viernes, 21 de julio de 2023

FRAY PABLO MARÍA DE LA CRUZ: La Virgen del Carmen le recibió en su Orden “in artículo mortis” y en las Vísperas de su Fiesta le llevó con Ella

Fray Pablo en la ceremonia de ingreso al Noviciado
 

Queridos amigos y hermanos del blog: seguí con mucha emoción las distintas instancias del último tramo de la vida terrena de Fray Pablo, el joven de 21 años que ingresó en los Carmelitas “in articulo mortis”, quien padecía un grave sarcoma de Ewing desde hacía seis años.

En las vísperas de la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, la diócesis de Salamanca lo comunicó en sus redes sociales: “Esta mañana, en el Convento carmelita de San Andrés de Salamanca, ha entregado su vida al Padre fray Pablo María de la Cruz Alonso Hidalgo, Orden del Carmelo. Descanse en paz”.

Ingreso en el noviciado

Con tan solo 21 años, la esperanza de vida de Pablo era casi nula. Por esto, se le consideró 'in articulo mortis', es decir, en peligro de muerte y por ello, el joven decidió ingresar a la comunidad de Carmelitas bajo el nombre religioso Pablo María de la Cruz. Fue a finales de junio cuando ingresó en el noviciado en la iglesia Carmen de Abajo, presidido por Salvador Villota, provincial carmelita.

Nunca tuvo miedo a morir

Fray Pablo con sus padres


Pablo nunca tuvo miedo de morir, pues como afirmó en ocasiones anteriores “lo que quería comunicar es lo increíblemente bonita que es la muerte en Cristo, que es algo que no da miedo, que es alucinante, y que es un tabú que yo creo que hay que romper”. Al salmantino le parecía “hasta mucho tiempo”, de las “ganas” que afirmó tener de encontrarse “con el Padre”.

Sus familiares han explicado las últimas horas de Fray Pablo: “Anoche jóvenes, amigos de él, del Camino, de Hakuna, de Effetá, del Opus, del colegio, de la Universidad...le acompañaron en una vigilia de adoración. En el coro estaba su cama vacía, pero salieron sus padres a saludarnos. Abajo estaban sus hermanos rezando con todos los demás. Cuentan cosas alucinantes de él, hasta su último momento de conciencia. Les ha procurado dar fe y paz a todos hasta el final”.

Velatorio y funeral sin luto: “Quiero que estéis alegres”

La Virgen del Carmen,
fiel testigo de su entrega

Fue su deseo que en su velatorio se realizara la exposición del Santísimo Sacramento, y que quien pudiera llevara “su flor favorita”, y al cementerio “macetas con flores, para convertir su sepultura en un Carmelo, el jardín de Dios”. Recordó que “Nuestro Señor Jesucristo convirtió el leño de la cruz en Árbol de vida eterna”, por eso, este fraile no se cansaba de exclamar: “La cruz es mi alegría, no mi pena”.

Miriam, su hermana mayor, recordó que “la cruz para los cristianos es aquello que te marca”, y que Pablo lo que había descubierto, “es que en la cruz está la salvación”. Él abrazó la cruz de su enfermedad a la cruz de Cristo. También manifestó el deseo de su hermano de dejar en su velatorio “una cruz florecida”, y propuso que todos se acercaran a dejar su flor,” y aquel sufrimiento que os está matando y que no entendéis”.

El pastor de la Diócesis de Salamanca, manifestó su cariño y cercanía a la familia y subrayó que “Jesús se compadece de nosotros y nos llena de su alegría. Y quiere respondernos desde la cruz”. Su muerte “siempre será para nosotros una lección suprema y paradójica. Porque en esa muerte se nos da la vida, en su negra oscuridad se enciende la luz, y en su aparente vacío se nos entrega la más dulce y eterna compañía. Así lo habéis celebrado esta larga noche de joven alegría”.

El prelado confesó estar conmovido por “la grandeza de la obra que Cristo” ha hecho en la vida de Pablo. “La vida de Pablo dará frutos insospechados para los que hemos sido testigos de su entrega y para toda la Iglesia”, manifestó.

Y explicó que “los santos nos recuerdan nuestro destino: La gloria suprema de un pueblo es haber contado con santos, con personas que vivían en profundidad el misterio de la santidad cristiana”. En este sentido, don José Luis indicó que “hemos sido testigos de que la vida y la muerte de Pablo”, han sido “una gracia” que “se convierte en responsabilidad”. Porque “cuando alguien ha convivido con los santos no dudará nunca de la verdad del Evangelio ni de la santidad de Dios”.

Después, el obispo roció con agua bendita e incensó el féretro de Fray Pablo María de la Cruz, y tras la bendición final toda la asamblea fijó los ojos en la Virgen del Carmen que preside el altar mayor, y juntos entonaron la Salve y el Flos Carmeli. Al terminar, los jóvenes rodearon el féretro de su amigo mientras cantaban el himno de Éffeta, No tengo miedo, el mismo gesto que realizaron en su profesión religiosa el pasado 25 de junio.  Con este emotivo gesto y con un gran aplauso daban su último adiós a Pablo, que fue portado a hombros por estos jóvenes hasta la salida del templo y conducido hasta el cementerio de la Virgen de la Salud, para recibir sepultura en uno de los nichos de los Padres Carmelitas.

Artículo escrito con información aparecida en “Religión Confidencial”, y del Servicio Diocesano de Comunicación de la Diócesis de Salamanca.

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