martes, 11 de febrero de 2020

VIVENCIAS PERSONALES: Capellán y Confesor Auxiliar en el Santuario de Lourdes, Francia

Imagen y Gruta de Nuestra
Señora de Lourdes, Francia.

Queridos amigos y hermanos: hace 10 años ya recorriendo en tren los 700 km. que separan Ávila (España) de Lourdes (Francia) puse punto final a la etapa “abulense” de mi vida. Fue un importante objetivo cumplido. Cursé el año académico del Máster en Mística y Ciencias Humanas en el CITeS con todos los trabajos y exámenes propios. Y he vivido en esa ciudad maravillosa que es Ávila de los Caballeros, la ciudad mítica de santa Teresa de Jesús.

El tren poco ha poco me iba alejando de Ávila donde fui tan feliz estudiando, trabajando pastoralmente, compartiendo mi vida con gente, hoy, entrañablemente querida. Poco a poco fui pasando del español, por el catalán y el vasco, al francés, que se fue convirtiendo en el protagonista absoluto. Idioma, gentes, paisajes, todo fue pasando, como pasa la vida misma, al igual que las imágenes que uno ve a través de la ventanilla del tren…

Y fueron unos meses en Lourdes, Francia, en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, un lugar privilegiado, testigo presencial de las apariciones de la Santísima Virgen a Bernadette Soubirous. Lourdes, tierra de María, lugar de bendición.

¿Qué hice allí? Ser Capellán y Confesor Auxiliar, encargarme de las confesiones y de la Santa Misa en Español. Estuve sólo y a cargo de las mismas hasta mediados de enero y luego acompañando otro tiempo más al Padre Teótimo González, que era el Coordinador Español del Santuario.

La pastoral del Santuario de Lourdes está organizada en 6 idiomas diferentes: francés, inglés, italiano, español, holandés y alemán. El orden en que he puesto estos idiomas no es arbitrario, ya que están ordenados según la cantidad de peregrinos que concurren aquí de esas lenguas. Así los peregrinos de lengua española que vienen a Lourdes son el 9 % del total de visitantes.

Mi tarea fue confesar diariamente de 10:00 a 11:00 hs. por la mañana y de 15:00 a 16:00 hs. por la tarde. La Santa Misa en español fue, también diariamente, a las 11:15 hs. Quizás a más de uno le parecerá poco tiempo, pero es que desde noviembre a marzo es lo que podríamos llamar la “temporada baja” en cuanto a la recepción de turistas. Y esto, no hace falta aclaración para los europeos, es por las bajas temperaturas en esta zona y en esta época del año.

En el tiempo libre -buena parte del día-, me dediqué, por un lado, a terminar de escribir uno de mis libros; y por otro, comencé a escribir la “memoria” ó “tesis” para obtener el título del Máster que cursé en aquel año 2009 en Ávila.

Pero, en definitiva y esencialmente, este tiempo en Lourdes fue un regalo que quise hacerle a la Virgen: dedicarle especialmente esos meses de ministerio sacerdotal a Ella y pasar junto a Ella las fiestas de Navidad y “su” fiesta del 11 de febrero. Todo lo demás fue secundario: cualquier sacerdote podría hacer mejor que yo este trabajo y yo podría en cualquier lugar escribir lo que allí escribir, lo único que no podría hacer en otro lugar es estar tan “físicamente” junto a la Madre de Lourdes.

Me siento, por tanto y lo digo con toda humildad y verdad, un “privilegiado”  al haber podido ejercer mi ministerio sacerdotal esos meses junto a la Virgen de Lourdes. ¡Cuánta gente nobilísima y de profunda fe que he conocido a través de mis años de ministerio ni siquiera se animarían a soñar con poder pisar Lourdes! Y esto por tantas razones, y sin embargo, allí estuve yo viviendo inmerecidamente esta experiencia. Esto fue como “soñar despierto”, se entiende, ¿no?


Agradezco profundamente a Mons. Rubén Oscar Frassia, Obispo de la Diócesis de Avellaneda-Lanús y al P. Teótimo González, Cordinador Español del Santuario de Lourdes, haber confiado en mí y en mi ministerio y haber autorizado esta experiencia, que sin duda hizo mucho bien a mi persona y sacerdocio. Y yo, a través de ella, espero haber glorificado a Dios y haber hecho mucho bien a las almas.

Cada día en cada Misa y en cada visita a la Gruta, los puse a todos mis amigos y hermanos, junto al corazón de la Inmaculada Concepción de la Virgen, Nuestra Señora de Lourdes, y me hice el portavoz de sus necesidades y peticiones y le dije al oído ¡cuánto la quieren! Y Ella, como buena Madre, habrá convertido en bendición todo el amor que a diario le han profesado y profesan.

Más adelante seguiré contándoles a través de estas “vivencias personales” lo que  viví y les iré mostrando cada rincón de ese bendito y sagrado lugar.

Con mi bendición.
Padre José Medina.

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