domingo, 5 de mayo de 2024

INTIMIDAD DIVINA - Ciclo B - 6º Domingo de Pascua: “Dar la vida por los amigos”

 

«Señor, que yo permanezca en tu amor» (Jn 15,9).

“La caridad procede de Dios… Dios es amor” (1 Jn 4, 7-8). Estas palabras de San Juan sintetizan el mensaje de la Liturgia del día.

Es amor el Padre que “envió al mundo a su Hijo unigénito para que nosotros vivamos por él” (ib. 9; segunda lectura). Es amor el Hijo que ha dado la vida no sólo “por sus amigos” (Jn 15,13; Evangelio), sino también por sus enemigos. Es amor el Espíritu Santo en quien “no hay acepción de personas” (Hc 10, 34; primera lectura) y que está como impaciente por derramarse sobre todos los hombres. El amor divino se ha adelantado a los hombres sin algún mérito por parte de ellos: “En eso está el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó” (1 Jn 4, 10). Sin el amor proveniente de Dios que ha sacado al hombre de la nada y luego lo ha redimido del pecado, nunca hubiera sido el hombre capaz de amar. Así como la vida no viene de la criatura sino del Criador, tampoco el amor viene de ella, sino de Dios, la sola fuente infinita.

El amor de Dios llega al hombre a través de Cristo. “Como el Padre me amó, yo también os he amado” (Jn 15, 9). Jesús derrama sobre los hombres el amor del Padre amándolos con el mismo amor con que de él es amado; y quiere que vivan en este amor: “Permaneced en mi amor” (ib.). Y así como Jesús permanece en el amor del Padre cumpliendo su voluntad, del mismo modo los hombres deben permanecer en su amor observando sus mandamientos. Y aquí aparece de nuevo en primera fila lo que Jesús llama su mandamiento: “que os améis unos a otros como yo os he amado” (ib. 12). Jesús ama a sus discípulos como es amado por el Padre y ellos deben amarse entre sí como son amados por el Maestro. Cumpliendo este precepto se convierten en sus amigos: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando” (ib. 14). La amistad exige reciprocidad de amor: se corresponde al amor de Cristo amándolo con todo el corazón y amando a los hermanos con los cuales él se identifica cuando afirma ser hecho a él lo que se ha hecho al más pequeños de aquellos (Mt 25, 40).

Es conmovedora e impresionante la insistencia con que Jesús recomienda a sus discípulos en el discurso de la Cena el amor mutuo: sólo mira a formar entre ellos una comunidad compacta, cimentada en su amor, donde todos se sientan hermanos y vivan los unos para los otros. Lo cual no significa restringir el amor al círculo de los creyentes; al contrario: cuando más fundidos estén en el amor de Cristo, tanto más capaces serán de llevar este amor a los demás hombres. ¿Cómo podrían los fieles ser mensajeros de amor en el mundo si no se amasen entre sí? Ellos deben demostrar con su conducta que Dios es amor y que uniéndose a él se aprende a amar y se hace uno en el amor; que el Evangelio es amor y que no en vano Cristo ha enseñado a los hombres a amarse; que el amor fundado en Cristo vence las diferencias, anula las distancias, elimina el egoísmo, las rivalidades, las discordias. Todo esto convence más y atrae más a la fe que cualquier otro medio, y es parte esencial de aquella fecundidad apostólica que Jesús espera de sus discípulos, a los cuales ha dicho: “os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Jn 15, 16). Sólo quien vive en el amor puede dar al mundo el fruto precioso del amor.

 

“Tú eres amor, ¡oh, Dios! En esto se ha manifestado tu amor en nosotros, en que has enviado a tu Hijo unigénito al mundo, para que pudiéramos vivir por medio de Él. El Señor mismo lo ha dicho: nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos; el amor de Cristo por nosotros se demuestra en que murió por nosotros. ¿Cuál es la prueba, ¡oh, Padre de tu amor por nosotros? El que has enviado a tu Hijo único a morir por nosotros…

No fuimos nosotros los primeros que te amamos; pero nos has amado para que nosotros te amásemos… Si tú nos has amado así, también nosotros nos debemos amar mutuamente… Tú eres amor. ¿Cuál es el rostro del amor? ¿Su forma, su estatura, sus pies, sus manos? Nadie lo puede decir. El tiene pies que conducen a la Iglesia, manos que socorren a los pobres, ojos con los que se conoce al que está necesitado… Estos distintos miembros no están separados en lugares diversos; quien tiene caridad, ve con la mente todo y al mismo tiempo. ¡Oh, Señor, haz que yo viva en la caridad para que ella habite en mi, que permanezca en ella para que ella permanezca en mi”. (San Agustín, In Jn, 81. 3-4).

 

Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,

del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD.

 

También puede escuchar una síntesis en AUDIO haciendo clic AQUÍ.

 

jueves, 2 de mayo de 2024

APOLOGÉTICA HOY (audios): La verdad por encima de todo

Programa radiofónico: "APOLOGÉTICA HOY, Colaboradores de la Verdad".

Director: Padre José Antonio Medina.

Tema del episodio Nº 13:

Tema: La verdad por encima de todo

Contenido:

-      Catequesis apologética:

 

1)   ¿Es lícito ocultar la verdad?

2)   Los frutos de la verdad

3)   Resumen sobre la verdad en el Catecismo de la Iglesia católica.

 

-      Magisterio de la Iglesia:

 

“Las etapas de la Revelación”, Benedicto XVI, Catequesis N°339, del 12 de diciembre de 2012 (audio de la síntesis en español).


Fecha de emisión original en Radio María España el miércoles 1 de mayo de 2024.


domingo, 28 de abril de 2024

INTIMIDAD DIVINA - Ciclo B - 5º Domingo de Pascua: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”

 

«Señor, que yo permanezca en ti y tú en mí» (Jn 15,4).

La liturgia de la Palabra presenta hoy en síntesis el itinerario de la vida cristiana: conversión, inserción en el misterio de Cristo, desarrollo de la caridad.

La primera lectura (Hc 9, 26-31) narra la llegada de Saulo a Jerusalén donde “todos le temían, no creyendo que fuese discípulo” (ib. 27) y que, iluminado de modo extraordinario por la gracia, de feroz enemigo se había convertido en ardiente apóstol de Cristo. La conversión no es tan repentina para todos; normalmente requiere un largo trabajo para vencer las pasiones y las malas costumbres, para cambiar mentalidad y conducta. Pero para todos es posible, y no sólo como paso de la incredulidad a la fe, del pecado a la vida de la gracia, sino también como ejercicio de las virtudes, desarrollo de la caridad y ascesis hacia la santidad.  Bajo este aspecto la conversión no es un mero episodio, sino un empeño que compromete toda la vida.

La conversión ratificada por el sacramento, injerta al hombre en Cristo para que viva en él y viva su misma vida. Es el tema del Evangelio del día (Jn 15, 1-8). “Permaneced en mí y yo en vosotros -dice el Señor-. Como el sarmiento no puede dar fruto de sí mismo si no permaneciere en la vid, tampoco vosotros si no permaneciereis en mí” (ib. 4-5). Sólo unido a la cepa puede vivir y fructificar el sarmiento; del mismo modo sólo permaneciendo unido a Cristo puede vivir el cristiano en la gracia y en el amor y producir frutos de santidad. Esto declara la impotencia del hombre en cuanto se refiere a la vida sobrenatural y la necesidad de su total dependencia de Cristo; pero declara igualmente la positiva voluntad de Cristo de hacer al hombre vivir de su misma vida.

Por eso el cristiano no debe desconfiar nunca; los recursos que no tiene en sí los encuentra en Cristo, y cuanto más experimenta la verdad de sus palabras: “sin mí no podéis hacer nada” (ib. 5), tanto más confía en su Señor que quiere ser todo para él. El bautismo y la inserción en Cristo que él produce son dones gratuitos; pero toca al cristiano vivirlos manteniéndose unido a Cristo por medio de la fidelidad personal, como indica la expresión tantas veces repetida: “permaneced en mí”. El grande medio para permanecer en Cristo es que sus palabras permanezcan en el creyente (ib. 7) mediante la fe que le ayuda a aceptarlas y el amor que se las hace poner en práctica.

Entre las palabras del Señor hay una de especial importancia que se recuerda en la segunda lectura (1 Jn 3, 18-24): “su precepto es que… nos amemos mutuamente” (ib. 23). El ejercicio de la caridad fraterna es la señal distintiva del cristiano, precisamente porque atestigua su comunión vital con Cristo; pues es imposible vivir en Cristo, cuya vida es esencialmente amor, sin vivir en el amor y producir frutos de amor. Y como Cristo ha amado al Padre y en él ha amado a todos los hombres, así el amor del cristiano para con Dios tiene que traducirse en amor sincero para con los hermanos. Por eso san Juan encarga con tanto ardor: “Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad” (ib. 18). Quien no tiene nada que temer delante de Dios, no porque sea impecable, sino porque Dios, “que es mejor que nuestro corazón y todo lo conoce” (ib. 20), en vista de su caridad para con los hermanos le perdonará con gran misericordia todos los pecados.


“¡Oh, Verdad! Yo soy la vida y vosotros los sarmientos. El que está en mí y yo en él, éste da mucho fruto, porque sin mí nada podéis hacer. Y para evitar que alguno pudiera pensar que el sarmiento puede producir algún fruto, aunque escaso, después de haber dicho que éste daré mucho fruto, no dice que sin mí, poco podéis hacer, sino que dijo: Sin mí nada podéis hacer. Luego, sea poco, sea mucho, no se puede hacer sin Aquel sin el cual no se puede hacer nada. Y si el sarmiento no permanece unido a la vid, no podrá producir de suyo fruto alguno.

Estando unido a ti, ¿qué puedo querer sino aquello que no es indigno de Cristo?

Queremos unas cosas por estar unidos a Cristo y queremos otras por estar en este mundo… Sólo entonces permanecen en nosotros sus palabras, cuando cumplimos sus preceptos y vamos en pos de sus preceptos. Pero cuando sus palabras están sólo en la memoria, sin reflejarse en nuestro modo de vivir, somos como el sarmiento fuera de la vid, que no recibe sabia de la raíz”. (San Agustín, In Jn, 81. 3-4).

 

Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,

del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD.

 

También puede escuchar una síntesis en AUDIO haciendo clic AQUÍ.

 

sábado, 27 de abril de 2024

CINE FE Y VALORES: Reseña de “Nefarious” de la Asociación Internacional de Exorcistas

 

La película Nefarious (EEUU, 2023), dirigida por Cary Solomon y Chuck Konzelman, está inspirada en el libro “A Nefarious Plot” del autor Steve Deace, un cristiano evangélico, que trata temas como la corrupción política, la manipulación mediática, la pérdida de valores morales y erosión de las libertades individuales. Ambos directores, conocidos por otro famoso título “Unplanned” (2019), consideran este su mejor trabajo realizado. En Italia, hasta la fecha, parece que nunca se ha proyectado en ningún teatro o cine ni siquiera ha sido accesible en plataformas de streaming. Nótese la presencia, como actor, de un verdadero sacerdote, el padre Darren Merlino, que también proporcionó la orientación "teológica" de la narración.

A un criminal en espera de ejecución se le concede un indulto de último segundo tras una decisión judicial, lo que resulta en una visita a un psiquiatra para examinar más a fondo su estado. El médico descubre que se trata de una posesión demoníaca en la que inicialmente no cree, ya que es ateo. El diablo cuenta, desde su punto de vista, las formas en que trabaja para devastar la creación. Al ver la película, el público se ve inducido a reflexionar sobre realidades sobrenaturales, demonios y su nefasta acción sobre toda la raza humana: además de una batalla cultural, estamos realmente involucrados en un choque espiritual.

El objetivo de la película es informar de la realidad en la que el bien y el mal luchan entre sí y que en esta lucha el diablo realmente actúa como ser personal. Esta no es una historia con contenido provocativo, obsceno o vulgar. Incluso se utilizan las visiones de la mística alemana Anna Katharina Emmerick (1774-1824). Jesús utilizó un lenguaje parabólico porque a través de la narración de "historias" era más fácil e inmediato transmitir información relativa a su mensaje. De igual forma, en esta producción se pretende presentar, de una manera muy inteligente y cinematográfica, algunas verdades de fe: la existencia del diablo y sus tácticas.

Dramáticamente, a través de las declaraciones del psiquiatra, la sociedad se presenta emancipada frente a la posible y terrible realidad de la dimensión demoníaca, ante un falso progreso, que es estigmatizado por las bromas irónicas del diablo que habla a través de los poseídos.

A diferencia de otras películas de este género, donde se subrayan los aspectos más espectaculares, como la levitación, el tono gutural, la fuerza extraordinaria, en esta película el énfasis está en la mente demoníaca, en su intelecto, que tiene como objetivo último la asfixia de esperanza y verdad: es interesante observar que casi toda la película gira en torno al diálogo entre los dos protagonistas principales (el criminal convicto y el médico) y aunque, por tanto, las escenas se reducen (en casi toda la película) en la sala de visitas de la prisión, los diálogos logran, en su originalidad, mantener alta la atención del espectador.

De esta manera, aunque se caracteriza por las limitaciones del lenguaje cinematográfico, resulta ser una película que plantea serios interrogantes al espectador y ofrece elementos de reflexión sobre el tema del mundo demoníaco y su acción en el mundo humano.

Hay que elogiar mucho al actor que interpreta al criminal en espera de ejecución porque logra representar de manera muy realista los momentos en los que el prisionero habla libremente y los momentos en los que el diablo toma su lugar, así como los exorcistas tienen la oportunidad de asistir durante el momento en los que el diablo se manifiesta en los verdaderamente poseídos. En conclusión, la película ofrece, considerada en su conjunto, contenidos aceptables y compartibles. No es un tratado teológico ni un catecismo sobre demonología, sin embargo, su visión puede ser muy útil para una reflexión inicial seria sobre el tema que, ciertamente, conviene luego profundizar en los lugares apropiados.

Copyright © 2024 AIE Asociación Internacional de Exorcistas

martes, 23 de abril de 2024

SANTO PADRE PÍO: Origen y sentido de la Novena al Sagrado Corazón de Jesús

(Sobre un artículo de Philip Kosloski – Aleteia) Normalmente, cuando alguien nos pide que recemos por una intención específica, tenemos nuestra oración de “cabecera”. Puede ser el Rosario, un Padrenuestro, o simplemente un sincero ruego a Dios.

San Pío de Pietrelcina (más comúnmente conocido como Padre Pío) tenía su oración favorita que rezaba por todos los que le pedían sus oraciones.

Cada día muchas personas, ya sea en persona o por carta, le pedían al Padre Pío que orara por una intención específica y muchas veces esta intención fue milagrosamente respondida por Dios.

Novena al Sagrado Corazón de Jesús

En realidad, es una oración compuesta por santa Margarita María Alacoque y comúnmente se llama la “Novena Eficaz del Sagrado Corazón de Jesús”.

Ella era una santa que vivió en el siglo XVII y durante su vida recibió múltiples visiones de Jesús.

Muchos creen que esta es una oración poderosa porque llama al corazón de Jesús a tener misericordia de nosotros y de nuestras peticiones.

El corazón de Jesús está lleno de amor y compasión. Y esta oración confía en ese amor, creyendo que él es lo suficientemente tierno como para dar generosamente nuestra petición, si es en su santa voluntad.

Por encima de todo, se debe orar con una fe sincera, como el Padre Pío la rezaba, y no como una fórmula mágica.

Dios no es un genio que nos otorga el deseo que pedimos, sino que responde con amor a un niño que pide algo, sabiendo exactamente lo que necesitamos.

Las 3 promesas principales que Jesucristo hizo a la humanidad

El sacerdote capuchino retomó en esta oración las 3 promesas principales que Jesucristo hizo a la humanidad, según las revelaciones a santa Margarita María Alacoque. Éstas son:

Primera promesa: “¡Oh Jesús mío!, que dijiste: «En verdad os digo, pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá». He aquí que yo llamo, yo busco, yo pido la gracia…”

Segunda promesa: “!Oh Jesús mío!, que dijiste: «En verdad les digo, todo lo que pidáis a mi Padre en mi Nombre, se les concederá». He ahí que yo, al Padre Eterno y en tu nombre pido la gracia de...”

Tercera promesa: “!Oh Jesús mío!, que dijiste: «En verdad les digo, pasarán los cielos y la tierra pero mis palabras jamás pasarán». He ahí que yo, confiando en lo infalible de tus santas palabras pido la gracia…"

Les comparto la Novena según la redacción de la estampa oficial con reliquia que realiza “La Voz del Padre Pío” del Convento de los Frailes Capuchinos “Nuestra Señora de las Gracias” de San Giovanni Rotondo, Foggia, Italia:





domingo, 21 de abril de 2024

INTIMIDAD DIVINA - Ciclo B - 4º Domingo de Pascua: “Yo soy el buen pastor”

 

«¡Oh Jesús!, buen pastor!, que conoces a tus ovejas, hay que yo te conozca a ti» (Jn 10,14).

El misterio pascual se nos presenta hoy bajo la figura de Jesús, buen Pastor, y piedra angular de la Iglesia.

El buen Pastor no abandona el rebaño en la hora del peligro, como hace el mercenario, sino que para ponerlo a salvo se entrega a sí mismo a los enemigos y a la muerte: “El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10,11). Es el gesto espontáneo del amor de Cristo por los hombres: “Nadie me quita la vida, soy yo quien la doy por mí mismo” (ib. 18). En este misterio de misericordia infinita el amor de Jesús se entrelaza y se confunde con el amor del Padre. El Padre es quien lo ha enviado para que los hombres tengan en él al Pastor que los guarde y les asegure la vida verdadera: “Ved que amor -dice san Juan en la segunda lectura- nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios y lo seamos” (1 Jn 3,1).

Este amor el Padre nos lo ha dado en el Hijo, que por medio de su sacrificio ha librado a los hombres del pecado, y los ha hecho participantes no sólo de un nombre, sino de un nuevo modo de ser, de una nueva vida: el ser y la vida de hijos de Dios. En virtud de la obra redentora de Cristo todo hombre está llamado a formar parte de una única familia que tiene a Dios por padre, de un único rebaño que tiene a Cristo por pastor. Esta familia y rebaño se identifican con la Iglesia, de la cual, como dice Pedro en la primera lectura, Jesús es la piedra fundamental. “El es la piedra rechazada por vosotros los constructores, que ha venido a ser piedra angular” (Hc 4,11). El primer pueblo de Dios lo ha rechazado, pero por el misterio de su muerte y resurrección Jesús se ha convertido en el sostén de un nuevo edificio: la Iglesia.

Cristo buen Pastor, Cristo piedra angular son dos figuras diversas pero que expresan una misma realidad: él es la única esperanza de salvación para todo el género humano. “Pues ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo… por el cual podamos ser salvos” (ib 12).

De aquí la urgencia para todos los hombres de pertenecer a la única Iglesia regida por Cristo, al único rebaño gobernado por él. Pero también hoy repite Jesús: “Tengo otras ovejas que no son de este aprisco, y es preciso que yo las traiga” (Jn 10,16). De hecho son innumerables todavía las ovejas lejanas del aprisco, y sin embargo de ellas ha dicho expresamente Jesús: “oirán mi voz” (ib). Pero, ¿cómo pueden escucharla si no hay quien se la lleve anunciándoles el Evangelio? Todo creyente está comprometido en esta misión: con la oración, el sacrificio, la palabra debe trabajar para conducir al redil de Cristo a las ovejas olvidadizas y lejanas, a las extraviadas y errantes, para que de todas se haga “un solo rebaño” y todas tengas “un solo pastor” (ib).

El Evangelio del día nos sugiere aún una última reflexión: “Conozco a mis ovejas -dice el Señor- y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre” (ib. 14-15). No se trata de un simple conocimiento teórico, sino de un conocimiento vital que lleva consigo relaciones de amor y de amistad entre el buen Pastor y sus ovejas, relaciones que Jesús no duda en parangonar a las que existen entre él y el Padre. De la humilde comparación campestre del pastor y de las ovejas, Jesús se levanta a proponer la de la vida de comunión que lo une al Padre insertando en tal perspectiva sus relaciones con los hombres. Esta es la verdadera vida de los hijos de Dios, que comienza en la tierra con la fe y el amor y culminará en el cielo, donde “seremos semejantes a Dios, porque le veremos tal cual es” (1 Jn 3, 2).

 

“¡Oh Señor!, tú dices: “Como el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre y doy mi vida por las ovejas” (Jn 10, 15). Es como si dijeras: en esto se manifiesta que yo conozco al Padre y soy conocido por él, en que doy mi vida por las ovejas… La caridad que te hace morir por tus ovejas, demuestra tu amor al Padre…

Y dices también: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna” (ib. 27-28). Y poco antes habías dicho: “El que por mí entrare se salvará, y entrará y saldrá y hallará pasto” (ib. 9). Entrará con la fe, pero saldrá pasando de la fe a la visión, de la facilidad de creer a la contemplación y hallará los pastos del eterno festín.

Tus ovejas hallarán pastos, porque quien te sigue con corazón sencillo es apacentado con pastos eternamente abundosos. ¿Y cuáles son esos pastos sino las alegrías íntimas de un paraíso siempre fresco y ameno? Pues el pasto de tus elegidos es la faz de Dios siempre presente. Contemplándolo indefectiblemente, el alma se sacia de un manjar eterno de vida…

Haz, Señor, que yo busque estos pastos para gozar con todos los ciudadanos del cielo… Se llene de ardor mi deseo por las cosas celestiales: amar así es ya ponerse en camino”. (San Gregorio Magno, Homiliae in Evangelia, 14, 4-6).


Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,

del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD.

 

También puede escuchar una síntesis en AUDIO haciendo clic AQUÍ.

 

jueves, 18 de abril de 2024

APOLOGÉTICA HOY (audios): La gravedad de los pecados de la lengua

Programa radiofónico: "APOLOGÉTICA HOY, Colaboradores de la Verdad".

Director: Padre José Antonio Medina.

Tema del episodio Nº 12:

Tema: La gravedad de los pecados de la lengua

Contenido:

-      Catequesis apologética:

 

1)   Atropellos a la verdad: la contumelia y el revelar secretos.

2)   ¿Cuál es la gravedad de los pecados de la lengua?

3)   La malicia de la mentira.

 

-   Magisterio de la Iglesia: 


“Dios revela su «designio de benevolencia»”, Benedicto XVI, Catequesis N°338, del 5 de diciembre de 2012 (audio de la síntesis en español).

Fecha de emisión original en Radio María España el miércoles 17 de abril de 2024.


domingo, 14 de abril de 2024

INTIMIDAD DIVINA - Ciclo B - 3º Domingo de Pascua: “Vosotros sois testigos”

 
«¡Oh Jesús!, tú eres nuestra paz» (Ef 2,14).

En los domingos después de Pascua las lecturas del Antiguo testamento son sustituidas por los Hechos de los Apóstoles, que a través de la predicación primitiva testimonian la resurrección del Señor y demuestran cómo la Iglesia nació en nombre del Resucitado.

En la primera lectura de hoy Pedro presenta la resurrección de Jesús encuadrada en la historia de su pueblo como cumplimiento de todas las profecías y promesas hechas a los Padres: “El Dios de Abraham… el Dios de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis en presencia de Pilato… Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos” (He 3, 13. 15.). Y por si su testimonio y el de cuantos vieron al Resucitado no fuera suficiente, nos ofrece una “señal” en la curación milagrosa del tullido que acaba de realizarse a la puerta del templo. Para hacer resaltar la Resurrección, Pedro no duda en recordar los hechos dolorosos que la precedieron: “vosotros negasteis al Santo y al Justo y pedisteis que se os hiciera gracia de un homicida. Disteis muerte al príncipe de la vida” (ib 14-15).

Las acusaciones son apremiantes, casi despiadadas; pero Pedro sabe que él está también incluido en ellas por haber renegado del Maestro; lo están igualmente todos los hombres que pecando siguen negando al “Santo” y rechazando “al autor de la vida”, posponiéndole a las propias pasiones, que son causa de muerte. Pedro no ha olvidado su culpa que llorará toda la vida, pero ahora siente en el corazón la dulzura del perdón del Señor. Esto le hace capaz de pasar de la acusación a la excusa: “Ahora bien, hermanos, ya sé que por ignorancia habéis hecho esto, como también vuestros príncipes” (ib 17), y luego al llamamiento a la conversión: “Arrepentíos, pues, y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (ib 19). Como él ha sido perdonado, también lo será su pueblo y cualquier otro hombre, con tal de que todos reconozcan sus propias culpas y hagan el propósito de no pecar más.

A esto mismo se refiere la conmovedora exhortación de Juan (segunda lectura): “Hijitos míos, os escribo esto para que no pequéis” (1 Jn 2, 1). ¿Cómo volverá al pecado quien ha penetrado en el significado de la pasión del Señor? Sin embargo, consiente de la fragilidad humana, el Apóstol prosigue: “Pero si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo” (ib). Juan, que había oído en el Calvario a Jesús agonizante pedir el perdón del Padre para quien lo había crucificado, sabe hasta qué punto Jesús defiende a los pecadores. Víctima inocente de los pecados de los hombres, Jesús es también su abogado más valedero, pues “el es la propiciación por nuestros pecados” (ib. 2).

El mismo pensamiento se trasluce en el Evangelio del día. Apareciéndose a los Apóstoles después de la Resurrección, Jesús les saluda con estas palabras: “La paz sea con vosotros” (Lc 24, 36). El Resucitado da la paz a los Once atónitos y asustados por su aparición, pero no menos llenos de confusión y de arrepentimiento por haberlo abandonado durante la pasión. Muerto para destruir el pecado y reconciliar a los hombres con Dios, él les ofrece la paz para asegurarles su perdón y su amor inalterado. Y antes de despedirse de ellos los hace mensajeros de conversión y de perdón para todos los hombres: “será predicado en su nombre la penitencia para la remisión de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén” (ib 47). De esta manera la paz de Cristo es llevada a todo el mundo precisamente porque “él es la propiciación por nuestros pecados”. ¡Misterio de su amor infinito!

 

“¡Oh Cristo, nuestra Pascua!, te has inmolado por nuestra salvación. Rey de gloria, no cesas de ofrecerte por nosotros, de interceder por todos ante el Padre; inmolado, ya no vuelves a morir; sacrificado, vives para siempre”. (Cfr. Misal Romano, Prefacio Pascual, III).

“¿Qué nos darás, pues, Señor, qué nos darás? Os doy la paz, dice, mi paz os dejo (Jn 14,27). Eso me basta, Señor; te agradezco lo que me dejas y te dejo lo que retienes. Esta participación me agrada, y no dudo de que me es sumamente ventajosa… Quiero la paz, deseo tu paz, y nada más. Aquel a quien la paz no basta, tú mismo no le bastarás. Porque tú eres nuestra paz, pues nos has reconciliado contigo (Ef 2, 14). Eso me es necesario; a mi me basta estar reconciliado contigo, para estar reconciliado conmigo mismo porque desde que me hice tu contrario híceme también gravoso a mí mismo (Jb 7, 20). Cuidaré ya de no ser ingrato al beneficio de la paz que me has dado… Quede para ti, Señor, quede para ti toda la gloria; yo seré muy feliz si logro conservar la paz.

Líbrame, ¡oh, Señor! Del ojo soberbio y del corazón insaciable que busca inquieto la gloria que te pertenece a ti solo, no pudiendo por eso conservar la paz ni alcanzar la gloria eterna” (San Bernardo, en Comentario al Cantar de los Cantares 13, 4-5).


Tomado del libro INTIMIDAD DIVINA,

del P. Gabriel de Santa María Magdalena, OCD.

 

También puede escuchar una síntesis en AUDIO haciendo clic AQUÍ.

 

viernes, 12 de abril de 2024

ORACIONES: La oración a San Miguel Arcángel que es fruto de la visión diabólica de León XIII


Muchos de nosotros recordamos cómo, antes de la reforma litúrgica debida al Concilio Vaticano II, el celebrante y los fieles se arrodillaban al final de la misa para rezar una oración a la Virgen y otra a san Miguel arcángel. Reproducimos aquí el texto de esta última, porque es una hermosa plegaria que todos pueden rezar con provecho:

 

San Miguel arcángel, defiéndenos en la batalla; contra las maldades y las insidias del diablo sé nuestra ayuda. Te lo rogamos suplicantes: ¡que el Señor lo ordene! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios, vuelve a lanzar al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para perdición de las almas.


¿Cómo nació esta oración?

Transcribo lo publicado por la revista Ephemerides Liturgicae en 1955 (pp. 58-59). El padre Domenico Pechenino escribe: «No recuerdo el año exacto. Una mañana el Sumo Pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra, de agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría. Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le ve encaminarse hacia su despacho privado. Los familiares le siguen con premura y ansiedad. Le dicen en voz baja: "Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?" Responde: "Nada, nada." Al cabo de media hora hace llamar al secretario de la Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿Qué contenía? La oración que rezamos al final de la misa junto con el pueblo, con la súplica a María y la encendida invocación al príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que vuelva a lanzar a Satanás al infierno».

En aquel escrito se ordenaba también rezar esas oraciones de rodillas. Lo antes escrito, que también había sido publicado en el periódico La settimana del clero el 30 de marzo de 1947, no cita las fuentes de las que se tomó la noticia. Pero de ello resulta el modo insólito en que se ordenó rezar esa plegaria, que fue expedida a los obispos diocesanos en 1886. Como confirmación de lo que escribió el padre Pechenino tenemos el autorizado testimonio del cardenal Nasalli Rocca que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en Bolonia en 1946, escribe: «León XIII escribió él mismo esa oración. La frase [los demonios] "que vagan por el mundo para perdición de las almas" tiene una explicación histórica, que nos fue referida varias veces por su secretario particular, monseñor Rinaldo Angeli. León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna (Roma); de esa experiencia surgió la oración que quiso hacer rezar en toda la Iglesia. Él la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la basílica vaticana. No sólo esto, sino que escribió de su puño y letra un exorcismo especial contenido en el Ritual romano (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.). Él recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rezaran a menudo ese exorcismo en sus diócesis y parroquias. Él, por su parte, lo rezaba con mucha frecuencia a lo largo del día.»

Resulta interesante también tener en cuenta otro hecho, que enriquece aún más el valor de aquellas oraciones que se rezaban después de cada misa. Pío XI quiso que, al rezarlas, se hiciese con una especial intención por Rusia (alocución del 30 de junio de 1930). En esa alocución, después de recordar las oraciones por Rusia a las que había instado también a todos los fieles en la festividad del patriarca san José (19 de marzo de 1930), y después de recordar la persecución religiosa en Rusia, concluyó como sigue:

«Y a fin de que todos puedan sin fatiga ni incomodidad continuar en esta santa cruzada, disponemos que esas oraciones que nuestro antecesor de feliz memoria, León XIII, ordenó que los sacerdotes y los fieles rezaran después de la misa, sean dichas con esta intención especial, es decir, por Rusia. De lo cual los obispos y el clero secular y regular tendrán cuidado de mantener informados a su pueblo y a cuantos estén presentes en el santo sacrificio, sin dejar de recordar a menudo lo antedicho» (Civiltà Cattolica, 1930, vol. III).

Como se ve, los pontífices tuvieron presente con mucha claridad la tremenda presencia de Satanás: la intención añadida por Pío XI apuntaba al centro de las falsas doctrinas sembradas en nuestro siglo y que todavía hoy envenenan la vida no sólo de los pueblos, sino de los mismos teólogos. Si luego las disposiciones de Pío XI no han sido observadas, es culpa de aquellos a quienes habían sido confiadas; desde luego, se integraban perfectamente en los acontecimientos carismáticos que el Señor había dado a la humanidad mediante las apariciones de Fátima, aun siendo independientes de ellas: a la sazón Fátima todavía era desconocida en el mundo.

Padre Gabriele Amorth

(Tomado del libro: “Habla un exorcista”, Editorial Planeta, Barcelona, 1997, pp. 23-25).

miércoles, 10 de abril de 2024

ES TIEMPO DE MISERICORDIA (audios): Breve explicación de las obras de misericordia espirituales


Tema del programa Nº 14 del ciclo:

Breve explicación de las obras de misericordia espirituales

“Es tiempo de Misericordia”, es un micro programa de evangelización, realizado por el sacerdote, periodista y escritor argentino residente en España, José Antonio Medina Pellegrini, que se emitió dentro del Programa “Iglesia Noticia” de la Diócesis de Getafe.

Su día y horario de emisión fue el domingo a las 09:45 hs y fue transmitido por Cadena Cope, en las siguientes frecuencias: Cope Comunidad 101.0 FM, Cope Madrid Sur 89.7 FM, Cope Jarama. 100.5 FM y Cope Pinares 92.2 FM (cada una de estas frecuencias se escuchan en la zona sur de Madrid), desde el mes de febrero hasta diciembre de 2016.

“Es tiempo de Misericordia” nos presenta en cada una de sus emisiones distintas alocuciones, homilías y catequesis del Santo Padre Francisco sobre la Divina Misericordia, para que nosotros, al escucharlas, nos decidamos a ser receptores de la misma y a darla, a manos llenas, a nuestros hermanos.

Locución: Cristina Lozano

domingo, 7 de abril de 2024

LITURGIA: Fiesta de la Divina Misericordia

 

Queridos amigos y hermanos del blog: hoy, 2º Domingo de Pascua, es la Fiesta de la Divina Misericordia que tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario “La Divina Misericordia en mi alma” escrito por Santa Faustina Kowalska, 723).

En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... “porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” (Diario, 742). Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

La esencia de la devoción se sintetiza en cinco puntos fundamentales:

1. Debemos confiar en la Misericordia del Señor. Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice: “Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.

2. La confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias. “Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad”.

3. La misericordia define nuestra actitud ante cada persona. “Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formar de ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y la tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia”.

4. La actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias. “Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio”.

5. El Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia al día. “Debes saber, hija mía que mi Corazón es la misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas”.

Fiesta de la Divina Misericordia.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se establece, por indicación del entonces pontífice reinante, el hoy Beato Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tiene lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico es «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia». Ya el Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril de ese mismo año: “En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros”.

Sin embargo, el Papa no había escrito estas palabras, de modo que no aparecieron en la transcripción oficial de sus discursos de esa canonización. Santa Faustina, que es conocida como la mensajera de la Divina Misericordia, recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia y le expresó su deseo de que se estableciera esta fiesta. El Papa le dedicó una de sus encíclicas a la Divina Misericordia (“Dives in misericordia”).

El texto evangélico de ese domingo (Jn. 20, 19-31) es elocuente en cuanto a la Misericordia Divina: narra la institución del Sacramento de la Confesión o del Perdón. Es el Sacramento de la Misericordia Divina.

¿En qué consiste, entonces, esta Fiesta de la Divina Misericordia? He aquí lo que dijo Jesús a Santa Faustina: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi Misericordia. Derramo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas” (Diario, 699).

Es decir, quien arrepentido se confiese y comulgue el Domingo de la Divina Misericordia, podrá recibir el perdón de las culpas y de las penas de sus pecados, gracia que recibimos sólo en el Sacramento del Bautismo o con la indulgencia plenaria. O sea que si su arrepentimiento ha sido sincero y si cumple con las condiciones requeridas, el alma queda como recién bautizada, libre inclusive del reato de las penas del purgatorio que acarrean sus pecados aun perdonados.

La devoción de la Divina Misericordia, incluye también la Hora de la Divina Misericordia, la Coronilla (o Rosario) de la Divina Misericordia y la Novena preparatoria a la Fiesta de la Misericordia, que por cierto no es condición requerida para recibir las gracias especiales el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

Nuestro Señor dijo en una ocasión a Santa Faustina: “Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico”  Es un hecho que la grandeza, importancia y trascendencia de esta Fiesta, “nacida de las entrañas de la Misericordia Divina”, no podrá ser suficientemente comprendida por nosotros.

Que la Santísima Virgen María, Madre y Reina de Misericordia nos ayude a entender y a vivir este misterio insondable de Dios: su Divina Misericordia.

sábado, 6 de abril de 2024

APOLOGÉTICA HOY (audios): La mentira y todo lo que atenta contra el Octavo Mandamiento

Programa radiofónico: "APOLOGÉTICA HOY, Colaboradores de la Verdad".

Director: Padre José Antonio Medina.

Tema del episodio Nº 11:

Tema: La mentira y todo lo que atenta contra el Octavo Mandamiento

Contenido:

-      Catequesis apologética:

 

1)   Las máscaras de la mentira: hipocresía, calumnia, simulación y adulación.

2)   Atropellos a la verdad: la sospecha temeraria, el juicio temerario de la conducta del otro, la murmuración o difamación, el falso testimonio, la injuria, la burla, la maldición, la locuacidad, la susurración.

 

-      Magisterio de la Iglesia: 


   “¿Cómo hablar de Dios?”, Benedicto XVI, Catequesis N°337, del 28 de noviembre de 2012 (audio de la síntesis en español).

Fecha de emisión original en Radio María España el miércoles 3 de abril de 2024.