En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus Apóstoles: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de
mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no
toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la
perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
Quien a vosotros recibe, a mí
me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien
reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien
reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que
dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser
discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».
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