sábado, 16 de julio de 2022

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN: Poesía de José María Pemán

Cargadores de la Isla

mecedla con suavidad,

que lleváis sobre los hombros

a la Reina de la Mar!

Cargadores de la Isla:

ésa que vais a sacar

es la Virgen marinera,

que huele a marisco y sal;

la que llamaban Señora

y Capitana, al rezar,

los abuelos que tenían

claras almas de cristal

bajo la recia envoltura

de sus capotes de mar;

la que apacienta las olas

los días de tempestad;

la que esta tarde de julio

el crepúsculo honrará

colgando nubes de grana

por los balcones del mar.

Yo la vi que estaba triste

la Señora, en el altar.

Su rostro llenaba el lirio

de una palidez mortal.

—¿Qué te pasa, mi Señora,

Capitana de la mar,

que más que Virgen del Carmen,

pareces de la Piedad?

—Tres años hace, tres años,

que me estoy sin ver la mar,

sin oler las algas verdes

y sin ver la claridad.

¡Mis hijos, los de la Isla,

ya no me quieren sacar!

—No lloréis, Señora mía,

que dice un viejo refrán

que la fortuna y el sol

igual vuelven que se van.

¡Cargadores de la Isla,

marineros de la mar!:

La Señora estaba triste:

si la queréis consolar,

cuando la saquéis, mecedla

de esa manera especial,

hecha de tango y ternura

y de vaivenes de mar,

como se mecen los santos

desde los Puertos a acá,

¡cómo no saben mecerlos

en ninguna parte más!

Tú, cargador, que no sabes

rezar la Salve, quizás:

si cuando lo saques, meces

el paso con buen compás,

aunque no sepas la Salve,

Dios te lo perdonará...

¡que mecer así a la Virgen,

ya es un modo de rezar!

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