Fray Pablo en la ceremonia de ingreso al Noviciado |
Queridos amigos y hermanos del
blog: seguí con mucha emoción las distintas instancias del último tramo de la
vida terrena de Fray Pablo, el joven de 21 años que ingresó en los Carmelitas
“in articulo mortis”, quien padecía un grave sarcoma de Ewing desde hacía seis
años.
En las vísperas de la Fiesta
de Nuestra Señora del Carmen, la diócesis de Salamanca lo comunicó en sus redes
sociales: “Esta mañana, en el Convento carmelita de San Andrés de Salamanca, ha
entregado su vida al Padre fray Pablo María de la Cruz Alonso Hidalgo, Orden
del Carmelo. Descanse en paz”.
Ingreso en el noviciado
Con tan solo 21 años, la
esperanza de vida de Pablo era casi nula. Por esto, se le consideró 'in
articulo mortis', es decir, en peligro de muerte y por ello, el joven decidió ingresar
a la comunidad de Carmelitas bajo el nombre religioso Pablo María de la Cruz. Fue
a finales de junio cuando ingresó en el noviciado en la iglesia Carmen de
Abajo, presidido por Salvador Villota, provincial carmelita.
Nunca tuvo miedo a morir
Fray Pablo con sus padres |
Pablo nunca tuvo miedo de
morir, pues como afirmó en ocasiones anteriores “lo que quería comunicar es lo
increíblemente bonita que es la muerte en Cristo, que es algo que no da miedo,
que es alucinante, y que es un tabú que yo creo que hay que romper”. Al
salmantino le parecía “hasta mucho tiempo”, de las “ganas” que afirmó tener de
encontrarse “con el Padre”.
Sus familiares han explicado las últimas horas de Fray Pablo: “Anoche jóvenes, amigos de él, del Camino, de Hakuna, de Effetá, del Opus, del colegio, de la Universidad...le acompañaron en una vigilia de adoración. En el coro estaba su cama vacía, pero salieron sus padres a saludarnos. Abajo estaban sus hermanos rezando con todos los demás. Cuentan cosas alucinantes de él, hasta su último momento de conciencia. Les ha procurado dar fe y paz a todos hasta el final”.
Velatorio y funeral sin luto: “Quiero que estéis alegres”
La Virgen del Carmen, fiel testigo de su entrega |
Fue su deseo que en su velatorio se realizara la exposición del Santísimo Sacramento, y que quien pudiera llevara “su flor favorita”, y al cementerio “macetas con flores, para convertir su sepultura en un Carmelo, el jardín de Dios”. Recordó que “Nuestro Señor Jesucristo convirtió el leño de la cruz en Árbol de vida eterna”, por eso, este fraile no se cansaba de exclamar: “La cruz es mi alegría, no mi pena”.
Miriam, su hermana mayor,
recordó que “la cruz para los cristianos es aquello que te marca”, y que Pablo
lo que había descubierto, “es que en la cruz está la salvación”. Él abrazó la
cruz de su enfermedad a la cruz de Cristo. También manifestó el deseo de su
hermano de dejar en su velatorio “una cruz florecida”, y propuso que todos se
acercaran a dejar su flor,” y aquel sufrimiento que os está matando y que no
entendéis”.
El pastor de la Diócesis de
Salamanca, manifestó su cariño y cercanía a la familia y subrayó que “Jesús se
compadece de nosotros y nos llena de su alegría. Y quiere respondernos desde la
cruz”. Su muerte “siempre será para nosotros una lección suprema y paradójica.
Porque en esa muerte se nos da la vida, en su negra oscuridad se enciende la
luz, y en su aparente vacío se nos entrega la más dulce y eterna compañía. Así
lo habéis celebrado esta larga noche de joven alegría”.
El prelado confesó estar conmovido por “la grandeza de la obra que Cristo” ha hecho en la vida de Pablo. “La vida de Pablo dará frutos insospechados para los que hemos sido testigos de su entrega y para toda la Iglesia”, manifestó.
Artículo escrito con información aparecida en “Religión Confidencial”, y del Servicio Diocesano de Comunicación de la Diócesis de Salamanca.
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