El papa Francisco celebró ayer,
lunes 18 de mayo, la misa por el centenario del nacimiento de san Juan Pablo II
en la capilla de la Basílica de San Pedro donde se encuentran los restos
mortales del papa polaco. Ahí, Francisco pidió que el santo papa interceda por
el mundo actual concediendo a las personas la gracia de la oración, la cercanía
y la justicia.
En la misa participaron
miembros de la comunidad polaca en Roma, siguiendo las normas sanitarias para
la apertura de los templos.
Entre los concelebrantes
estuvieron el cardenal Angelo Comastri, vicario general del Papa para la Ciudad
del Vaticano y arcipreste de la Basílica Vaticana; el cardenal polaco Konrad
Krajewski, limosnero apostólico; monseñor Piero Marini, 18 años maestro de las
celebraciones litúrgicas durante el pontificado de Juan Pablo II; y el
arzobispo polaco Jan Romeo Pawłowski, jefe de la Tercera Sección de la
Secretaría de Estado que se ocupa del personal diplomático de la Santa Sede.
Hace 100 años, Dios trajo un
Pastor
El Santo Padre reflexionó
sobre la importancia del centenario del santo. “El Señor ama a su pueblo, lo
hemos cantado en el estribillo del canto entre las lecturas y ésta es una
verdad”, dijo el Papa Francisco al inicio de su homilía.
“En los momentos más duros el
Señor siempre ama, hay que ver cómo se manifestará este amor y cuando el Señor
enviaba por medio de este amor a un profeta, a un hombre de Dios, la reacción
del pueblo era: ‘el Señor ha visitado a su pueblo’”.
“Nosotros podemos decir que
100 años atrás el Señor visitó a su pueblo”, mandó a un hombre y lo preparó
para guiar a la Iglesia, dijo refiriéndose a san Juan Pablo II.
Oración, cercanía y justicia
Francisco señaló tres “rasgos”
de buen pastor que caracterizaron a Juan Pablo II: la oración, la cercanía al
pueblo y el amor por la justicia. San Juan Pablo II era un hombre de Dios
porque rezaba mucho: mucho tiempo de oración. “Sabía que la primera tarea del
obispo era rezar y él lo sabía, él lo hacía”. Modelo de obispo que reza, la
primera tarea. Y nos ha enseñado que cuando un obispo hace el examen de
conciencia a la noche debe preguntarse: ¿cuántas horas recé hoy? Hombre de
oración”.
“El segundo rasgo: era un
hombre cercano a la gente y recorrió el mundo buscando a su gente. Y la
cercanía es uno de los rasgos de Dios: Dios está cerca de la gente. Una
cercanía que se hace fuerte en Jesús. Un pastor está cerca de la gente, de lo
contrario es sólo un administrador. Juan Pablo II nos dio el ejemplo de esta
cercanía: a los grandes y a los pequeños, a los cercanos y a los lejanos”.
“Tercer rasgo, el amor a la
justicia. ¡Pero, la justicia plena! Un hombre que quería la justicia, la
justicia social, la justicia de los pueblos, la justicia que echa a las
guerras. Por esto San Juan Pablo II era el hombre de misericordia porque
justicia y misericordia van juntas, no se pueden distinguir, están juntas:
justicia es justicia, misericordia es misericordia, pero la una de la otra. Y
hablando del hombre de la justicia y de la misericordia, pensemos cuánto hizo
Juan Pablo II para que la gente comprendiese la misericordia de Dios. Pensemos
cuánto hizo para que la gente entendiera la Divina Misericordia, especialmente
con la devoción a Santa Faustina, cuya memoria litúrgica ahora se extendió a
toda la Iglesia. “Él había sentido que la justicia de Dios tenía este rostro de
misericordia, esta actitud de misericordia. Y esto es un don que nos ha dejado
él: la justicia-misericordia y la misericordia justa”.
Al finalizar la misa,
Francisco rezó para que Dios suscite en nosotros “la llama de la caridad que
alimentó incesantemente la vida de Juan Pablo II y lo llevó a consumirse” por
la Iglesia.
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