Queridos amigos y hermanos: en
la cripta de la iglesia nueva de Santa María de las Gracias de San Giovanni
Rotondo, se encuentran expuestos para la veneración de los fieles los restos
mortales del Santo Padre Pío.
Cabe recordar que el Padre
Pío fue un fraile capuchino italiano que vivió entre los años 1887 y 1968 y
murió con fama de santidad. El Papa Juan Pablo II lo canonizó en 2002 durante
una multitudinaria celebración en la plaza San Pedro del Vaticano.
El cuerpo del Santo Padre Pío
fue exhumado a principios de marzo de 2008 y posteriormente sometido a un “reconocimiento
canónico”. Tras la exhumación del cadáver se comprobó que el cráneo estaba
parcialmente descompuesto, por lo que los franciscanos han colocado encima de
esta parte una máscara de silicona para taparla. A pesar de la descomposición
parcial, los restos todavía conservan el pelo y la barba.
Los restos están expuestos
dentro de una urna de cristal. Sobre el cuerpo, el hábito monacal capuchino,
que ha sido realizado por las monjas clarisas de San Giovanni Rotondo.
Su cuerpo es especialmente
importante para sus devotos porque sufrió la gracia de los estigmas, es decir,
la marca o señal sobrenatural que experimentan algunas personas como muestra de
su identificación con la Pasión de Cristo.
La exposición pública de sus
restos mortales comenzó 24 de abril de 2008, con ocasión del 40 aniversario de
su muerte. Cuenta la crónica de esos días que 750.000 devotos, principalmente
italianos, presentaron con anterioridad su petición para venerar el cuerpo, que
permanece hasta el día de hoy, bajo la atenta mirada de los frailes
franciscanos que se encargan de custodiarlo.
Al contemplar estas fotos es
importante conocer o recordar las enseñanzas que impartió el día que fueron
expuestos por primera vez, en una misa solemne en el convento de Santa María de
las Gracias, el cardenal y hoy prefecto emérito de la Congregación Vaticana
para las Causas de los Santos, José Saraiva Martins, y en la que participaron
unos 15.000 fieles.
Durante la homilía, Saraiva Martins definió al santo como un “apóstol de nuestro tiempo”, asegurando que “esto que nosotros vemos es un cuerpo muerto pero que asomándonos desde este lugar al misterio de la muerte se comprende que lo que vemos aquí no es el todo de la existencia humana”. “Este cuerpo está aquí pero el Padre Pío no es sólo un cadáver sino que él, que vivió en plena unión con Jesús crucificado, vive ahora en definitiva comunión con Jesucristo resucitado”, explicó.
Les comparto entonces, con
mucho cariño, ese reportaje fotográfico que realicé, con mucho respeto y devoción
ante los restos mortales del Santo Padre Pío. Y citando, una vez más, al
cardenal José Saraiva Martins, que al ver las reliquias del santo de
Pietrelcina nos vuelvan a la memoria “todo el bien que hizo entre nosotros a
través de ese cuerpo y nos sintamos invitados a renovar la fe en el futuro y en
la resurrección de nuestra carne”.
Con mi bendición.
Padre José Medina.
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