miércoles, 27 de marzo de 2024

SEMANA SANTA: Explicada por San Juan Pablo II

 


1. En estos días de la Semana santa la liturgia subraya con particular vigor la oposición entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte, pero no nos deja en la duda del resultado final: la gloria de Cristo resucitado. Mañana, la solemne celebración in cena Domini nos introducirá en el Triduo sacro, que presentará a la contemplación de todos los creyentes los acontecimientos centrales de la historia de la salvación. Juntos reviviremos, con profunda participación, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús.

2. En la santa misa crismal, preludio matutino del Jueves santo, se reunirán, mañana por la mañana, los presbíteros con su obispo. Durante una significativa celebración eucarística, que tradicionalmente tiene lugar en las catedrales diocesanas, se bendecirán el óleo de los enfermos y el de los catecúmenos, y se consagrará el crisma. Esos ritos significan simbólicamente la plenitud del sacerdocio de Cristo y la comunión eclesial que debe animar al pueblo cristiano, congregado por el sacrificio eucarístico y vivificado en la unidad por el don del Espíritu Santo.

Mañana, por la tarde, celebraremos, con sentimientos de gratitud, el momento de la institución de la Eucaristía. En la última cena, el Señor, «habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1) y, precisamente cuando Judas se disponía a traicionarlo y se hacía noche en su corazón, la misericordia divina triunfaba sobre el odio, la vida sobre la muerte: «Jesús tomó pan y lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomad y comed, éste es mi cuerpo". Tomó luego el cáliz y, dando gracias, se lo dio diciendo: "Bebed todos de él, porque ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados"» (Mt 26, 26-28).

Así pues, la alianza nueva y eterna de Dios con el hombre está escrita con caracteres indelebles en la sangre de Cristo, cordero manso y humilde, inmolado libremente para expiar los pecados del mundo. Al final de la celebración, la Iglesia nos invitará a una prolongada adoración de la Eucaristía, para meditar en este extraordinario e inconmensurable misterio de amor.

3. El Viernes santo se caracteriza por el relato de la pasión y por la contemplación de la cruz. En ella se revela plenamente la misericordia del Padre. La liturgia nos invita a rezar así: «Cuando nosotros estábamos perdidos y éramos incapaces de volver a ti, nos amaste hasta el extremo. Tu Hijo, que es el único justo, se entregó a sí mismo en nuestras manos para ser clavado en la cruz» (Misal Romano, Plegaria eucarística sobre la reconciliación I). Es tan grande la emoción que suscita este misterio, que el apóstol Pedro, escribiendo a los fieles de Asia menor, exclamaba: «Sabéis que habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1 P 1, 18-19).

Por esto, después de proclamar la pasión del Señor, la Iglesia pone en el centro de la liturgia del Viernes santo la adoración de la cruz, que no es símbolo de muerte, sino manantial de vida auténtica. En este día, rebosante de emoción espiritual, se yergue sobre el mundo la cruz de Cristo, emblema de esperanza para todos los que acogen con fe este misterio en su vida.

4. Meditando en estas realidades sobrenaturales, entraremos en el silencio del Sábado santo, a la espera del triunfo glorioso de Cristo en la resurrección. Junto al sepulcro podremos reflexionar en la tragedia de una humanidad que, privada de su Señor, se ve inevitablemente dominada por la soledad y el desconsuelo. Replegado en sí mismo, el hombre se siente privado de todo anhelo de esperanza ante el dolor, ante las derrotas de la vida y, especialmente, ante la muerte. ¿Qué hacer? Es preciso estar a la espera de la resurrección. De acuerdo con una antigua y extendida tradición, estará a nuestro lado la Virgen María, Madre dolorosa, Madre de Cristo inmolado.

Con todo, en la noche del Sábado santo, durante la solemne Vigilia pascual, madre de todas las vigilias, el silencio quedará roto por el canto de gozo: el Exsultet. Una vez más se proclamará la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte, y la Iglesia se alegrará en el encuentro con su Señor.

Así entraremos en el clima de la Pascua de Resurrección, día sin fin que el Señor inaugura resucitando de entre los muertos.

Amadísimos hermanos y hermanas, abramos nuestro corazón a la gracia divina y dispongámonos a seguir a Jesús en su pasión y muerte, para entrar con él en la alegría de la resurrección.

Con estos sentimientos, deseo a todos un fructuoso Triduo pascual y una santa y feliz Pascua.

San Juan Pablo II

Audiencia General

Miércoles 8 de abril de 1998

 

sábado, 23 de marzo de 2024

APOLOGÉTICA HOY (audios): Exigencias y obstáculos de la verdad

Programa radiofónico: "APOLOGÉTICA HOY, Colaboradores de la Verdad".

Director: Padre José Antonio Medina.

Tema del episodio Nº 10:

Tema: Exigencias y obstáculos de la verdad

Contenido:

-      Catequesis apologética:

 

1)    Exigencias de la verdad.

2)    Tipos de conciencia: indelicada, adormecida, domesticada, deformada y farisaica.

3)    Los obstáculos en la búsqueda de la verdad: el escepticismo radical moderno, el relativismo, el utilitarismo o pragmatismo, el permisivismo, la manipulación social, la falta de formación humanística y filosófica, el subjetivismo, el encerramiento, el hábito de la mentira, y la vanidad.

 

-     Magisterio de la Iglesia: 


   “Los caminos que conducen al conocimiento de Dios”, Benedicto XVI, Catequesis N°335, del 14 de noviembre de 2012 (audio de la síntesis en español).

Fecha de emisión original en Radio María España el miércoles 20 de marzo de 2024.

viernes, 22 de marzo de 2024

VIRGEN MARÍA: ¿Cuáles son los siete dolores de la Virgen y las promesas que encierran?

 


(Sobre un artículo original de “Desde la Fe”) Los siete dolores de la Virgen María hacen referencia a distintos pasajes bíblicos que narran los episodios más dolorosos en la vida de la Madre de Dios.

En Suecia, hacia 1320, la Virgen María se manifestó a santa Brígida diciéndole: “Miro a todos en el mundo para ver quién se compadece de mí y en mis dolores… pero son pocos quienes lo hacen”.

Era la Madre de Jesús con lágrimas en los ojos y el rostro pálido. Su corazón parecía herido por siete espadas; cada una representando los dolores que vivió a lado de su Hijo Jesús.

Los siete dolores de la Virgen María son:

1) La profecía que hizo Simeón sobre el dolor que ella viviría por Jesús (Lc. 2,22-35).

2) La persecución del Rey Herodes y la huida a Egipto de la Sagrada Familia (Mt. 2,13-15).

3) Cuando Jesús se perdió por tres días en el Templo de Jerusalén (Lc. 2,41-50).

4) La cuarta Estación del Vía Crucis, es decir, cuando María encuentra a Jesús con la cruz a cuestas.

5) La crucifixión presenciada por la Virgen y San Juan (Jn. 19,17-30).

6) El momento en el que la Virgen María recibe a Jesús cuando fue bajado de la Cruz (Mc. 15,42-46).

7) La sepultura de Jesús (Jn. 19,38-42).

Así, aquella Madre doliente dijo a santa Brígida que quienes hicieran oración recordando su dolor y pena, alcanzarían siete favores especiales:

1) Paz en sus familias.

2) Confianza en el actuar de Dios.

3) Consuelo en las penas.

4) Defensa y protección ante el mal.

5) La consecución de los favores que a ella pidan y no sean contrarios a la voluntad de Jesús.

6) El perdón de los pecados.

7) La vida eterna a las almas que propaguen su devoción.


martes, 19 de marzo de 2024

SANTORAL: San José, Esposo virginal de María y Padre putativo de Jesús

 

Icono de San José*

Queridos amigos y hermanos del blog: San José es modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte. A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y de la Santísima Virgen María.

Nuestro Señor fue llamado "hijo de José" (Juan 1,45; 6,42; Lucas 4,22) el carpintero (Mateo 12,55). No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!

San José es llamado el "Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido" de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.

Vida de San José

Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3,23), su padre era Helí.  Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.

Según San Mateo 13,55 y Marcos 6,3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que era carpintero. San Justino lo confirma y la tradición ha aceptado esta interpretación.

Si el matrimonio de San José con María Santísima ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás, opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a José.  Santo Tomás observa que esta interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.

Los hombres por lo general se casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero... ejemplo para todos nosotros.

Amor virginal

Ambos recibieron extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. San José y María Santísima permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús.  La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma más pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.

El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño:

"Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mt. 1,19-20, 24).

Unos meses mas tarde, llegó el momento para San José y María de partir hacia Belén para empadronarse según el decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba en cinta. (cf. Lucas 2,1-7).

En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació su Hijo. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, san Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él" (Lucas 2,33).

Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle» (Mateo 2,13).  San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.

San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.   Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada.

Una vez mas por medio del ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: "«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.» Él se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.  Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea" (Mateo 2,22).

Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. Lucas 2,42-51).  San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.  Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería.

Lo más probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla más de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.

Devoción a San José

La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra.  Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José.  Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.

San Pedro Crisólogo: "José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes" El nombre de José en hebreo significa "el que va en aumento". Y así se desarrollaba el carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta llegar a una excelsa santidad.

En el Occidente, referencias a (Nutritor Domini) San José aparecen  en el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera iglesia a él dedicada.  Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), "La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José".

San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad.  En 1621 Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726.

San Bernardino de Siena: "... siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada?" Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió durante treinta años.

Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Esta fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San José se arraigó entre los obreros durante el siglo XIX.  El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José. Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.

San Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?" José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los santos.

*Icono san José, Parroquia Ntra. Sra. de Madrid, Técnica: Temple al huevo sobre tabla. Oro de 24 kilates, Hecho por mano de Juan José de Julián, Donado a la parroquia por Dña. Dolores.

domingo, 17 de marzo de 2024

INTIMIDAD DIVINA - Ciclo B - 5º Domingo de Cuaresma: “Queremos ver a Jesús”

 

«¡Oh Jesús!, que yo te sirva y te siga; y que donde estés tú, esté también yo» (Jn 12, 26).

A medida que la Cuaresma camina a su término, la pasión del Señor se acerca y llena toda la Liturgia. Hoy es Jesús mismo quien habla de ella a través del Evangelio

de Juan, presentándola como el misterio de su glorificación y de su obediencia a la voluntad del Padre. El discurso viene provocado a requerimiento de algunos griegos, gentiles, deseosos de ver al Señor; su presencia parece sustituir a la de los hebreos, que se han alejado decididamente de él y traman su ruina. Jesús puede ya declararse abiertamente el Salvador de todos los hombres: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 23- 24). Su glorificación se realizará a través de la muerte comparada con la muerte del grano de trigo que muere para dar vida a la nueva espiga.

De su muerte, en efecto, nacerá el nuevo pueblo de Dios que acogerá a los griegos y a los hebreos y a hombres de toda raza y país, todos igualmente redimidos por él. Jesús lo sabe, y por eso ve con alegría acercarse la hora de su cruz, pero al mismo tiempo, ante ella, su humanidad experimenta horror: «Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora» (ibid 27). Es un anticipo del gemido de Getsemaní: «Me muero de tristeza» (Mc 14, 34). Estas palabras hacen comprender la cruda realidad de la pasión del Hijo de Dios, el cual, por ser verdadero hombre, saboreó el tormento en toda su plenitud. Pero no se echó atrás ya que había venido al mundo en carne pasible para ofrecérsela al Padre como sacrificio expiatorio: «Por esto he venido, para esta hora» (Jn 12, 27). A la voz del Hijo responde desde el cielo la voz del Padre que confirma la hora de la pasión como hora de glorificación. Precisamente, cuando sea elevado sobre la tierra, en la cruz, Jesús atraerá hacia sí a todos los hombres y al mismo tiempo rendirá al Padre la máxima gloria.

En la carta a los Hebreos san Pablo vuelve sobre este tema describiendo de un modo humanísimo las angustias de Cristo «en los días de su vida mortal», cuando «a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte» (Heb 5, 7); clara alusión al lamento de Getsemaní y al grito del Calvario (Mc 15, 34). El es «Hijo», pero el Padre no le perdona porque le ha «entregado» para la salvación del mundo (Jn 3, 16); y el Hijo acepta voluntariamente la voluntad del Padre «aprendiendo, sufriendo, a obedecer» (Heb 5, 8). Siendo Hijo de Dios, no tenía necesidad alguna de someterse a la muerte ni de obedecer a través del sufrimiento, pero abrazó ambas cosas para convertirse «para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna» (ibid 9). La pasión revela así, del modo más elocuente, la sublimidad del amor del Padre y de Cristo hacia los hombres; y revela también que para ser salvados por aquel que consumó el holocausto de la obediencia en la muerte de cruz, es necesario obedecer negándose a sí mismo.

Por su extrema consumación, Cristo es el «Sumo Sacerdote» (ibid 10) que reconcilia con la propia sangre a los hombres con Dios, estipulando de este modo aquella «nueva alianza» de la que habla Jeremías (31, 1; 1.a lectura). Por medio de ella, el hombre se renueva en su ser más íntimo; la ley de Dios no es ya una simple ley externa grabada en tablas de piedra, sino una ley interior escrita en el corazón por el

amor y con la sangre de Cristo. Por la pasión de Cristo, en efecto, llegaron los días de los que Dios había dicho: «Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones... perdonaré sus crímenes, y no recordaré sus pecados» (ibid 33-34).


“Te damos gracias, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.

Estamos preparando, en el ayuno y en el arrepentimiento, su paso a la muerte; ante él nos postramos llorando. Porque se acerca el día de nuestra redención, el día de su pasión, cuando él, Salvador y Señor nuestro, entregado por nosotros a los judíos, sufrió el suplicio de la cruz, fue coronado de espinas, fue abofeteado, objeto de múltiples sufrimientos en su carne, para resucitar, por último, en virtud de su mismo poder.

En nuestro deseo de llegar con el corazón enteramente purificado a esos días santos, te suplicamos, ¡oh Dios, Padre nuestro!, que nos laves de todo pecado por amor de su pasión, vistiéndonos con la túnica inconsútil que simboliza la caridad que tú derramas sobre todos. Por medio de la caridad, te preparas, a ti mismo, en nosotros, un sacrificio, y por medio de la abstinencia harás que nos acerquemos a la sagrada Mesa con serenidad, libres de nuestros pecados.

Quiera el Cristo obtenernos todo esto, él, a quien pertenece toda alabanza, todo poder y gloria por los siglos de los siglos”. (Prefacio mozárabe, Liturgia CAL 52).

Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,

del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD.

 

También puede escuchar una síntesis en AUDIO haciendo clic AQUÍ.

 

sábado, 16 de marzo de 2024

DOCTRINA CATÓLICA: Palabras de los Papas sobre el diablo, un enemigo astuto que existe realmente


Vatican News -
3 de marzo de 2024

Amadeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano

En este período cuaresmal, presentamos algunas palabras de los Papas sobre la realidad del diablo, "el tentador por excelencia" que "ha invadido la tierra con el odio". Un enemigo, con el que no se puede dialogar, al que hay que combatir con las "armas espirituales" de la fe. Un pérfido "encantador" que "no puede obstaculizar la construcción del reino de Dios".

La Cuaresma es tiempo de conversión, de penitencia, de reconciliación. Un tiempo para acoger la nueva vida que brota de la Pascua. Un tiempo propicio para emprender caminos de fe, incluso atravesando desiertos cargados de vacío e incertidumbre, rechazando las tentaciones y los engaños del maligno. Los Pontífices han hablado repetidamente de la realidad del demonio, "pecador desde el principio" y "padre de la mentira".

Benedicto XVI: Jesús se deja tentar y sigue siendo el Hijo de Dios

En el Evangelio de Marcos leemos que "el Espíritu llevó a Jesús al desierto y en el desierto permaneció cuarenta días, tentado por Satanás". El Papa Benedicto XVI recuerda esta página en el Ángelus del 1 de marzo de 2009. "Incluso en la situación de extrema pobreza y humildad, cuando es tentado por Satanás", Jesús "sigue siendo el Hijo de Dios, el Mesías, el Señor".

En Tierra Santa, al oeste del río Jordán y del oasis de Jericó, se extiende el desierto de Judá, que a través de valles pedregosos, salvando un desnivel de unos mil metros, se eleva hasta Jerusalén. Después de recibir el bautismo de manos de Juan, Jesús se adentró en aquella soledad guiado por el mismo Espíritu Santo, que había venido sobre Él, consagrándole y revelándole como Hijo de Dios. En el desierto, lugar de la prueba, como muestra la experiencia del pueblo de Israel, aparece con vivo dramatismo la realidad de la kénosis, del vaciamiento de Cristo, que se despojó de la forma de Dios (cf. Flp 2,6-7). Él, que no ha pecado ni puede pecar, se somete a la prueba y, por tanto, puede compadecerse de nuestra flaqueza (cf. Hb 4,15). Se deja tentar por Satanás, el adversario, que desde el principio se opone al designio salvífico de Dios sobre los hombres.

Pío XII: El maligno ha invadido la tierra

Las acciones de Satanás corrompen al hombre, siembran el odio y la guerra. El Papa Pío XII, en un período histórico todavía lacerado por las heridas de la Segunda Guerra Mundial, pronunció estas palabras en su radiomensaje de 1953 dirigido a la Acción Católica italiana e indicó el amor auténtico como el verdadero antídoto contra el "enemigo de Dios".

El diablo ha invadido la tierra con el odio: reaviva, prepotente, el amor. Muchos siguen siendo malos, porque hasta ahora no han sido suficientemente amados. Vivifica todo lo que caerá bajo la influencia de tus rayos. Sé, es decir, como María y con María, instrumentos de vida en las almas, que hoy mueren de frío y de hambre, pero que podrían volver a la casa del Padre, si se conmovieran con tus palabras, llevadas por tu ejemplo.

Pablo VI: el diablo es un pérfido encantador

El diablo es "el enemigo número uno, es el tentador por excelencia". En la audiencia general del 15 de noviembre de 1972, el Papa Pablo VI recordó que una de las mayores necesidades de la Iglesia "es la defensa contra ese mal que llamamos diablo". A través de múltiples grietas, incluidas las "seducciones ideológicas", este perturbador, astuto y oculto encantador "puede penetrar fácilmente y alterar la mentalidad humana".

Sabemos, pues, que este ser oscuro e inquietante existe realmente, y que con prodigiosa astucia sigue actuando; es el enemigo oculto que siembra errores y desgracias en la historia de la humanidad. (...) Este sería un capítulo muy importante de la doctrina católica sobre el demonio y la influencia que puede ejercer sobre los individuos, las comunidades, las sociedades enteras o los acontecimientos, que debería volver a estudiarse, mientras que hoy no tiene tanta importancia.

Juan XXIII: al diablo se le combate con la fe

En la lucha contra el demonio hay que utilizar "armas espirituales". Es lo que subrayó el Papa Juan XXIII, en una coyuntura histórica minada por la guerra fría, en su radiomensaje de 1961 dirigido al mundo entero "para la concordia de los pueblos y la tranquilidad de la familia humana".

“Siguiendo a San Pablo en sus amonestaciones -que se refieren a la actitud contra esos espíritus malignos esparcidos por el aire-, es interesante la descripción que nos deja de todo buen combatiente, puesto a punto contra su adversario. "In omnibus perfecti stare: ciñe tus lomos con la verdad; lleva sobre tu pecho la coraza de la justicia; calza tus pies para que sean veloces a las conquistas del Evangelio de la paz, Evangelium pacis. Empuñad el escudo de la fe, con el que apagaréis los dardos de fuego del maligno; tomad el yelmo de la fortaleza y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios". Toda una figuración de armas espirituales, a través de las cuales, amados hermanos nuestros e hijos, discernír las indicaciones de lo que puede ser, de lo que debe ser el asidero del buen cristiano en todo tiempo y circunstancia, y ante cualquier acontecimiento. Guerra espiritual que proviene del Maligno y de inclinaciones naturales indisciplinadas; pero siempre guerra: y siempre llama nefasta que todo lo puede penetrar y arrollar.

FrancIsco: el maligno siembra división

Durante su pontificado, el Papa Francisco recuerda en repetidas ocasiones que con el diablo "nunca se dialoga". "Jesús -subrayó el Pontífice en la audiencia general del 27 de diciembre de 2023- nunca dialogó con el diablo, lo expulsó. Cuando fue tentado en el desierto, no respondió con el diálogo; respondió simplemente con las palabras de la Sagrada Escritura, con la Palabra de Dios. La única respuesta posible es la Palabra de Dios. En la homilía de la misa presidida el 11 de octubre de 2022 con ocasión del 60 aniversario del inicio del Concilio Ecuménico Vaticano II, Francisco subrayó que "el Buen Pastor ve y quiere a su rebaño unido".

El Concilio nos recuerda que la Iglesia, a imagen de la Trinidad, es comunión. El diablo, en cambio, quiere sembrar la cizaña de la división. No sucumbamos a sus halagos, no cedamos a la tentación de la polarización. ¡Cuántas veces, después del Concilio, los cristianos se han desvivido por elegir un bando en la Iglesia, sin darse cuenta de que están desgarrando el corazón de su Madre! Cuántas veces han preferido ser "partidarios de los suyos" antes que servidores de todos, progresistas y conservadores antes que hermanos, "de derechas" o "de izquierdas" antes que de Jesús; erigiéndose en "guardianes de la verdad" o en "solistas de la novedad", antes que reconocerse hijos humildes y agradecidos de la Santa Madre Iglesia. El Señor no nos quiere así. Todos somos hijos de Dios, todos somos hermanos en la Iglesia, todos somos Iglesia, todos. Somos sus ovejas, su rebaño, y sólo juntos, unidos.

Juan Pablo II: el diablo no puede obstaculizar el reino de Dios

Aunque poderoso y astuto, el demonio es sólo una criatura "subordinada a la voluntad y al dominio de Dios". Juan Pablo II, en la audiencia general del 20 de agosto de 1986, subrayó que "la historia de la humanidad puede considerarse en función de la salvación total, en la que se inscribe la victoria de Cristo".

Si Satanás obra en el mundo por su odio contra Dios y su reino, esto es permitido por la Providencia divina que con poder y bondad ("fortiter et suaviter") dirige la historia del hombre y del mundo. Si bien es cierto que la acción de Satanás causa mucho daño -de naturaleza espiritual e indirectamente también de naturaleza física- a los individuos y a la sociedad, no es capaz, sin embargo, de anular la meta definitiva a la que tienden el hombre y toda la creación, el Bien.

En la victoria de Cristo sobre el demonio, concluye el Papa Wojtyla, "participa la Iglesia. Y aunque la historia terrena siga desfigurada por los engaños del demonio, todo creyente está llamado a "luchar por el triunfo definitivo del Bien".

 

miércoles, 13 de marzo de 2024

ES TIEMPO DE MISERICORDIA (audios): Breve explicación de las obras de misericordia corporales

 

Tema del programa Nº 13 del ciclo:

Breve explicación de las obras de misericordia corporales

“Es tiempo de Misericordia”, es un micro programa de evangelización, realizado por el sacerdote, periodista y escritor argentino residente en España, José Antonio Medina Pellegrini, que se emitió dentro del Programa “Iglesia Noticia” de la Diócesis de Getafe.

Su día y horario de emisión fue el domingo a las 09:45 hs y fue transmitido por Cadena Cope, en las siguientes frecuencias: Cope Comunidad 101.0 FM, Cope Madrid Sur 89.7 FM, Cope Jarama. 100.5 FM y Cope Pinares 92.2 FM (cada una de estas frecuencias se escuchan en la zona sur de Madrid), desde el mes de febrero hasta diciembre de 2016.

“Es tiempo de Misericordia” nos presenta en cada una de sus emisiones distintas alocuciones, homilías y catequesis del Santo Padre Francisco sobre la Divina Misericordia, para que nosotros, al escucharlas, nos decidamos a ser receptores de la misma y a darla, a manos llenas, a nuestros hermanos.

Locución: Cristina Lozano

domingo, 10 de marzo de 2024

INTIMIDAD DIVINA - Ciclo B - 4º Domingo de Cuaresma: “Dios mandó su Hijo al mundo para salvarlo”

 

«Alabad al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia» (Sal 136, 1).

La Liturgia de la Palabra sigue sacando de la historia de Israel enseñanzas concretas sobre la necesidad de la conversión y sobre la misericordia de Dios que persigue al hombre para conducirle a la salvación. No obstante las continuas infidelidades de los hebreos, y hasta de sus jefes y sacerdotes, Dios no dejó de enviar constantemente avisos «por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo... Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto, que ya no hubo remedio» (2Par 36, 15-16). Llegó entonces el castigo con la destrucción del templo y la deportación a Babilonia.

Es la misma historia que aún hoy, después de tan amargas experiencias, sigue repitiéndose en la vida de los pueblos, de las familias, de los individuos. Cuanto más se deja dominar el hombre por las pasiones, tanto más se cierra a la palabra de Dios, rechaza a sus mensajeros, tergiversa la verdad, sofoca la voz de la conciencia y termina por vivir en desacuerdo con Dios, consigo mismo, con el prójimo. De aquí nacen los antagonismos, las divisiones, las luchas a todos los niveles. Y es una gracia cuando el hombre llega a reconocer, en medio de tantas calamidades, el castigo divino por sus desórdenes. «La ira del Señor», de la que habla la Escritura, es también una manifestación de la misericordia que castiga al hombre para reducirle al arrepentimiento.

Pero el Nuevo Testamento atestigua que ahora Dios castiga al hombre sólo después de haber agotado para con él los supremos recursos de su amor infinito. «Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo» (Ef 2, 4-5). Es éste el gesto extremo de la misericordia de Dios: en lugar de castigar en el hombre ingrato y reincidente sus pecados, los castiga en su Unigénito, a fin de que creyendo en Cristo Crucificado se salve el hombre. «Por pura gracia estáis salvados -exclama san Pablo-. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios» (ibid 5-8). Don absolutamente gratuito, que ninguna criatura habría podido nunca ni esperar, ni merecer. Y sin embargo, desde hace dos mil años este don ha sido otorgado a toda la humanidad, y para beneficiarse de él el hombre no tiene más que creer en Cristo, aceptando ser salvado por Cristo y adhiriéndose a su Evangelio.

También a los hebreos les había ofrecido Dios dones gratuitos de salvación, como cuando para inmunizarles de las serpientes venenosas, había ordenado a Moisés que elevara en el desierto una serpiente de cobre, mirando a la cual, el que había sido mordido era salvado de la muerte. Pero aquélla no era más que una pálida figura de la salvación traída por Jesús, que fue elevado sobre la cruz «para que todo el que cree en él tenga vida eterna» (Jn 3, 15). «Porque Dios —prosigue el Evangelio del día— no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (ibid 18). Sin embargo, existirá una condenación, pero será la que el hombre se imponga a sí mismo, porque así como el que cree en Cristo «no será condenado», así «el que no cree, ya está condenado» (ibid 18). El que rechaza a Cristo redentor, el que le recusa, se excluye a sí mismo de la salvación, y el juicio de Dios no hará otra cosa que ratificar su libre elección. «La inmensa riqueza» de la gracia y de la bondad de Dios «para con nosotros en Cristo Jesús» (Ef 2, 7) manifiesta cuán grande es la responsabilidad del que recusa el don divino o abusa de él con ligereza. En realidad, nunca el hombre hará demasiado para acogerlo con la gratitud, la fe y el amor de que ese don es merecedor.

 

Te alabamos, Padre Santo, porque eres grande, porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su creador, dominara todo lo creado.

Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte: sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación.

Y tanto amaste al mundo, Padre Santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo. El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María la Virgen, y así compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Para cumplir tus designios, él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida. (Misal Romano, Plegaria eucarística, 4).

 

Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,

del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD.

 

También puede escuchar una síntesis en AUDIO haciendo clic AQUÍ.

 

sábado, 9 de marzo de 2024

CINE, FE Y VALORES: “Guadalupe: Madre de la Humanidad”

 

La esperada, nueva película de Goya Producciones “Guadalupe: Madre de la Humanidad” se estrenó el pasado viernes 1 de marzo en cines de toda España. La cinta distribuida por European Dreams Factory está disponible en 79 cines situados en 38 principales ciudades españolas.

El día 22 de febrero "Guadalupe: Madre de la Humanidad" celebró su gran estreno mundial en más de 400 salas de cine en México, Estados Unidos, Puerto Rico y Centroamérica. El estreno fue precedido por una serie de premiers, entre ellas la presentación oficial con una rueda de prensa en la Basílica de Guadalupe, en presencia de autoridades y medios.

El preestreno español tuvo lugar el pasado martes, 27 de febrero en el Cine Paz de Madrid con la presencia de los productores, la distribuidora y parte del elenco. En la entrada al cine a los invitados les esperaba un grupo de Mariachis que ofreció un alegre concierto. Al finalizar la sesión, los espectadores se mostraron muy entusiasmados y compartieron su vivencia del encuentro con la Guadalupana.

Según los productores, es la mejor y más completa película sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, que han movilizado a millones de personas a lo largo de la historia. El film muestra también su creciente impacto en los corazones de las personas de hoy. “Con esta cinta nos proponemos metas muy altas: nada menos que recrear en los corazones de las personas de hoy el maravilloso efecto que tuvieron las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el México de 1531. Podemos ahora ofrecer a muchos la dicha y el honor de contribuir a conseguirlo”, afirma su director, Andrés Garrigó.

El largometraje, filmado en México, Estados Unidos, España, y Alemania, comienza con unas impresionantes recreaciones en ficción de las apariciones de la Virgen en Guadalupe en 1531, basadas en el verdadero relato original del Nican Mopohua. Bajo la dirección del cineasta español Pablo Moreno, actúan la conocida actriz Karyme Lozano, como presentadora; la joven Angélica Chong, como Virgen de Guadalupe, y Mario Alberto Hernández, como Juan Diego, todos ellos actores mexicanos.

Con trazos fuertes el director, Andrés Garrigó, nos muestra la dramática historia del México prehispánico, a la llegada de los españoles y cómo, tras las apariciones de Guadalupe, el pueblo abandona los sangrientos sacrificios humanos y abraza el cristianismo.

Con ayuda de las últimas tecnologías la cinta descubre los mensajes ocultos en la tilma, la tela milagrosa en que se plasmó la imagen de la Virgen: las imágenes humanas que aparecen en sus ojos, el significado de las estrellas y demás dibujos del manto, y hasta la música que se desprende de sus proporciones áureas.

El documental presenta además impresionantes testimonios actuales de personas procedentes de varios países, que relatan historias, a veces desgarradoras, de cómo la Virgen de Guadalupe las libró de la muerte, de la esclavitud de la droga, o del abismo del aborto.

"Guadalupe: Madre de la Humanidad" ya es el mejor documental del año y la 9ª película española con mayor recaudación en 2024, puede colgarse también la medalla de haber sido el tercer mejor estreno del fin de semana y mejor estreno absoluto de cine español.

Ha sido aclamado tanto por el público general como por la crítica profesional, y ha sido calificado como "conmovedor", "brillante", "poderoso" o "la película más completa sobre el evento guadalupano".

SINOPSIS

Ninguna madre se ha mostrado tan tierna y tan poderosa a la vez, como la que se apareció hace 500 años al indio Juan Diego.

Hoy, la Virgen de Guadalupe despliega, más que nunca, su ternura y su poder en tantos lugares del planeta. ¿Por qué y cómo ocurrió lo que parecía imposible? ¿Qué misterios encierra la Tilma? ¿Son ciertos tantos relatos de milagros? Esta película nos traslada a las Apariciones como si estuviéramos allí presentes.

Testimonios impactantes e inéditos la convierten en un canto luminoso y ágil, que busca la verdad y descubre el amor irresistible de quien es Madre de Dios y de la Humanidad fundiendo en lágrimas los corazones y transformando el mundo por dentro.

 


Consulta los detalles y compra tus entradas en la página oficial:

www.peliculaguadalupe.com

 

jueves, 7 de marzo de 2024

APOLOGÉTICA HOY (audios): La verdad vivida hasta el martirio

Programa radiofónico: "APOLOGÉTICA HOY, Colaboradores de la Verdad".

Director: Padre José Antonio Medina.

Tema del episodio Nº 09:

Tema: La verdad vivida hasta el martirio

Contenido:

 

-      Catequesis apologética:


1)   Vivir la verdad hasta las últimas consecuencias: el martirio.

2)   Acta del martirio de Perpetua y Felicidad del 7 de marzo del año 203.

3)   Los tipos de verdad: verdad del ser, verdad del pensar, verdad del hablar y verdad del obrar.


-     Magisterio de la Iglesia: 


 “El deseo de Dios”, Benedicto XVI, Catequesis N°334, del 7 de noviembre de 2012 (audio de la síntesis en español).


Fecha de emisión original en Radio María España el miércoles 6 de marzo de 2024.


domingo, 3 de marzo de 2024

INTIMIDAD DIVINA - Ciclo B - 3º Domingo de Cuaresma: “No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado”

 

«Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine» (Salmo 119, 133).

Poco después de la «pascua», es decir el paso libertador del pueblo de Israel de Egipto al desierto a través del cual habría de alcanzar la tierra prometida, Dios establece con él la Alianza, que se concreta en el don del decálogo. «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí» (Ex 20, 2-3). El amor de Dios hacia Israel, demostrado por sus intervenciones extraordinarias en la historia de este pueblo, es el fundamento de la fidelidad de éste a su Señor. El decálogo no se presenta como una fría ley moral impuesta desde lo alto por pura autoridad, sino como una ley que brota del amor de Dios, el cual, después de haber libertado a su pueblo de la esclavitud material de Egipto, quiere libertarlo de toda esclavitud moral de las pasiones y del pecado para unirlo a sí, en una amistad que por parte suya se expresa con bondad omnipotente y auxiliadora y por parte del hombre con fidelidad a la voluntad divina.

Por lo demás, el decálogo no hace más que manifestar explícitamente la ley del amor -hacia Dios y hacia el prójimo- que desde la creación Dios había impreso en el corazón del hombre, pero que éste había pronto olvidado y torcido. El mismo Israel no respondió a la fidelidad prometida en el Sinaí; muchos fueron sus abandonos, sus desviaciones, sus traiciones. Y muchas han sido, a través de los siglos, las interpretaciones materiales, las supraestructuras formalísticas que han vaciado el decálogo de su contenido genuino y profundo.

Era necesario que viniese Jesús a restaurar la ley antigua, a completarla, a perfeccionarla, sobre todo en el sentido del amor y de la interioridad. El gesto valiente de Cristo de echar a los profanadores del templo puede ser considerado desde esta perspectiva. Dios debe ser servido y adorado con pureza de intención; la religión no puede servir de escabel a los propios intereses, a miras egoístas o ambiciosas. «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre» (Jn 2, 16). Las relaciones con Dios, como con el prójimo, han de ser sumamente rectas, sinceras; puede acontecer que en el culto divino o en la observancia de un punto cualquiera del decálogo se mire más el lado exterior, legalístico, que el interior, y entonces se puede llegar a ser, en poco o en mucho, profanadores del templo, de la religión, de la ley de Dios.

Juan hace notar que Jesús purificó el templo, librándolo de los vendedores y de sus mercancías, cuando estaba próxima la «Pascua de los Judíos» (ibid. 13). Y la Iglesia, próxima ya la «Pascua de los cristianos», parece repetir el gesto de Jesús, invitando a los creyentes a que purifiquen el templo del propio corazón, para que de él se eleve a Dios un culto más puro. Pero Jesús habló de otro templo, infinitamente digno, el «templo de su cuerpo» (ibid 21). A éste aludía al afirmar: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré» (ibid 19); tales palabras, que escandalizaron a los judíos, fueron comprendidas por los discípulos sólo después de la muerte y de la resurrección del Señor.

Mediante su misterio pascual Jesús ha sustituido el templo de la Antigua Alianza por su cuerpo —templo vivo y digno de la Trinidad—, el cual, ofrecido en sacrificio por la salvación del mundo, sustituye y anula todos los sacrificios de «bueyes, ovejas y palomas» (ibid 14-15) que se ofrecían en el templo de Jerusalén, el cual, por lo tanto, ya no tiene razón de ser. El centro de la Nueva Alianza ya no es un templo de piedra, sino «Cristo Crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos; pero para los llamados a Cristo -judíos o griegos-: fuerza de Dios y sabiduría de Dios...» (1Cor 1, 23-24).

 

Ninguna injuria, ninguna clamorosa condena logró apartarte del camino señalado por tu voluntad, ¡oh Señor misericordioso!, que restaurabas lo que estaba perdido y abismado en la ruina. De esta manera, era ofrecida a Dios, por la salvación del mundo, la víctima singular, y tu muerte, ¡oh Cristo, verdadero cordero!, pronosticada a lo largo de todos los siglos, trasladaba los hijos de la promesa a la libertad de los hijos de Dios. La Nueva Alianza era ratificada, y con tu sangre, ¡oh Cristo!, eran puestos por escrito los herederos del reino eterno. Tú, sumo Pontífice, entrabas en el sanctasanctórum, y, sacerdote inmaculado, mediante la envoltura de tu carne, entrabas a propiciar a Dios... Entonces fue cuando se realizó el paso de la ley al Evangelio, de la sinagoga a la Iglesia, de los muchos sacrificios a la única víctima (San León Magno, Sermón 68, 3).

«Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado»: por medio de ti, ¡oh Cristo!, y contigo, la comunión en la pasión y en la resurrección eterna es única para todos los que creen en ti y han renacido en el Espíritu Santo, según lo que dice el Apóstol: «Estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces también os manifestaréis gloriosos con él» [Col 3, 3-4] (San León Magno, Sermón 69, 4).


Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,

del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD.

 

También puede escuchar una síntesis en AUDIO haciendo clic AQUÍ.