Queridos amigos y
hermanos, ¿se acuerdan cuándo éramos niños y había noche de tormenta, con
truenos y relámpagos, y corríamos presurosos a cobijarnos al regazo de nuestra
madre? Qué tranquilidad daba el saber que pasara lo que pasara, ella estaba allí,
lista para protegernos y darnos todo su amor. Con ese ejemplo, quiero
significar lo que sucede en el orden de la fe: tenemos una Madre en el cielo
que está pronta a socorrernos y está siempre intercediendo por nosotros ante el
trono de su Hijo Jesucristo.
Y esto que
experimentamos, cada uno como cristianos, nos sucede también, como nación. La
República Argentina tiene una Madre, que por especial designio de Dios, quiso
quedarse en nuestra tierra para ser la
Madre de todos los argentinos, Aquella que invocamos como: Nuestra
Señora de Luján, Patrona de la República Argentina.
El culto a la Virgen María bajo la
advocación de Nuestra Señora de Luján, data del año 1630, cuando una imagen de la Inmaculada Concepción
era transportada en una carreta desde Buenos Aires a Santiago del Estero. Poco después de pasar, al que hoy llamamos el
río Luján, se produjo el hecho milagroso que dio origen a esta advocación:
“Al
llegar a las orillas del río Luján se detuvieron los troperos a pasar la noche.
A la madrugada siguiente, intentan proseguir la marcha, pero los bueyes no
pueden mover la carreta. Se quita peso a la carreta, pero es en vano. Después de mucha labor bajan a tierra el
cajoncito que contenía la imagen de la Virgen Inmaculada ,
y todo marcha bien. Los troperos
entienden que aquello era un signo del cielo y que la Virgen quería quedarse
allí, para ser venerada en aquel lugar”.
Cerca de 400 años han
pasado del hecho extraordinario de Luján, pero cuantos milagros de
conversiones, curaciones, sanaciones interiores, suceden a diario en la Basílica de Luján, a los
pies de la “Limpia y Pura Concepción”. La
Virgen ha elegido ese lugar para dispensar desde allí especial protección al
pueblo argentino. Al primitivo oratorio le fueron sucediendo capillas e iglesias.
Entre 1890 y 1935 se construyó la actual basílica de estilo gótico,
solemnemente dedicada el 6 de octubre de 1930.
Desde allí la Virgen ejerce su función de
Madre de cada uno y de todos los argentinos, derramando su bendición a cada
niño, a cada joven, a cada adulto y a cada hogar de nuestra nación. Llegar
física o espiritualmente ante su Sagrada Imagen y ante su Basílica, es llegar
al corazón mismo de nuestro pueblo, católico y mariano. Y allí, postrados a los
pies de la Virgen Gaucha ,
pedirle que Argentina sea siempre fiel al Evangelio.
Quizás hoy, 8 de mayo,
día de su Solemnidad, puede ser el comienzo de ese ser un poco más hijos de
María Santísima, para el bien nuestro y de nuestra Patria, por eso hoy y
siempre: “Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros”.
Con mi bendición.
Padre José Medina
Les invito a escuchar el
audio de esta catequesis sobre la historia y devoción a Nuestra Señora de Luján
haciendo click AQUÍ.
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