Mons. Juan Rodolfo Laise, el 6 de abril de 2009, en el Convento-Museo del Santo Padre Pío. |
Queridos
amigos y hermanos: últimas horas del año 2019. Año en el cual Juan Rodolfo
Laise, Obispo emérito de San Luis, Argentina, pasó a sus 93 años de este mundo
al Padre Eterno, concretamente el 22 de julio, allí en la casa de reposo San
Padre Pío, de San Giovanni Rotondo, Italia, donde residía desde hacía 18 años
tras renunciar por edad al gobierno pastoral de la diócesis argentina. Quiero
dedicar, con gratitud y reconocimiento, mi último escrito de este año a Él y a
su memoria.
Monseñor
Laise, quien se mantenía activo en la comunidad capuchina y dedicaba muchas
horas a escuchar confesiones, falleció tras sufrir una descompensación general.
Era hasta su fallecimiento, el decano del episcopado argentino ya que el 29 de
mayo de 2019 cumplió 48 años de ordenación episcopal. Sus restos fueron velados
en el santuario Santa María de las Gracias, de San Giovanni Rotondo.
Breve reseña biográfica
Nació
en Buenos Aires el 22 de febrero de 1926; hizo la profesión solemne en la Orden
Franciscana de los Frailes Menores Capuchinos el 13 de marzo de 1949; ordenado
sacerdote en la capilla de colegio Euskal Echea de Llavallol, Buenos Aires, el
4 de setiembre de 1949 por Mons. Miguel de Andrea, obispo titular de Temnos;
elegido obispo titular de Giomnio y coadjutor con derecho de sucesión de San
Luis el 5 de abril de 1971; ordenado obispo el 29 de mayo de 1971 en la capilla
del colegio Euskal Echea, por Mons. Juan Carlos Aramburu, arzobispo coadjutor
de Buenos Aires (co-consagrantes Mons. Antonio José Plaza, arzobispo de La
Plata y Mons. Raúl Francisco Primatesta, arzobispo de Córdoba); obispo de San
Luis por sucesión desde el 6 de julio de 1971; renunció por edad el 6 de junio
de 2001. Lema episcopal: "Fideliter" (Fielmente).
Mi Obispo de Ordenación
Diaconal y Sacerdotal
Mons. Laise ordenando sacerdote a José Medina el 29 de septiembre de 1991. |
Tengo
28 años de ordenado sacerdote. Esto fue el 29 de septiembre de 1991. ¡Qué gran
Don el Sacerdocio y qué gran Misterio! Dios llama, uno escucha… y la Iglesia,
como Madre y Maestra discierne. Y ese llamado tan eterno como él mismo Dios, en
un momento determinado y concreto, necesita un hombre “llamado de entre los
hombres para las cosas que miran a Dios” que consagrado Obispo diga en nombre
de la Iglesia: elegimos a éste hombre para ser ordenado sacerdote para siempre.
Y
ese “hombre-Obispo” en mi vida y vocación, tiene un nombre concreto: Mons. Juan
Rodolfo Laise. Cómo les decía “Fielmente” fue su lema episcopal. Lema que lo
pinta de cuerpo entero. Y creo que es el gran legado que nos deja a los
sacerdotes que fuimos formados en su Seminario, el Seminario “San Miguel
Arcángel” situado en el bellísimo El Volcán en plena serranía puntana. Recuerdo
con inmensa felicidad los años allí pasados: ambiente de oración, de estudio,
de sana y viril fraternidad. Tiempo de ideas muy claras en la doctrina para
poder afrontar con claridad y convicción los tiempos difíciles que podían
venir… y vinieron.
Recuerdo
con especial gratitud su visita de cada miércoles por la tarde, cuando nos
reunía a todos los seminaristas en una de las aulas y nos compartía
experiencias, enseñanzas que fueron modelando mi alma sacerdotal, y la de
muchos: la piedad Eucarística, la práctica de la Confesión frecuente, el amor a
la Virgen María, el consejo de rezar a diario el Santo Rosario, la devoción al
Papa y la fidelidad a su Magisterio, el sentir con la Iglesia, el preparar el
corazón para ser el día de mañana sacerdotes sabios, santos, celosos del bien
de las almas y de la Iglesia. Apartado especial en esos miércoles fueron las
incontables referencias al santo Padre Pío, al que tenía desde siempre una gran
devoción y supo inculcarla sabiamente en nuestros juveniles corazones
Cuantos
recuerdos que brotan emocionados por salir a la luz y ser estampados en este
escrito. Sólo Dios sabe las veces que recorrió de punta a punta la geografía de
San Luis. Kilómetros y kilómetros para visitar los curas y las comunidades y
llegar a todos. Sembró San Luis de ermitas a la Virgen, restauró sus templos y
construyó otros tantos. Casas parroquiales y movilidad digna para sus
sacerdotes. El delicado cuidado a las religiosas y religiosos. Su lucha
incansable por la dignidad de la vida, desde el inicio mismo de su concepción. Su
testimonio admirable acerca de la dignidad de la celebración del culto divino.
¡Sus catecismos! Y tantas otras cosas que se hace imposible transcribir en un
acotado espacio.
Mons. Laise y José Medina celebrando la Santa Misa juntos el 6 de abril de 2009 junto al cuerpo incorrupto del Santo Padre Pío. |
Yo
pude acompañarlo seis años como su Delegado de Prensa y Difusión. ¡Cuánto
aprendí a su lado! ¡Qué claridad de conceptos y de sana formación en cada una
de sus alocuciones y escritos! Yo, recién ordenado sacerdote, lo miraba como
desde lejos, como un ejemplo a imitar y seguir. Lo que soy como sacerdote, a él
se lo debo, como a un fiel instrumento de Dios que supo moldear en mi alma a
ese futuro sacerdote para siempre.
Deja
a las futuras generaciones el retrato de un obispo convencido de los deberes de
su oficio, humilde al servicio de la Santa Iglesia, celoso en el apostolado,
riguroso en la aplicación de los principios y valiente en la defensa de la
Tradición de la Iglesia. Desde que dejó la Diócesis de San Luis y hasta sus
últimos días prácticamente, se dedicó a la confesión de peregrinos, la oración,
la penitencia y la difusión de la devoción al Santo Padre Pío de Pietrelcina, en
cuyos pasos poco a poco fue colocando los suyos.
¡Gracias
Mons. Laise por tu vida de fidelidad! Quizás, con toda certeza, sean estos los
sentimientos de tantos sacerdotes, religiosas y religiosos, y laicos de San
Luis, que si tuvieran los medios que yo tengo expresarían con mejores y
sentidas palabras la gratitud más entrañable al que fue nuestro fecundísimo
Obispo, Padre y Pastor durante 30 años…
Atesoraré
por siempre su cariño, estima y confianza. Y no me alcanzará ni el tiempo, ni
la eternidad para agradecerle el Don de Sacerdocio. Que ciertamente es Don de
Dios, pero que yo lo recibí de sus manos. ¡Dios lo tenga en su Gloria, María
Santísima lo cobije bajo su manto!
Con mi bendición.
Padre José Medina
Navidad de 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario