sábado, 24 de abril de 2021

CINE, FE Y VALORES: Una película que hace mucho bien: “VIVO”

SIPNOSIS

La vida parece que nos come y no nos deja margen para decidir…pero ¿qué pasaría si esa persona, ese golpe del destino o ese parón tuvieran un sentido que no esperabas y cambiaran tu mirada y el enfoque de tu vida?

Estas son cuatro historias, reales, que se encontraron cara a cara con alguien que muchos no logran ver…aunque Jaime, Carlos, Andrea, Antonio y Sonsoles aseguran que está VIVO y les ha devuelto la vida.

Si escuchas Le podrás oír y, si miras, Le podrás ver, porque, aunque cueste creerlo: Ahí hay vida.

SOBRE LA PELÍCULA: Padre José Pedro Manglano

«Teníamos ganas de contar algo increíble: ¡jamás hubiésemos pensado que un trozo de pan escondiese un misterio tan profundo… y con tanto poder! Hemos convivido con cientos de personas que delante de ese pan blanco, han vivido experiencias liberadoras.

Jesús decía que él da paz: son tantos los que han recibido una paz que no es de este mundo. No se trata de ninguna persuasión: muchos no sabían siquiera qué era ese pan, ni lo que los cristianos creemos: que es el Cuerpo de Cristo Vivo.

Aquí no hay ficción ni actores. Queremos contar historias de hoy. Nos parece que es interesante, muy interesante, para creyentes y no creyentes: a todos nos gusta saber los lugares donde se encuentran poderes especiales, energías sanadoras. Hemos tenido que escoger, y estas son sólo cuatro de las miles de historias anónimas tan apasionantes como desconcertantes con las que nos encontramos semana tras semana. Teníamos que contarlas.»

EL DIRECTOR NOS CUENTA: Jorge Pareja

«Aún recuerdo cómo me dedicaba a grabar mis propias historias con la videocámara de mi padre. Una mini VHS, un PC barato, y cientos de tardes imaginando mundos y recreando universos para plasmarlos en una pantalla. Luego, llegaron Jurassic Park y Toy Story, y el CGI y el 3D se convirtió en mi obsesión. La posibilidad de crear personajes fantásticos y héroes y villanos de otros mundos con sólo mis manos y un ordenador, era pura adicción. El grafismo y la edición se fueron acumulando entre mis conocimientos para poder dar rienda suelta a tanto desvarío mental. Después de pasar por distintas productoras cinematográficas, los conocimientos se fueron afianzando. Entre producción y producción, pasé largas temporadas trabajando en tele, pero mantuve intacta mi curiosidad fílmica realizando algunos proyectos paralelos. Seguir viajando a otros mundos a través de un objetivo siempre ha sido mi motor.

En uno de estos viajes, me encontré con un grupo de jóvenes y adultos que, sin saberlo, formarían parte de mí para toda la vida. Junto a ellos aprendí que todavía existen personas que adoran a un Dios de una manera distinta a la que yo había conocido hasta ese momento. Personas que te cuentan, sin miedo ni vergüenza, que aman a ese Dios. Y que lo aman tanto que no pueden dejar de contártelo, porque la felicidad también se contagia. Ese amor que sienten es su droga. Adictiva, pero sanadora y muy pasional. 

Durante dos años me han abierto las puertas de su mundo y he podido documentar lo que allí estaba pasando. Todo empezó cuando asistí a la primera Hora Santa y presencié algo que no esperaba. Yo recordaba las misas de mi infancia como algo vacío, artificial y automático. Pero lo que había allí era algo totalmente distinto. 

Para mi ha supuesto una experiencia absolutamente enriquecedora conocer a personas que se entregan a los demás, con gran capacidad de sacrificio, generosas y con una sonrisa que nunca se borra.»

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