madre: ¡No te canses de esperar! María y José
esperando y preparándose para el nacimiento de Jesús, tuvieron que ponerse en
camino hacia Belén, con dolor y alegría, con dificultad, rezando y hablando,
llenos de confianza. Siempre unidos. Se les cerraron las puertas y se fueron a
buscar donde pudiese nacer Jesús. Cuando se espera un hijo en la tierra nace una
estrella en el cielo y los ángeles cantan alegres la paz del hombre en el
mundo.
10) Si eres cristiano: ¡Reza con nosotros Señor! Todo se ha cumplido.
El Señor es más fuerte que el mal para librarnos de todas las desgracias que
encierra el pecado. Hemos de permanecer alerta, y preparar nuestros corazones,
para que el nacimiento de su Hijo nos salve, ilumine las tinieblas de nuestro
espíritu, escuche nuestras súplicas, nos asista con su gracia y celebremos el
misterio de la Encarnación y nacimiento de Cristo.
EPÍLOGO:
Te
deseo que llegues a la Navidad, fiesta de gozo y salvación y la celebres con
alegría desbordante y vivas el misterio con corazón humilde, adorando al que es
el Señor del universo y de la historia.
Ángel
Rubio Castro, Obispo emérito de Segovia
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