Imagen y Gruta de Nuestra Señora de Lourdes, Francia. |
Queridos
amigos y hermanos: hace 10 años ya recorriendo en tren los 700 km. que separan
Ávila (España) de Lourdes (Francia) puse punto final a la etapa “abulense” de
mi vida. Fue un importante objetivo cumplido. Cursé el año académico del Máster
en Mística y Ciencias Humanas en el CITeS con todos los trabajos y exámenes
propios. Y he vivido en esa ciudad maravillosa que es Ávila de los Caballeros,
la ciudad mítica de santa Teresa de Jesús.
El
tren poco ha poco me iba alejando de Ávila donde fui tan feliz estudiando,
trabajando pastoralmente, compartiendo mi vida con gente, hoy, entrañablemente
querida. Poco a poco fui pasando del español, por el catalán y el vasco, al
francés, que se fue convirtiendo en el protagonista absoluto. Idioma, gentes,
paisajes, todo fue pasando, como pasa la vida misma, al igual que las imágenes
que uno ve a través de la ventanilla del tren…
Y
fueron unos meses en Lourdes, Francia, en el Santuario de Nuestra Señora de
Lourdes, un lugar privilegiado, testigo presencial de las apariciones de la
Santísima Virgen a Bernadette Soubirous. Lourdes, tierra de María, lugar de
bendición.
¿Qué
hice allí? Ser Capellán y Confesor Auxiliar, encargarme de las confesiones y de
la Santa Misa en Español. Estuve sólo y a cargo de las mismas hasta mediados de
enero y luego acompañando otro tiempo más al Padre Teótimo González, que era el
Coordinador Español del Santuario.
Mi
tarea fue confesar diariamente de 10:00 a 11:00 hs. por la mañana y de 15:00 a
16:00 hs. por la tarde. La Santa Misa en español fue, también diariamente, a
las 11:15 hs. Quizás a más de uno le parecerá poco tiempo, pero es que desde
noviembre a marzo es lo que podríamos llamar la “temporada baja” en cuanto a la
recepción de turistas. Y esto, no hace falta aclaración para los europeos, es por
las bajas temperaturas en esta zona y en esta época del año.
En
el tiempo libre -buena parte del día-, me dediqué, por un lado, a terminar de
escribir uno de mis libros; y por otro, comencé a escribir la “memoria” ó
“tesis” para obtener el título del Máster que cursé en aquel año 2009 en Ávila.
Pero,
en definitiva y esencialmente, este tiempo en Lourdes fue un regalo que quise
hacerle a la Virgen: dedicarle especialmente esos meses de ministerio sacerdotal
a Ella y pasar junto a Ella las fiestas de Navidad y “su” fiesta del 11 de
febrero. Todo lo demás fue secundario: cualquier sacerdote podría hacer mejor
que yo este trabajo y yo podría en cualquier lugar escribir lo que allí
escribir, lo único que no podría hacer en otro lugar es estar tan “físicamente”
junto a la Madre de Lourdes.
Me
siento, por tanto y lo digo con toda humildad y verdad, un “privilegiado” al haber podido ejercer mi ministerio
sacerdotal esos meses junto a la Virgen de Lourdes. ¡Cuánta gente nobilísima y
de profunda fe que he conocido a través de mis años de ministerio ni siquiera
se animarían a soñar con poder pisar Lourdes! Y esto por tantas razones, y sin
embargo, allí estuve yo viviendo inmerecidamente esta experiencia. Esto fue
como “soñar despierto”, se entiende, ¿no?
Cada
día en cada Misa y en cada visita a la Gruta, los puse a todos mis amigos y
hermanos, junto al corazón de la Inmaculada Concepción de la Virgen, Nuestra
Señora de Lourdes, y me hice el portavoz de sus necesidades y peticiones y le
dije al oído ¡cuánto la quieren! Y Ella, como buena Madre, habrá convertido en
bendición todo el amor que a diario le han profesado y profesan.
Más
adelante seguiré contándoles a través de estas “vivencias personales” lo
que viví y les iré mostrando cada rincón
de ese bendito y sagrado lugar.
Con
mi bendición.
Padre
José Medina.
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