Virgen de La Soterraña. |
Queridos
amigos y hermanos: en estas poco más de dos meses de existencia del Blog, he
tenido la gracia de reencontrarme con viejos amigos y gente amada de los
distintos lugares donde he ido pasando con mi sacerdocio y a través de las
redes sociales me han hecho saber sus comentarios y sus expectativas sobre el
Blog y más de uno ha coincidido en pedirme que periódicamente publique
vivencias personales de mis años de ministerio sacerdotal, cómo las que tantas
veces hemos podido compartir en largas sobremesas o encuentros con ellos. Y
bueno, yo no soy de hacerme rogar cuando me apremian los auténticos afectos,
aquí va una de esas vivencias…
En
2009 y parte del 2010 viví en Ávila y celebraba a diario en una Iglesia con
unas reminiscencias históricas muy ricas y a la vez esenciales en la fe y
devoción del noble pueblo abulense. Se trata de la Basílica de San Vicente,
Sabina y Cristeta. En el año 306, durante la persecución decretada por
Diocleciano, éstos hermanos sufrieron
martirio por negarse a firmar un documento, en el que debían reconocer haber
ofrecido sacrificios a los dioses romanos. Sus cuerpos fueron depositados en un
hueco de la roca, sobre la que más tarde se edificaría la actual basílica.
Pero
otro día les hablaré de esa Basílica y les mostraré algunas fotos. Hoy quiero
detenerme solamente en una Imagen de la Virgen que en su cripta se encuentra y
que ha cautivado mi corazón de hijo: La Virgen de La Soterraña, a la que cada 8
de septiembre, se celebra su fiesta. La cripta de La Soterraña está situada
bajo la bóveda, donde está ubicado el órgano, en la nave lateral izquierda. Se
accede a ella por una escalera bajante. Está dividida en tres capillas que
corresponden a los tres ábsides del templo. En esta capilla se puede ver la
roca donde fueron arrojados los cuerpos de los mártires.
La Virgen de La
Soterraña
Antiguo indicador para bajar a la Cripta de La Soterraña. |
En
cuanto a la imagen de la Virgen, una línea de los principales historiadores,
aseguran que es de los tiempos apostólicos, tallada por Nicodemo, pintada por
San Lucas y traída a España por San Pedro, quien se la dio a San Segundo. No
hay de esto pruebas y es sabido que en los primeros tiempos de la Iglesia no se
daba culto a las imágenes de bulto, y hasta se llegó a prohibirlas.
En
la actualidad la imagen que contemplamos y rendimos culto, tallada en madera de
nogal, está pintada de color carne. Está sentada, y para poder vestirla y que
aparezca como de pie, le han cortado las piernas, quitándole las rodillas y la
cabeza de la silla; y le han colocado unos brazos movibles, con manos de pino
pintadas que sostienen a un Niño Jesús de la época del Renacimiento. Por debajo
se percibe el tallado de las ropas, pintadas de rojo y negro, entre cuyos
pliegues aparecen los pies con calzado puntiagudo negro, y los de la silla
decorados con arquitos y flores. La cara tiene carácter oriental: ojos grandes
muy rasgados y con una ligera inclinación; nariz deprimida y ancha de alas;
labios finos.
Cripta de La Soterraña en la Basílica de San Vicente, Sabina y Cristeta, Ávila, España. |
Si
ésta se ocultó al verificarse la conquista de los árabes y luego se la
encontró, de allí lo de “soterraña”, claro es que era anterior a la fecha, por
lo cual el común sentir más realista es que se trata de una imagen griega
bizantina. Que la imagen es antigua, no cabe duda; pero si imposible –según la
otra línea de historiadores- que sea de la etapa apostólica, según la piadosa
tradición. La Virgen de La Soterraña es Patrona de la ciudad de Ávila, es muy
venerada por el pueblo abulense y lo fue por los Reyes de Castilla. En su larga
historia se le atribuyen varios milagros.
La Soterraña y Santa
Teresa de Jesús
La
Santa Inquieta y Andariega de Dios, Teresa de Jesús, le tuvo una devoción muy
grande a ésta imagen de María. Habría más de una anécdota para probar esta
afirmación, pero sólo –por cuestión de espacio- les compartiré lo que
bellísimamente narra Marcelle Auclair en su recomendable libro: “La vida de
Santa Teresa de Jesús”, cuando Santa Teresa deja el Monasterio de La
Encarnación para ir a fundar el de San José, el primero de la reforma:
“Teresa
se despidió con todo cariño de sus hermanas y de aquella casa, donde había
vivido veintisiete años, donde tanto había sufrido y donde había conocido gozos
y alegrías desconocidos para la inmensa mayoría de los hombres. En el camino
que la llevaba por fin a la definitiva clausura, sentía su corazón tan ligero
como el exiguo equipaje, compuesto de estos enseres: una esterilla de paja, un
cilicio de cadenillas, unas disciplinas y un hábito negro muy zurcido. Al pasar
por la Basílica de San Vicente, descendió a la cripta y se descalzó ante la
Virgen de La Soterraña. Teresa de Ahumada acababa de morir al mundo. De sus
cenizas nacía Teresa de Jesús”.
“A La Soterraña”
Ésta
décima es un anónimo del s. XVI, y el querer atribuirla a la pluma de san Juan
de la Cruz, no tiene ningún asidero histórico. Se lo asocia por cierto juego de
palabras en ella presente, aquello de “subir bajando”, que puede hacer acordar
al “vivo sin vivir” o al “muero porque no muero”. Juan de la Cruz, como Teresa
de Jesús, hizo uso de coplas y cantares de la época, popularmente conocidos y
los trocó “a lo divino”. Cómo si nosotros hoy tomásemos canciones de moda y
versos románticos y con un poco de creatividad, cambiásemos sus letras y los
refiriéramos a Dios.
El
núcleo de la décima “A La Soterraña” en definitiva encierra en su juego de
palabras de “subir bajando” la dinámica propia del Evangelio de Jesús: para
vivir hay que morir, como el grano de trigo que hasta que no muere, no da
fruto. Que la querida Virgen de La Soterraña, nos enseñe a todos está dinámica
de muerte-vida, para sintonizar a pleno con el Evangelio de su Hijo, sabiendo
que “subiendo-bajando” al Cielo, es Ella el consuelo del camino, y la certeza
de la llegada a la meta.
Con mi bendición.
Padre José Medina.
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